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Bernabé no aludió al Barranco del Poyo la mañana del 29-O

La falta de información y las fuertes lluvias en La Ribera hicieron que todas las miradas se centraran allí. Nadie vio venir lo que iba a suceder en l’Horta Sud

Imagen de archivo del barranco del Poyo tras la riada
Imagen de archivo del barranco del Poyo tras la riadaArchivo

La mañana del 29 de octubre en Valencia capital hacía mucho viento, era húmedo, las nubes se movían constantemente, con un color cambiante entre el gris y el anaranjado. Llegaban noticias de que la zona de La Ribera estaba viviendo una de las mañanas más complicadas de los últimos años. El pueblo de Tous estaba inundado. Las carreteras que daban acceso a la localidad, cortadas. En Alzira ya había habido algún rescate y en Carcaixent todos los ojos estaban puestos en el barranco.

Rafelguaraf, Manuel, Catadau... eran las localidades en las que todas las autoridades responsables de la emergencia se centraban aquella mañana. A las 11:30, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, atendió a los medios de comunicación después de mantener una reunión en la que habían participado todos los organismos dependientes del Estado en situación de alerta meteorológica: la Unidad de Protección Civil, Aemet, Adif, Renfe, la Dirección General de Tráfico, la Guardia Civil y la Policía Nacional, además de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ).

Bernabé informó de las carreteras que quedaban cortadas, todas centradas en la zona de La Ribera, especialmente en Tous, el mítico pueblo que sufrió la pantanà en el año 1982 y que aquella mañana quedó aislado. El pánico a que la historia se repitiese hizo que la comarca fuera el centro de todas las miradas durante aquella mañana. Nada de l’Hoya de Bunyol, nada de l’Horta Sud, las zonas que pocas horas después se convertirían en un verdadero y total infierno en la tierra. «La CHJ monitoreará todos estos espacios, los agentes medioambientales están sobre el terreno, en el río Barxeta». De nuevo el foco estaba muy lejos de la que sería la zona cero de la DANA. Nada del río Magro, nada del Barranco del Poyo. A esas horas era como si no existieran.

«La alerta roja seguirá activa hasta las 18:00 horas, aunque la previsión es que siga lloviendo y que se vaya desplazando hacia el norte», una frase que no por haberla escuchado ya miles de veces, deja de poner la piel de gallina viendo lo que sucedió horas después. Nadie en aquel momento vio venir lo que iba a suceder.

«Estoy hablando con todos los alcaldes -de La Ribera- y sigue lloviendo, aunque no tanto, pero claro, llueve sobre mojado, hay que estar atentos y con mucha precaución». De nuevo, el miedo a una nueva pantanà, y las pequeñas inundaciones que se habían producido durante las primeras horas de la mañana, hicieron que todos los ojos se centraran en aquellos pueblos.

Bernabé hacía un llamamiento a la tranquilidad de toda la población. Avisaba de que estaba en contacto con la Unidad Militar de Emergencia (UME) por si fuera necesaria su activación -y tanto que lo fue- y se puso a la disposición de la Generalitat valenciana, que en aquel momento había decretado Situación de Emergencia 1.

Fue a partir de las 14 horas, cuando la localidad de Utiel empezó a inundarse, cuando la historia empezó a cambiar, y para siempre. La cronología del resto de la tarde, con los avisos que proporcionaron -y los que no- unos y otros, ha sido ya contada y, sin lugar a dudas, lo seguirá siendo, puesto que queda un largo proceso judicial por delante.