El Arco del Triunfo como nunca se vio: ¡envuelto!
Era la guinda que le faltaba al artista para completar su carrera junto a Jeanne-Claude, su pareja. París ya la celebra
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Una nueva piel para el Arco del Triunfo. Como si se tratase de un regalo gigante empaquetado con una sensual tela plateada que se mueve con los vaivenes del aire y que refleja la luz de la plaza más icónica de la capital francesa. Esta es ni más ni menos la imagen que presentará el Arco desde este sábado y durante los próximos quince días gracias al proyecto póstumo de talla XXL del artista búlgaro Christo, que murió al poco de estallar la pandemia en mayo del año pasado y que se ha ganado fama internacional por haber empaquetado otros grandes monumentos como uno de los puentes del Sena en 1985 o el Reichstag de Berlín en 1995. Christo falleció en Nueva York, poco después de que las autoridades francesas hubieran concedido los permisos finales para llevar a cabo un proyecto de tal envergadura tras una larga historia de burocracia, algo que ha ido siempre solapado a sus creaciones.
Las dimensiones del proyecto que estos días ha desatado la máxima expectación entre los parisinos se traducen en cifras mareantes: 25.000 metros cuadrados de tejido de polipropileno reciclable, 3.000 metros de cordón rojo para sostenerlos, 312 toneladas de estructuras de acero y un presupuesto de 14 millones de euros, autofinanciado en su totalidad, sin subvenciones públicas, gracias a la venta de obras originales de la pareja artística que formaban Christo y la francesa Jean-Claude, fallecida en 2009, dibujos preparatorios, recuerdos, maquetas y litografías. Las obras para su instalación comenzaron hace dos meses y terminarán, con todo el desmontaje de la estructura, un mes después de su exposición. Todo visitante que pase a ver el «nuevo» arco, construido entre 1806 y 1836 por orden de Napoleón Bonaparte para perpetuar la memoria de las victorias de los ejércitos franceses, será obsequiado con muestras gratuitas de la tela con la que se ha ocultado el monumento. Un pedacito de plástico convertido en un icono para adorar.
La tarea de ambos artistas trata de desvelar la fragilidad de los monumentos en los que actuaron: podrían desaparecer en cualquier momento. Al taparlos, uno podría leer el gesto como la restauración contemporánea de un icono heredado. El empaquetamiento, (que no envoltorio, como repitió varias veces el artista) no alteraba el lugar en el que actuaban aunque lo transformaba por completo. El Arco del Triunfo parisino tendrá así una nueva piel, que vibrará con el viento que se cuele por la tela plástica y entonces se descubrirá cómo una construcción inalterable pero oscilante y vulnerable. La pareja de artistas siempre indujo con sus obras al planteamiento de cuestiones como la evolución del significado de los monumentos y edificios o las lecturas que podemos hacer en el presente de hitos nacidos en el pasado.
Christo Vladimirov Javacheff, nacido en Bulgaria en 1935, dejó su país para seguir sus inquietudes artísticas en el París de la década de 1960 y luego se instaló en Nueva York, donde murió en 2020. Junto a su pareja, la francesa Jeanne-Claude Denat de Guillebon, fallecida en 2009, se hizo célebre por sus instalaciones artísticas de gran tamaño y carácter efímero, que consistían con frecuencia en empaquetar monumentos o edificios con telas brillantes. Ambos, que trabajaban bajo el nombre artístico de Christo, buscaron trascender los límites de artes clásicas como la pintura o la escultura.
El «último paquete» de Christo era el gran sueño del artista, que ve ahora la luz pero cuya historia comenzó a gestarse hace décadas. Ya desde los años 60 el dúo imaginaba fantasías de empaquetados con fotomontajes, cuando el artista búlgaro vivía en una pequeña buhardilla parisina no lejos del propio Arco del Triunfo. El proyecto se concretó para 2020, al tiempo que el Centro Georges Pompidou inauguraba la retrospectiva «Christo y Jeanne-Claude. Paris!». Pero la pandemia del coronavirus aplazó todo. La muerte del artista convirtió su sueño en vida en su obra póstuma.
Ahora, una de las cámaras que miran a la plaza Charles de Gaulle y enfocan a uno de los monumentos más célebres de todo el mundo, retransmite desde el pasado 15 de julio el montaje en directo. Las estructuras de acero que protegen los relieves y dan la forma esperada por los artistas estaban listas al acabar agosto. El embalaje, que comenzó hace una semana para estar listo este sábado 18 de septiembre, día de la inauguración, ha estado supervisado en todo momento por Vladimir Yavachev, sobrino del artista. «Hoy es uno de los momentos más espectaculares de la instalación. El Arco del Triunfo empaquetado está empezando a cobrar vida y se acerca a la visión de lo que fue el sueño de toda una vida para Christo y Jeanne-Claude», decía durante esta semana a la prensa gala. Tras el final del empaquetado efímero de París, Yavacheff se centrará en la realización del otro proyecto póstumo que Christo dejó muy avanzado, una mastaba en Abu Dhabi, en los Emiratos Árabes Unidos, formada por una serie de hileras de barriles de petróleo. «Ese será el último proyecto» de Christo, afirma el sobrino del artista y director de operaciones de Christo Jeane-Claude, una entidad que está en proceso de transformarse en una fundación.
La pareja de artistas siempre se apoyó en la autofinanciación para mantener la independencia de sus proyectos. No fueron nunca amigos de patrocinios o subvenciones. «Para mantener esa libertad absoluta no podemos estar obligados por nadie», ha dicho el artista en más de una ocasión, consciente de que cuando la política paga un monumento lo hace con la intención de que ocupe la calle eternamente. Así, una vez anunciado el proyecto en el Arco del Triunfo, Sotheby’s se asoció con la empresa del artista para organizar la venta que debía ofrecer al mercado los bocetos preparatorios de sus últimas creaciones bajo el nombre «The Final Christo». Los precios han oscilado de 150.000 euros a 2,5 millones de euros. Según Simon Shaw, vicepresidente de la casa Sotheby’s, el empaquetamiento del icono parisino «será el evento artístico del año». El maestro de empaquetar monumentos no dibujaba para proyectos que ya estaban en curso, sino que siempre lo hacía de forma previa para ir reflejando la evolución de lo que tenía en mente. Por eso cuando le concedieron el permiso ya no tenía, como él mismo reconocía, obras del Arco para vender y sufragar la acción.
Christo se despide de esta forma de una ciudad a la que estuvo muy vinculado desde joven y que ahora tendrá quince días por delante para contemplar su paquete póstumo, el que siempre quiso tranformar en realidad.