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María Porto: “Todo el mundo debería poder apreciar el arte en las paredes de su propia casa”

La galerista se sirve de las instalaciones de El Corte Inglés del Paseo de la Castellana para acoger una galería de venta en formato «pop-up» con obras de Picasso o Miró
María Porto, galerista de arte en la nueva exposición abierta al público, en pleno El Corte Inglés de Paseo de la Castellana
Cristina BejaranoLa Razón
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Un pequeño foco de tono y temperatura regulable, de cuidadosa fabricación, ilumina un grabado, negro sobre blanco, firmado por Pablo Picasso. En la habitual cartela a pie de lienzo, además del nombre, el título y la fecha de creación de la obra, aparece un precio de venta. No estamos en un museo. O al menos no en uno convencional. Si seguimos ampliando nuestro campo de visión, quizá demos con un montón de camisas y, si seguimos siendo conscientes del espacio, veremos a lo lejos la zona de perfumería.
En pleno corazón de Madrid, dentro del imponente El Corte Inglés de Castellana, la galerista María Porto, junto a Leticia Hervás, ha seguido la tradición del «pop-up», común más allá de los Pirineos y una rareza aquí, y ha montado una galería de arte instantánea en mitad del centro comercial. Cuadros de Joan Miró, algún que otro Okuda y obras de artistas todavía en desarrollo comparten espacio con los pasillos habituales del gran almacén y, por supuesto, hacen las delicias tanto de interesados como de curiosos. Porto, energética y consciente del cambio de paradigma en el mundo del arte, atiende a LA RAZÓN junto a las obras de arte mientras la ebullición de la vida en el centro comercial sigue su frenético curso.
¿Cómo surge la idea? ¿Cómo la puso en marcha?
En España no hay tradición de visitar galerías o de acercarlas al público, y eso tiene que cambiar. El arte es esperanza y es vida, y cualquiera debería poder tener arte de altura en su casa. Hay grabados desde 200 euros hasta obras de 100 millones. No todos podemos comprar todo, pero todos deberíamos tener acceso al arte en casa. Creo que en el mundo, pero sobre todo en España, faltaba un canal que ejerciera esa conexión, que nos lo pusiera fácil. Las obras de arte pueden estudiarse en catálogos, o entenderse a través de la investigación en Internet, pero tienes que acercarte a ellas físicamente para entenderlas del todo. Y qué mejor que estar paseando por un centro comercial y dar con ellas.
Entonces, ¿hay algo en ello de misión artística también?
Hay que romper la barrera para que mucha gente que antes no se hubiera atrevido siquiera a entrar a una galería, compre arte. Ese es mi objetivo, no desacralizar. Aquí hay obras de Picasso, o de Miró, pero me gustaría que sirviera también como plataforma a artistas más jóvenes. El mercado del arte está en constante cambio, y siempre hay artistas nuevos y maravillosos por un lado y gente deseando encontrarlos para invertir en ellos por otro, faltaba la conexión y nosotros aspiramos a serlo.
La galería lleva poco más de un mes abierta, ¿cómo valora estos primeros días de actividad?
El «feedback» está siendo buenísimo, pese a tratarse de mucha gente que jamás se habría pensado entrar en una galería. A mis 52 años, todavía sigo aprendiendo.
¿Se hace difícil compartir espacio con camisas y zapatos?
No ha sido un encaje complicado, porque realmente todas las galerías o salas tienen que lidiar con circunstancias específicas. Si no por lo que hay dentro, por las tiendas de alrededor, por ejemplo, o el barrio. No podíamos querer acercar el arte a la gente y rodearnos de la sección de lujo o llevarnos los cuadros junto a los productos más caros del edificio.
A la hora de negociar los seguros de los cuadros, ¿se ha encontrado con muchas trabas?
Tengo muchísima experiencia en el sector y sé con quién trabajar, así que no hubo problema. No sabría decir si es porque confían en mí o porque hemos invertido un año en acondicionar el espacio, pero ha salido rodado. Tenemos las mismas condiciones de seguridad que el mejor de los museos.
Habrá quien crea que su proyecto, al final, va en contra de la apreciación del arte y en favor de la mercantilización...
No tengo más que respeto por las opiniones que puedan ser discordantes, y las entiendo perfectamente. El arte es para verlo y para disfrutarlo, y por aquí pasan miles de personas cada día, ¿en qué otro lugar, con estas condiciones de conservación, tanta gente va a ver tantos cuadros? Tenemos una ventaja maravillosa, y aquí puede venir todo el mundo, no solo quien se pueda permitir llevarse un Picasso a casa. Es más democrático.
Ya que hablábamos de su experiencia en el sector, ¿cómo está percibiendo la llegada de los NFT al mundo del arte?
Es una nueva forma de entender la compra y la venta de arte. Y podría ser muy útil, muy apasionante. No creo que sea oscura, o dañina por sí misma, porque siempre hubo gente dispuesta a comprar obras para especular, para guardarlas en un almacén de Ginebra y venderlas cuando alcanzaran su máximo valor. Ocurre lo mismo con las subastas. El NFT, para las nuevas generaciones, será una extensión más del mundo real. Es un camino apasionante en el que yo ya me estoy formando e intentando aprender día a día, pero será muy difícil que desaparezcan los especuladores.