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¿Cómo influyó el anarquismo en Picasso y en la creación del cubismo?

El Reina Sofía articula un nuevo discurso para el artista en un congreso que aborda la influencia de las corrientes políticas en su obra, la huella de la cultura africana y el eco que dejó la España del 98 y Annual en su pensamiento
La Razón

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Los grandes artistas tienen la misma característica matemática que el infinito: son interminables. Poseen cierta tendencia a la mutabilidad y, en lugar de agotarse, cada época lanza una lectura distinta sobre el alcance de su figura y el eco de su obra. Picasso tiene tantas dimensiones como el cubismo: es un personaje construido sobre una sucesión de planos y aristas. Una figura paralelepípeda que cambia según incidan las miradas sobre su superficie. En la época del #MeToo y la corrección política, cuando las vidas privadas comienzan a examinarse bajo el signo de la luz pública y la nueva ejemplaridad se ha elevado en una condición inexcusable para cualquier persona, el artista, que está a las puertas de su año, 2023, cuando se celebrará el 50º aniversario de su fallecimiento con una larga concatenación de exposiciones, está siendo revisitado desde múltiples ópticas y su comportamiento, sometido a una minuciosa y procelosa exégesis. En otras palabras, Picasso está en una ITV de artistas para ver si aprueba el examen de requisitos que exige nuestro tiempo.
El Museo Reina Sofía, que conserva una de sus piezas más emblemáticas, el «Guernica», se ha sumado a examinar su semblanza con una serie de ponencias que ahonda en los primeros años del artista y aborda temas que habían quedado ladeados o a los que no se había prestado suficiente atención. En este Picasso incipiente y expectante de fama por lo visto habían quedado nervaduras sin explorar y ahora una serie de historiadores se han adentrado por estas sendas. Bajo el título «Picasso desde los estudios culturales. Sueño y mentira de España (1898-1922)», que acogerá 14 conferencias, 4 mesas redondas y la proyección de un documental, varios expertos analizan los aspectos que le ayudaron a definir su estilo artístico. Entre los invitados destacan Abigail Solomon-Godeau, Rafael Jackson-Martín, Eloy Martín, Julia Mirabal, Dolors Marín, Chris Ealham y Julia Ramírez-Blanco.

Estética y política

El anarquismo, una corriente política en principio colateral, es uno de los aspectos que se abordarán. Picasso era comunista, pero durante su estancia en Barcelona y sus visitas en Madrid estuvo en contacto con círculos y revistas vinculados a esta ideología. Aunque él jamás participó de sus mensajes, sí reparó en sus ideas y sus concepciones pudieron jugar un papel en su devenir artístico. «Se especula incluso sobre su relación con Semana Trágica. El anarquismo no opera en él como militancia, pero sí respalda la aspiración de destruir una idea occidental que es central: la noción de cuadro y de originar una nueva pintura con otro código diferente. El anarquismo considera que hay que rehacer la sociedad para crear un nuevo orden y llegar así a una nueva vida y esto queda en Picasso. Él hace el trabajo lingüístico de destruir el orden visual, el cuadro como ventana, la perspectiva, las tres dimensiones, el trampantojo, creando un nuevo código que es el cubismo. Ya existen nuevas lecturas sobre cómo Picasso llega a esta conclusión a través de su conexión con el anarquismo, lo que es una lectura anarquista del arte occidental», comenta Chema González, coordinador del programa por parte del Museo Reina Sofía. Él mismo asegura que existe más: «El primer cubismo de Picasso y Braque es como un código particular que solo lo pueden leer entre iguales, entre artistas. Este es un lenguaje horizontal, universal. En realidad, podemos percibir cómo Picasso es capaz de traspasar al campo de la estética este lenguaje político del anarquismo».
El Reina Sofía, a partir de estas conferencias, reivindica la españolidad que siempre quedó en Picasso y cómo no resultó ajeno al 98, el desastre de Annual, los escándalos de corrupción y la meditación de lo que era España, un debate vigente en la época. La influencia que ejerce el arte ibérico no proviene de su primitivismo, que es la interpretación habitual, sino por la metáfora que supone su cultura, la reivindicación de un mundo más antiguo que Roma, encerrado en su identidad peninsular, desprendido del atlantismo proveniente del descubrimiento de América y el imperio. Una nación conformada alrededor de sí misma. Esto arraiga en el artista antes de la eclosión del cubismo, en 1906 y 1907, apenas unos años después de la pérdida de Cuba. Pero hay más. «Lo que nosotros hemos querido destacar es esa españolidad que siempre queda en su genio. Es un síntoma de que él participa de esta España cambiante. Su relación con el país es tumultuosa, de sobresalto. Estos es importante y es una de las cosas que hay que contar. Negamos esa idea del Picasso extranjero con alusiones a lo español. Este es un Picasso netamente español, que se manifiesta sobre su país», incide Chema González.

Cuba y Marruecos

Este no es un artista con alusiones solo a la cultura popular, a los toros, a la música folclórica, a la pintura de Velázquez, el Greco o Goya, que dejaron tantos reflejos en su pintura. En Picasso viven las heridas últimas de la historia, laten las transformaciones urgentes del país. «El llamado «informe Picasso», que daba cuenta de lo que había sucedido en Annual, lo redactó Juan, su tío-abuelo, por lo que conocía bien la situación en Marruecos, algo que ayudaría a desarrollar algunas posiciones del pintor».
Las últimas colonias también estuvieron presentes en este inquieto Picasso. «Siempre se habla de su relación con el arte africano en su carrera a inicios del siglo XX. Se sobreentiende que es el arte del África subsahariana, pero puede que estuviera en contacto con otra negritud a través de su familia, que viene de la parte cubana, o sea, del África caribeña. Su abuelo materno abandonó a su familia, con cuatro hijas, entre ellas la madre de Picasso, y funda allí una nueva familia con una afrocubana, una exliberta, con la que tuvo cuatro hijos. Son afrocubanos y cuando su abuelo fallece y la familia materna viaja a Cuba para ver qué puede repatriar de él. Allí es cuando descubren que existe una rama de Picassos negros en Cuba que todavía existe. Lo interesante es que al regresar su madre de la isla es cuando Picasso empieza a trabajar el arte africano. Esto abre derroteros nuevos sobre la influencia de este estilo a través de un componente biográfico».