Conducta

Ni Finlandia, ni Bután, estos son los países más felices del mundo

Para llegar a esta conclusión se entrevistaron a cerca de 60.000 personas de 65 países.

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El concepto de felicidad es muy complejo, de hecho, si lo pensamos rápidamente, es prácticamente único de cada ser humano. Así, habría millones de conceptos de felicidad. Pero si empezamos a profundizar un poco, hay ciertas características comunes a todas ellas, la mayoría sin relación con lo material.

La satisfacción con la vida está vinculada a una amplia gama de áreas de la vida, como la salud física, el empleo y la mortalidad. La Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS, por sus siglas en inglés) es una medida de satisfacción con la vida desarrollada por Ed Diener, experto de la Universidad de Virginia, en 1985. De acuerdo con Diener, la satisfacción con la vida es un factor en el constructo más general del bienestar subjetivo y se puede evaluar de forma específica para un dominio particular de la vida (por ejemplo, el trabajo, la familia) o de forma global. Para los expertos en ciencias humanas, la SWLS es una medida global de satisfacción con la vida.

La SWLS se ha utilizado en la población general de muchas culturas, así como en una gran variedad de subpoblaciones clínicas y sociales. En general, se sabe que la SWLS es estadísticamente útil para evaluar la satisfacción con la vida dentro de un grupo demográfico determinado, como personas de una sola nacionalidad o en un rango de edad específico.

Sin embargo, no ha quedado tan claro cuán efectiva es la SWLS para realizar comparaciones entre grupos diversos, como personas de diferentes nacionalidades, idiomas, identidades de género o grupos de edad, una cualidad estadística conocida como “invariancia de medición”. Un desafío importante para evaluar la invariancia de medición de una herramienta como SWLS es la necesidad de un conjunto de datos grande y a escala global.

Para enfrentar ese desafío, un equipo liderado por Viren Swami, de la Universidad Anglia Ruskin, Reino Unido, recurrieron a los datos de un proyecto conocido como Body Image in Nature Survey (BINS), que incluye datos de SWLS recopilados de miles de personas en todo el mundo entre 2020 y 2022. Analizaron los resultados de SWLS de 56.968 participantes que representan a 65 naciones diferentes, 40 idiomas y diversas identidades de género y edades.

Los datos, publicados en Plos One, sugieren que la Escala de Satisfacción con la Vida mantiene su fiabilidad cuando se aplica a diversos grupos de personas. De este modo, el análisis del equipo de Swami sugiere que, en general, la SWLS tiene una aplicabilidad universal.

Con estas primeras conclusiones, llegaron algunas sorpresas: por ejemplo, en todos los países, una mayor satisfacción con la vida se asoció significativamente con una mayor seguridad financiera, así como con estar en una relación comprometida o casado. Con respecto a la edad, hubo una asociación pequeña pero significativa entre la edad avanzada y las puntuaciones SWLS más altas, y con respecto al género, tanto las mujeres como los hombres informaron puntuaciones SWLS más altas que aquellos que se identificaron con otro género, aunque los investigadores señalan que solo el 0,6% de su muestra se identificó con otro género.

“Nuestros resultados también muestran que existen grandes diferencias en la satisfacción con la vida en las naciones y los idiomas, lo que a su vez puede ayudar a los profesionales y a los responsables de las políticas a promover un mejor bienestar psicológico en todo el mundo”.

De acuerdo con las conclusiones, España ocupa el octavo puesto en lo que a satisfacción con la vida respecta. El primer lugar le corresponde a Canadá, luego Israel, Bosnia y Herzegovina, Islandia, Ghana, Brasil, Eslovenia, y, en el décimo puesto, Croacia. Estas son las cifras de las personas que habitan estos países, pero en lo que respecta a los idiomas, las posiciones dan algunas sorpresas.

Las mayores puntuaciones de satisfacción con la vida vinculadas exclusivamente al idioma, correspondían al hebreo en primer lugar, luego al bosnio, esloveno, búlgaro, francés… El español llegaba recién en el puesto 18, detrás de idiomas menos habituales como el farsi, el islandés o el nepalí.