Por qué se llaman Premios Goya, y otras curiosidades
La Academia de Cine celebra hoy en el Teatro del Soho Caixabank la 35ª edición de los galardones cinematográficos más prestigiosos de España
Creada:
Última actualización:
Hoy se celebra en el Teatro del Soho Caixabank, en Málaga, la 35ª edición de la entrega de Premios Goya. La Academia de Cine vuelve a conceder los galardones más prestigiosos del cine español en una ceremonia que, por primera vez, se hará con un formato híbrido: los presentadores, Antonio Banderas y María Casado, así como quienes entregan las estatuillas estarán en el escenario, mientras que los nominados asistirán de manera virtual. A partir de las 22:00 horas, TVE retransmitirá en directo cómo se va rellenando el palmarés de unos premios que, desde 1987, vienen entregándose repletos de anécdotas y curiosidades.
¿Por qué Goya?
El galardón que se entrega es un busto del pintor español Francisco de Goya y Lucientes. Pero, ¿por qué un premio cinematográfico con nombre de pintor? La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas consideró que la industria del cine siempre ha mantenido una gran relación con el arte y, concretamente, con la pintura. Por ello, eligieron realizar la estatuilla con la imagen de Goya, por el amplio y evidente vínculo cinematográfico que hay en sus obras. Así lo explicó la Academia: el artista “había tenido un concepto pictórico cercano al cine y varias de sus obras más representativas tenían un tratamiento casi secuencial”.
¿Quién diseñó al “cabezón”?
El busto -conocido coloquialmente como “el cabezón”-, en un principio, se realizaba con bronce, pesando unos 15 kg, pero el actual pesa entre 2,5 y 3 kg, realizado con escayola y acabado de bronce. El diseño actual es obra del escultor José Luis Fernández. No obstante, no es la imagen que siempre se ha visto en los escenarios de los premios, pues la primera estatuilla que se encargó corrió a cargo del escultor Miguel Ortiz Berrocal.
El Goya a película más premiada es...
“Mar adentro” (2004), de Alejandro Amenábar. De estar nominada a 15 categorías diferentes, esta película protagonizada por Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, Tamar Novas o Mabel Rivera, entre otros, ganó 14 premios Goya. Le sigue “¡Ay, Carmela!” (1990), cinta de Carlos Saura y protagonizada por Carmen Maura y Andrés Pajares, que se alzó con 13 estatuillas. Por su parte, “La isla mínima” (2014), de Alberto Rodríguez, se llevó 10 bustos, empatando a “Blancanieves” (2012), de Pablo Berger, o a “Handia” (2017), e Jon Garaño y Aitor Arregi.
Colección de bustos
Durante la historia de los Goya, también se han ido juntando nombres que en sus casas contienen más de un galardón. Por ejemplo, es curioso cómo las actrices más premiadas comparten un idéntico número de estatuillas: cuatro. Son Verónica Forqué -por sus interpretaciones en ”El año de las luces”, “Moros y cristianos”, “La vida alegre” y “Kika”-, y Carmen Maura (”Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “¡Ay, Carmela!”, “La Comunidad” y “Volver”). Por su parte, Javier Bardem es el actor más galardonado, con 5 premios, la mayoría de ellos como protagonista, mientras que, cómo no, Amenábar ostenta el puesto más alto: 3 premios por Mejor director, 4 como guionista, 1 a la Mejor música original y 1 al Mejor productor o Mejor película. No obstante, le gana Alberto Iglesias, productor con 10 premios.
Unas galas... problemáticas
Algo común en cada ceremonia es que la actualidad política y social se vea bastante reflejada, sea en los discursos de los ganadores, en los monólogos de los presentadores, en la dinámica o en las propias películas. Por ejemplo, José Luis Borau, en 1998, se pintó las manos de blanco para mostrar su rechazo por el asesinato del PP Alberto Jiménez Becerril y su esposa. También destacó Álex de la Iglesia en 2010, cuando criticó la ley que permitía el cierre de páginas web de descargas ilegales. Pero la protesta, quizá, más fuerte, sucedió en 2003, durante la guerra en Irak: muchos invitados acudieron a la gala con el cartel de “No a la guerra”.
2.000 metros lisos
Hay detalles que las cámaras de los medios de comunicación no tienden a percibir del todo. Y ejemplo de ello es la Alfombra Roja, tradición en la que los asistentes -este año de forma virtual- suelen posar ante los flashes, y que suele ser bastante comentado. Pero hay un dato que algunos pueden no conocer: más de 2.000 metros de alfombra cubren el recorrido desde su inicio hasta la entrada al lugar donde se conceden los premios. De hecho, tal es la importancia de este momento que, algunos años, la alfombra se ha teñido de otros colores por cuestiones publicitarias.