Tiziano desata su pasión en El Prado
«Pasiones mitológicas» reúne en Madrid una selección de las mejores obras europeas de los siglos XVI y XVII
No suele ser habitual, por no decir que nunca sucede, que la presentación de una exposición se siga por más de 150.000 individuos. Puede que la sala de Prensa o auditorio se quede pequeño o, quizá, que incluso haya gente esperando en la calle para aprovechar cualquier resquicio y sumarse a la cita, pero encontrar cifras tan elevadas es harto difícil. Sirva este ejemplo, el de las 150.000 personas, para dar muestra de lo esperadas que eran las «Pasiones mitológicas» que inauguró el Museo del Prado el pasado 2 de marzo. Unos números a los que, por muy grande que sea la pinacoteca, hubiera sido imposible llegar si no fuera por las redes sociales, donde el centro se ha sabido mover a la perfección para adaptarse a estos tiempos distantes en los que lo on-line ha cobrado un nuevo significado. De esta manera, y entre otros materiales interactivos, la exposición, que se cierra el 4 de julio, ofrece la opción de descubrir el «timelapse» de cómo se prepararon las salas para acoger la muestra.
Con el patrocinio exclusivo de la Fundación BBVA, la cita constituye una buena ocasión para contemplar una de las mejores selecciones de la pintura mitológica que se hizo en Europa entre los siglos XVI y XVII, destacando especialmente la reunión de las «Poesías» que Tiziano pintó para Felipe II. Organizada al unísono por el Prado, la National Gallery y el Isabella Stewart Gardner Museum, la exposición plantea un recorrido por el amor mitológico de la mano de las grandes figuras de la pintura europea a través de 29 obras.
Entre los préstamos más relevantes se encuentran una «Venus y Cupido» pintada a partir de un dibujo de Miguel Ángel, «Andrómeda y Perseo», de Veronese, y «Paisaje durante una tormenta con Píramo y Tisbe», de Poussin, junto a las citadas «Poesías». A esas pinturas se unen obras clásicas de la propia colección del Prado como «Las hilanderas», de Velázquez, o «Las tres gracias», de Rubens, que se contextualizan dentro de un proyecto que deja entrever lo que significaba la pintura mitológica para los artistas de aquellos siglos. Salirse de los retratos «oficiales» de las diferentes cortes significaba dar rienda suelta a la imaginación. Aprovechar la libertad que le otorgaban esos pasajes mitológicos para plasmar sentimientos a la vez que atreverse con sugerentes desnudos y paisajes soñados. Así, se podían inventar las escenas que solo estaban en sus imaginarios y sacar de ellos su parte más creativa, del amor a la lujuria si era preciso. «Con esta exposición buscamos el acercamiento a formas de sentir y pensar aprendidas de los escritores de la Antigüedad que definieron la cultura europea de los siglos XVI y XVII. La idea de que la belleza, el deseo, el amor y el sexo están íntimamente conectados entre sí y de que estamos a su merced, como lo estamos a la de la naturaleza; forma parte de esa cultura», afirma Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del museo madrileño y comisario de la retrospectiva junto al director del centro, Miguel Falomir.
Es precisamente este último el que, recordando el compromiso colectivo en el que es fundamental el apoyo y la confianza de patrocinadores tan generosos como la Fundación BBVA, asegura que «la organización de esta exposición plantea un doble mérito; por un lado, la reunión de uno de los conjuntos artísticos más bellos, complejos e influyentes de la pintura europea, y, por otro, el esfuerzo de los trabajadores por lograrlo en plena pandemia».
En la mitología grecorromana el amor, el deseo y la belleza son conceptos íntimamente relacionados entre sí y dominan las vidas de los humanos. Por lo que los mitos que se refieren a estos asuntos fueron muy estimados por los artistas del Renacimiento y el Barroco, que buscaron representarlos con sentimiento. De manera que los coleccionistas de élite que encargaron pinturas sobre estos temas disfrutaban de su contenido erótico y se recreaban en su propia cultura clásica. Tiziano, de otra parte, fue uno de los pintores que más impacto tuvo en la reelaboración de la tradición grecorromana en el Renacimiento, y por ello es el principal protagonista de la muestra. Los conjuntos de escenas mitológicas que realizó para el duque de Ferrara, entre 1516 y 1524, y para Felipe II, entre 1553 y 1562, se encuentran entre los más célebres e influyentes de su tiempo. Como dato significativo, destacar que los seis cuadros creados para el monarca no se han vuelto a ver juntos en España desde finales del siglo XVI. Así, la pintura de Tiziano influyó en Veronese, Rubens, Poussin, Velázquez, Van Dyck y otros artistas para quienes volver a temas tratados por su antecesor era una forma de señalar su contribución a una genealogía pictórica en la que se reconocían.