Bienvenidos a la era de los actores “zombie”
La tecnología CGI se usaba hasta ahora se usaba para crear personajes como Golum, los protagonistas de Avatar o, incluso, paisajes ficticios. Sin embargo, ya se han traspasado los límites y se utiliza para «resucitar» a superestrellas fallecidas como James Dean o David Bowie
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La tecnología amenaza millones de empleos de todo el mundo. El foco se ha puesto en los puestos de trabajo en los que los humanos podrían ser sustituidos por robots, como en las fábricas o las plantas industriales, o por la inteligencia artificial como en los sectores administrativos. Sin embargo, la intervención de las máquinas está penetrando peligrosamente en profesiones que parecían estar a salvo de la «tecnologización» como la interpretación. Cada vez más son las propuestas para crear actores y actrices virtuales, que robarían oportunidades a los de carne y hueso.
Sobre todo, preocupa la tendencia a «resucitar» a intérpretes fallecidos de importante caché mediante CGI (Computer-Generated Imagery; imágenes creadas por ordenador) y darles un papel cinematográfico. El único coste para los estudios de tener a grandes estrellas en pantalla es poseer la tecnología CGI, que una vez obtenida ya no supone más gasto que el eléctrico. Y pagar a un actor de bajo caché para que interprete los movimientos y expresiones que luego pertenecerán al cuerpo y rostro de una superestrella que atraerá a las masas a las salas de cine.
Obviamente, la recaudación en taquilla y demás supera con creces a la inversión previa. En definitiva, se trata de un gran negocio que criticó, de forma descriptiva, el intérprete Dylan Sprouse en Twitter con las siguientes palabras: «¡Encontré una nueva forma para robar tumbas de iconos muertos y ordeñar a las masas por menos!».
A pesar de las críticas que proceden desde los propios intérpretes, las productoras continúan con su intención de «resucitar» a grandes estrellas gracias al CGI. El último proyecto de este tipo conocido ha sido el de recuperar a David Bowie (fallecido en 2016) para una secuela de «Laberinto» (1986), cinta en la que ocupaba el papel del Rey Duende Jareth.
Otras estrellas están cerca de estrenar. Es el caso de James Dean (fallecido de 1955). En noviembre de 2019 salió a la luz que su familia había permitido el uso de su imagen a la compañía Magic City Films para que tuviese un rol secundario en la cinta «Finding Jack», cuyo estreno está previsto el próximo 11 de noviembre. Si esta fecha no se retrasa para la pandemia, seguro que tendremos un final de año cargado de debate cinematográfico.
Otros ya han llegado a «redebutar», generando una agria polémica. Así ocurrió con la reaparición de Paul Walker en la séptima de «Fast and Furious», de 2015, aunque el actor había fallecido dos años antes. En aquella ocasión se generó cierto entendimiento entre el público, pues la película estaba escrita contando con Paul Walker antes de que se produjese su dramática muerte.
No obstante, Disney no pudo justificarse cuando «resucitó» para «Star Wars» a Peter Crushing, que interpretaba a Moff Tarkin en la trilogía original. Crushing regresó en el spin off «Rogue One: Una historia de Star Wars», de 2016, 22 años después de su fallecimiento. En realidad, en esta nueva cinta, el papel de Tarkin lo realizaba Guy Henry, un actor con poco recorrido cinematográfico y, por lo tanto, barato de contratar. En postproducción cambiaron su cara por la de Crushing mediante CGI.
La pregunta es, ¿cómo van a lanzar su carrera intérpretes como Guy Henry si las productoras sustituyen sus caras por la de otros actores ya fallecidos y con más caché?, ¿llegará algún día a realizarse un largometraje en el que solo haya actores recreador con CGI?, ¿cuál es el límite entre la recreación y la interpretación?
La expansión del CGI como herramienta para recrear actores ha recuperado un debate que se abrió a principios del siglo XXI. La primera película de la saga de «El señor de los anillos» causó furor en 2021, y uno de los personajes más destacados por los cinéfilos fue el de Gollum (o Esmigol). Cautivó a mucha gente que valoró enormemente al actor que estaba detrás de él, Andy Serkis, quien más tarde ha dado vida a César en «La guerra del planeta de los simios» o «King Kong».
La mayor parte del trabajo interpretativo de Serkis ha consistido en ponerse uno de esos trajes de una pieza al que están pegadas decenas de ventosas de las que salen cables que acaban en un ordenador. De esa manera, se registran los movimientos de Serkis, tanto los corporales como faciales, durante el rodaje de las escenas. Después, en postproducción y mediante la magia del CGI se recrea a Gollum a partir de la interpretación de Serkis en el plató.
En definitiva, Gollum era Serkis, solo que con una apariencia diferente. Entonces, mucha gente pidió un Oscar para él, mientras otros se negaban porque consideraban que debía aparecer el propio actor en pantalla para que su trabajo fuese valorado totalmente. Claro que en el caso de Serkis, él estaba dando vida a un personaje nuevo. Pero, ¿podría recibir un premio Guy Henry por su trabajo aunque su cara hubiese sido sustituida en la película por la de Crushing?, ¿el mérito sería de la interpretación de Henry o del CGI?
La moral dicta las respuestas a estas preguntas, y la ley designa los límites de la «resurrección de actores». En 1979, los herederos de Béla Lugosi (que en 1931 interpretó a Drácula), denunciaron a Universal Pictures por usar su imagen y beneficiarse de ella después de la muerte del actor. El pleito fue bastante largo, pero en 1985 la Corte Suprema de California dictaminó que los derechos de imagen de Lugosi pasaron a sus herederos tras el fallecimiento.
Por lo tanto, Universal Pictures debía haberles pedido permiso, cosa que no ocurrió. Esta sentencia sentó una jurisprudencia que se mantiene en la actualidad. Los actores asentados en California o que fallezcan allí pueden recurrir a esta normal por la que los derechos de imagen de un intérprete permanece en propiedad de los herederos hasta 70 años después del fallecimiento. En principio eran 50 años, pero el sindicato de actores pidió la ampliación.
Los músicos también “resucitan”
Cada año, en el festival de Coachella ocurren muchos acontecimientos que son protagonistas en la prensa cultura. Sin embargo, en la edición de 2012 hubo una noticia destacada por encima de cualquier otra, el concierto de Tupac Shakur. Un holograma del rapero fallecido en 1996 apareció en el escenario y el público enloqueció. Aquello solo fue una de las primeras piedras en el camino al éxito de los hologramas en la industria de la música. Ya se ha «resucitado» a Michael Jackson, y pocos días antes de la declaración del estado de alarma María Callas dio un concierto en Madrid a pesar de haber muerto en 1977.