Pedro Almodóvar: «”Madres paralelas” es mi película más política»
Tras inaugurar el Festival de Venecia, el director manchego estrena el viernes su nueva película, “Madres paralelas”, protagonizada por Penélope Cruz y Milena Smit
Creada:
Última actualización:
Antes de viajar hacia Venecia para inaugurar la Mostra; antes, claro, de saber que Penélope Cruz ganaría la Copa Volpi como mejor actriz, Pedro Almodóvar habló con LA RAZÓN sobre «Madres paralelas», su nuevo y poliédrico melodrama sobre la maternidad que está atravesado por el peso de la memoria histórica, materializada en las fosas comunes de cadáveres republicanos que los familiares luchan por recuperar. «Yo nunca he querido crear polémica, aunque me hayan perseguido las polémicas», afirmaba relajado en su despacho, desmenuzando los secretos de una película de larga gestación -el origen del proyecto data de 2009, de la época de «Los abrazos rotos» -, que se ha rodado durante la pandemia –«cuatro PCRs semanales y test de antígenos: nos ha salido muy caro»- y que clausurará el Festival de Cine de Nueva York el próximo viernes 8 de octubre, fecha de su estreno en España. Hermético en general y dicharachero en particular, Almodóvar no tiene pelos en la lengua.
-En sus dos últimas películas, la memoria ocupa un lugar central en el relato. En «Dolor y gloria» desde un punto de vista autobiográfico, y ahora en «Madres paralelas» desde lo colectivo. Parecen el plano y el contraplano de un mismo interés por luchar contra el olvido.
-Me preocupaba mucho visibilizar el tema de la memoria histórica, y hacerlo de un modo tangencial a través de un personaje que busca a su bisabuelo pero que en su vida privada se encuentra sometida a un silencio y a una culpa que podría entenderse como paralelo al silencio terrible de las víctimas de la guerra. Ese es el dilema que encarna el personaje de Penélope Cruz. Yo no tengo ningún familiar desaparecido, y en mi casa, como en tantas otras, no se hablaba de la Guerra Civil. Todavía no entiendo como parte de la sociedad española, y sobre todo los partidos de derechas, se oponen de una forma tan radical a una cuestión que es meramente humana. Creo que el tema de la memoria histórica se puede tratar de una forma mucho más extrema de lo que yo lo he hecho. A mí me interesaban esas personas que no están buscando revancha ni un ajuste de cuentas, sino tener un lugar donde tener los huesos de sus muertos y poder llevarles flores. Un lugar digno, vamos.
-¿Cree que la sociedad española es una sociedad herida?
-Hay una deuda de la sociedad española con las víctimas de la guerra y sus familiares, porque se les ha intentado borrar de la Historia. Es un problema que debería estar más allá de las filiaciones políticas. Cuando ves testimonios de gente que está buscando a sus padres o a sus abuelos, notas de todo menos ira o venganza. Cuando en el 2014 vinieron los relatores de la ONU, se quedaron boquiabiertos al advertir que las generaciones anteriores habían optado por un silencio patológico. Son los biznietos los que están buscando a sus familiares. Con la ley de Memoria Democrática que se aprobó en julio, todo esto se va a subsanar. Resignificar el Valle de los Caídos, que lo de las fosas sea un asunto de la administración… Todo lo que se ha hecho hasta ahora ha sido a través de iniciativas privadas, ONGs, arqueólogos que trabajan gratis, y aun así, quedan por localizar como cien mil cadáveres.
-Da la impresión de que en «Madres paralelas» hay dos películas, una sobre la memoria histórica y otra sobre la maternidad.
-En las dos versiones anteriores del guion, la cuestión de las fosas tenía una mayor presencia. Había, por ejemplo, un momento en que Penélope y el antropólogo se encontraban en el teatro para ver el espectáculo de Andrés Lima, «El pan y la sal», sobre el juicio de Garzón. Luego decidí reservar el tema para el prólogo y el epílogo de la película porque sentía que podía fagocitar todo lo que había alrededor, no convivía con la historia de las madres.
-La maternidad es un tema recurrente en su filmografía, pero tal vez sea en «Madres paralelas» donde se expresa de un modo más amplio, más panorámico…
-Los hombres no llegamos a entender del todo la maternidad. Es un milagro de la naturaleza que ha elegido a las mujeres. Como autor, me parece una fuente de inspiración enorme, pero, es verdad, en «Madres paralelas», es la película donde el peso de lo femenino engulle con más fuerza a lo masculino, en este caso encarnado en un único personaje (interpretado por Israel Elejalde).
-¿Qué cree que aporta de nuevo esa perspectiva sobre la maternidad?
-Es la película en la que muestro una maternidad más imperfecta. Por ejemplo, coloco al personaje de Penélope Cruz en una situación muy difícil de aceptar moralmente, pero muy fácil de entender. Todo lo que la convertía en una madre abnegada pero moralmente cuestionable era lo que más me interesaba, porque no lo había hecho antes. O con el personaje de Aitana, que confiesa que no tiene instinto maternal. Me he encontrado con chicas que me lo han dicho, y debe de ser durísimo. Su caso, de hecho, está inspirado en otra actriz, que renunció a sus hijos por su carrera y luego se ha arrepentido mucho. La culpabilidad está mucho más presente en todas las madres. El amor maternal es distinto al paternal, no digo que sea mejor o peor.
-En sus películas femeninas, las mujeres siempre se acompañan, se ayudan, se solidarizan. En sus películas masculinas, los hombres están solos. ¿Cree que la soledad es masculina?
-Yo soy una persona solitaria, aislada. Sin embargo, la sororidad es algo que siempre he visto a lo largo de mi vida, y la siento como algo muy real. Las mujeres nos llevan ventaja en eso. Los hombres no vamos juntos al lavabo. Las mujeres siempre se ayudan entre ellas. Por supuesto, la generación de mi madre, qué te voy a contar. Las vecinas y el universo femenino de los patios es lo que me forjó como persona. Así viví mi infancia. Fíjate en Cecilia Roth en «Todo sobre mi madre»: ha perdido a su hijo, está como un tizón, quemada por dentro, y acaba haciéndole de madre a Penélope, y aquí ocurre lo mismo con Penélope respecto al personaje de Milena Smit.
-¿Cómo trabajó con Penélope el dilema moral de su personaje?
-Era muy difícil actuar a la contra. El espectador debía notar sus contradicciones morales pero no así el personaje de Milena. En los ensayos, Penélope empezaba a llorar desde el principio y acabábamos con las dos abrazadas. Yo les decía: «¡No podéis hacerlo!».
-En cierto modo, ¿no cree que en «Madres paralelas» construye una historia secreta de España, desde el franquismo hasta nuestros días?
-Creo que es mi película más política, no tratando de que lo sea. He intentado contar la historia de estas mujeres, y a través de esa historia, sí que estoy hablando de España, de su presencia en mi vida y mi imaginario.
-¿En qué sentido?
-Yo tengo memoria del franquismo. En la Movida me entrego furiosamente al placer de vivir en libertad en democracia. Y después, a mis 70 años, siento la necesidad de hablar de lo injusta que fue la Transición, una Transición durante la que yo no me paré a pensar, por ejemplo, en la ley de Amnistía. La amnistía fue la mejor manera de dar los primeros pasos en la democracia y la forma más pragmática que encontraron las izquierdas para cambiar de régimen, pero las grandes víctimas de la Transición siguieron siendo las víctimas de la guerra. En 1977 decidimos ser modernísimos, con UCD, un partido de derechas, en el poder. Yo soy un ejemplo de esa democracia. Yo no habría podido hacer ni una sola de mis películas sin esa democracia. En ese momento, yo deliberadamente no tenía memoria. «Pepi, Luci, Bom» nace como si Franco nunca hubiera existido. No permití que hubiera ni la más mínima sombra de Franco. Mi postura, que era apolítica, consistía en el apoliticismo de la Movida, porque me parecía mucho más importante hablar de lo que ocurría en las calles de Madrid en ese momento. Es la edad lo que ha despertado en mí el interés por estos temas.