Extinción
Se trata de una de las ideas más asentadas y documentadas de la ciencia paleontológica: el impacto de un meteorito hace 66 millones de años causó la repentina extinción de buena parte de la vida en la Tierra, incluidos casi todos los dinosaurios. Conocemos con exactitud el lugar donde se produjo la colisión (la hoy conocida como península de Yucatán), el tamaño de asteroide en cuestión (unos 11 kilómetros de diámetro) y las terribles consecuencias para el clima y la habitabilidad del planeta que se derivaron del incidente. Pero el debate sobre el modo en el que los dinosaurios pasaron sus últimos días sobre la faz de la Tierra sigue abierto. Y una de las cuestiones más candentes al respecto es si aquellos grandes animales se encontraron repentinamente con su fatal destino o ya estaban en proceso de extinción cuando el cataclismo geológico vino a poner la puntilla.
Ahora, un equipo de científicos de Francia, Reino Unido y Canadá ha aportado una nueva investigación que puede ayudar a resolver la pregunta. Según sus datos, diez millones de años antes del impacto del meteorito que marcó el final de la era mesozoica los dinosaurios ya se encontraban en franco declive. Para llegar a esta conclusión, los paleontólogos han utilizado datos de las tendencias de población de seis grandes familias de animales, incluyendo tiranosaurios, triceratops y hadrosaurios.
Contabilizar el número de individuos que habitaron en cada periodo no es tarea fácil, entre otras cosas porque existen grandes lagunas en el registro fósil entre unas épocas y otras. Pero los investigadores han utilizado modelos estadísticos avanzados que permiten eliminar el sesgo producido por la escasez de fósiles. El trabajo se centra en las seis familias de dinosaurios más abundantes y su evolución desde hace 150 a hace 66 millones de años. En la primera fase de ese lapso, todas las familias estudiadas crecieron en población a un ritmo constante. Pero hace 76 millones de años comenzó un periodo evidente de pérdida de población. De hecho, algunos millones de años antes del impacto muchas de las especies estudiadas se encontraban ya en peligro de extinción.
Las especies herbívoras fueron las primeras en notar el declive. Eso parece indicar que la causa inicial del descenso poblacional fueron radicales cambios en los ecosistemas que condujeron a déficits en los recursos alimentarios. La conclusión se ha obtenido tras analizar registros de fósiles de Norteamérica, China y Mongolia. Al parecer, existieron dos factores desencadenantes del final de los dinosaurios. En primer lugar, el clima global de la Tierra comenzó a enfriarse y los animales acostumbrados a temperaturas altas comenzaron a tener dificultades para sobrevivir. Los primeros herbívoros que sufrieron las consecuencias comenzaron a encontrar problemas para abastecerse de plantas comestibles y su población se vio mermada. Eso provocó el segundo factor de extinción: un creciente desequilibrio entre especies. El ecosistema global se volvió inestable, la cadena trófica y las relaciones entre depredadores y presas se descontrolaron. Ese es el escenario perfecto para una extinción en cadena.
Las especies de animales más longevas sufrieron antes las consecuencias. Eran, claramente, las que menos capacidad de adaptación al cambio mostraron. El nicho ecológico que durante millones de años fueron dejando libre esas especies de grandes “montruos” herbívoros fue poco a poco llenándose de un nuevo tipo de animal oportunista, mejor adaptado al nuevo clima, más cercano a las fuentes de alimentación escasas y dispuesto a vivir en zonas frías gracias a sus novedosos sistemas de regulación de la temperatura corporal: los pequeños mamíferos. Fueron ellos los encargados de liderar la evolución posterior hasta lograrse la biodiversidad actual, que nos incluye a los humanos. Según el estudio ahora publicado en la revista Nature Communications, el proceso de sustitución paulatina de grandes dinos por pequeños mamíferos ya estaba en marcha y parecía inevitable. El meteorito de la península de Yucatán no hizo más que acelerar el final de las míticas bestias que dominaron la Tierra.