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Un estudio le saca los colores a las esculturas del Partenón

La investigación ha utilizado técnicas de escaneo innovadoras y ha superado expectativas en sus conclusiones: el mármol del Partenón estaba pintado originalmente
Imágenes del estudio que ha descubierto restos de colores en las figuras del Partenón
Imágenes del estudio que ha descubierto restos de colores en las figuras del PartenónBritish Museum

Madrid Creada:

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Se erigen majestuosas en el British Museum las joyas escultóricas del Partenón, procedentes de la Acrópolis de Atenas. Datan de entre el 447 y el 432 a.C., y son obras representativas de las grandiosas posibilidades del mármol, como herramienta principal de la escultura y la arquitectura de la Grecia clásica. Este material, blanco y liso, brillante e imponente, continúa desafiando al tiempo, pues las obras del Partenón resisten de la mano de un cuidado exhaustivo, así como continúan siendo admiradas por miles de visitantes a diario. No obstante, no todos los ojos observaron estas obras de la misma manera, pues en su origen este mármol lucía distinto, con colores brillantes que se han ido desgastando con el paso del tiempo y sus consecuentes manejos, limpiezas o ataques. Así lo ha demostrado un reciente estudio, publicado en la revista "Antiquity" y que le ha sacado los colores a los dioses representados en estas esculturas. Este nuevo examen ha utilizado técnicas de escaneo innovadoras y, aunque a veces el mismo British Museum había dudado de la existencia de pigmentos en los restos del Partenón, ha revelado la evidencia de "una riqueza de pintura sobreviviente".
Los autores de esta investigación, publicada de la mano de la Universidad de Cambridge, han examinado las esculturas del Partenón para identificar rastros de color y tallado en sus superficies. Para ello, han utilizado "un examen minucioso y técnicas arqueométricas", explica el estudio, de manera que concluyen que "los escultores terminaron las superficies con texturas que reflejaban elementos específicos (por ejemplo, piel, lana, lino), y luego las realzaron mediante la aplicación de color, incluido un colorante púrpura y azul egipcio". Estos colores, además, tenían su forma y significado, pues los expertos han encontrado evidencias que sugieren que estas creaciones estaban estampadas con figuras humanas y patrones de hojas de palma, pintados de tal manera que se adaptaban a los pliegues y texturas del mármol. Un descubrimiento, además, que podría ser revelador para los estudiosos de la historia del arte, pues tal y como afirman los investigadores "pintar los mármoles fue una tarea más elaborada de lo que jamás se imaginó".
Este descubrimiento podría significar que las icónicas (y a veces polémicas) esculturas del Partenón "son los ejemplos mejor conservados de policromía sobreviviente de la Atenas de mediados del siglo V a.C.", afirma Giovani Verri, científico que ha liderado la investigación, a "The Guardian". Asimismo, añade que "en el campo académico encontramos rastros muy, muy pequeños de pigmento, así que eso es lo que esperábamos. Por eso fue una revelación maravillosa descubrir que había más de lo que normalmente se encuentra, porque realmente nada era visible a simple vista. Superó las expectativas".
Varios visitantes pasan junto a los frisos del Partenón en el Museo Británico de Londres (Reino Unido).
Varios visitantes pasan junto a los frisos del Partenón en el Museo Británico de Londres (Reino Unido).Facundo ArrizabalagaEFE
Los estudios de policromía antigua no se extienden demasiado en el tiempo, pues comenzaron al menos hace un par de siglos. De esta manera, y como las cosas de ciencia van despacio, aún se desconoce en gran medida este ámbito artístico. La principal dificultad reside en lo que ya se mencionaba: la pintura rara vez sobrevive en contextos arqueológicos. En el caso del Partenón, cabe tener en cuenta "la exposición al medio ambiente y la intemperie asociada, la conversión de la estructura en una iglesia y luego en una mezquita, el uso de fundición para hacer copias en yeso, la remoción de una gran parte de la escultura a principios del siglo XIX y su transporte al Reino Unido, con su posterior limpieza y exhibición en Londres", explica el estudio.
De esta manera, y tras una inspección visual, el estudio ha utilizado imágenes de luz macro y rasante para registrar las marcas de pintura en las superficies de las esculturas. La búsqueda de pruebas se realizó "utilizando técnicas de imagen que incluyen la luminiscencia inducida visible, que es una técnica de mapeo no invasiva que visualiza la presencia del azul egipcio como un blanco brillante sobre un fondo oscuro", apunta el estudio. Detectaron, así, "azul egipcio, en combinación con dos pigmentos blancos, yeso y probablemente blanco hueso, en 11 esculturas frontonales y una figura del friso". Unos descubrimientos que no hacen más que servir de tentación para los estudiosos, pues, tal y como afirma Verri, "aún así hace que sea casi imposible dar una idea de cómo habrían sido realmente, pues conocer los pigmentos no es suficiente".