Las obras de arte que corrieron peligro en el asalto del Capitolio

El asalto al Capitolio de esta semana ha supuesto un ataque a la democracia de este país. Los asaltantes que lograron burlar las medidas de seguridad deambularon por este edificio a sus anchas, entraron en las cámaras más sagradas de esta nación y algunos se sentaron cómodamente en los despachos de los congresistas. Dantesco. Durante este suceso, el edificio sufrió algunos daños, como se ha podido percibir en las vídeos que se han difundido en los medios de comunicación, y ahora algunos conservadores están evaluando también qué destrozos se pueden haber cometido, aparte de la vulneración a la democracia, en este complejo y en las obras de arte que conserva en su interior.

En una primera indagación parece ser que no se han producido enormes desperfectos en este complejo, que estaba entre los objetivos terroristas del 2001 en Estados Unidos, y que se inauguró en 1800. Fue un diseño, aunque después se alteró, de William Thornton y supone un ejemplo claro del neoclasicismo norteamericano. El aspecto de su cúpula, probablemente el elemento más característico de su silueta, se debe a Thomas Walter y August Schenborn. En la mente de estos arquitectos estaba el arte europeo, sobre todo el procedente de París, pero, por encima de lo demás, tenían la mirada puesta en Andrea Palladio, un arquitecto renacentista del siglo XVI al que se debe la Iglesia de San Giorgio Maggiore en Venecia, la Villa Foscari o el Palacio Chiericati.

Pero el edificio, aparte de la cámara de Representantes y del Senado, también alberga una importante colección de murales y lienzos. Cuando los seguidores de Trump entraron dentro muchos también temieron que se atacaran las estancias y los tesoros que custodian. Ahora una serie de expertos están examinando los deterioros que se han producido. En un primer repaso, como informa «The New York Times», no existe ningún daño relevante. En su interior, hay que subrayar, que existen varias pinturas que hacen referencia a los momentos fundaciones de este país y de sus grandes hombres y líderes, como Benjamin Franklin, George Washington o de la llegada de Cristóbal Colón a las costas americanas. En la parte inferior de la cúpula, de hecho, existe una colección de pinturas vinculadas con el pasado de esta nación como es «El bautismo de Pocahontas», realizado por Gardsby Chapman, «El descubrimiento del río Misisipi», de William H. Powell, que alude a la gesta del conquistador español Hernando de Soto, o «El desembarco de los peregrinos en Playmouth», de Robert W. Wier.

Estos tesoros, de momento, parece que libraron de la furia de los manifestantes que, arropándose en su propia voluntad, penetraron en los pasillos del Capitolio. A pesar de los altercados que se produjeron en su interior, parece que todo el arte ha salido indemne. No se puede asegurar lo mismo de la democracia americana.