Ciencia

Europa: la luna con el doble de agua que nuestro planeta.

Los científicos llevan años preguntándose si estas lunas heladas podrían contener vida en sus presuntos océanos.

Europa (fotografía de la NASA)
Europa (fotografía de la NASA)larazonNASA

Mira al cielo. En algún lugar en la negrura está Europa. Galileo la descubrió en el 1610 usando tan solo un rudimentario telescopio. No es que se oculte demasiado, y sin embargo, sus profundidades podrían albergar la respuesta a una de las mayores preguntas que la humanidad se ha hecho: ¿estamos solos?

La Tierra no es el único cuerpo del sistema solar con agua, Marte la oculta congelada en el permafrost de sus polos y los cometas la pasean de un lado a otro del Cosmos, pero hay un satélite que deja en ridículo al resto de concursantes: Europa. Apenas tiene el tamaño de nuestra luna, con 3.100 kilómetros de lado a lado, pero en su pequeña superficie hay más agua que en un cometa, más que en el permafrost marciano e incluso más que en nuestro planeta. De hecho, no solo nos supera, sino que casi duplica la cantidad de agua terrestre. Ah, y esta vez no hay truco, porque se trata de agua líquida.

¿Cómo podemos saberlo?

Los científicos están bastante seguros de que, bajo los primeros 25 kilómetros de hielo se extiende un océano de 90 kilómetros, casi 20 veces más que la profundidad media de la hidrosfera terrestre. El agua rodea un manto de roca sólida cuyo corazón alberga un núcleo de hierro y níquel, muy parecido al de nuestro planeta. Pero, si el hielo que lo cubre es tan grueso ¿cómo podemos saber todo esto?

Representación de la posible estructura geológica de Europa (NASA's Planetary Photojournal)
Representación de la posible estructura geológica de Europa (NASA's Planetary Photojournal)larazonNASA's Planetary Photojournal

Aunque parezca mentira, el truco está precisamente en su superficie, sin perforar nada. De hecho, sería una pena agujerear su superficie, porque Europa es el cuerpo más “liso” del Sistema Solar. Sobre el hielo no hay casi marcas de cráteres ni grandes montañas, lo cual hizo levantar las sospechas. ¿Por qué no tiene apenas cráteres? Es poco lógico pensar que el cosmos ha castigado menos a Europa que a sus lunas vecinas que están sembradas de agujeros, así que tiene que haber algo que haya “limpiado” todos los restos de impactos de su superficie. Pues bien, resulta que sabemos muy bien qué puede eliminar un cráter y se trata de una renovación constante de la corteza, como ocurre en la Tierra con el fondo oceánico, que se crea y se destruye en un ciclo sin fin.

Es más, pese a que se calcula que Europa tiene 4.500 millones de años, su superficie tiene entre 20 y 180 millones. Así es como sabemos que la superficie de esta luna se renueva siguiendo principios similares a los de nuestra tectónica de placas. En nuestro caso, las placas de la corteza se desplazan sobre el manto, más plástico y caliente que la superficie. En el caso de Europa es de esperar que haya algo fluido bajo el hielo para permitir que este se desplace, como si fuera una banquisa. Pero hay más, porque esto también explicaría las extrañas líneas que la surcan, pudiendo haber sido zonas donde el hielo se rompió, exponiendo un océano que rápidamente volvió a congelarse. Por si esto fuera poco, en diciembre de 2013 ocurrió algo magnífico. El telescopio espacial Hubble detectó dos chorros de agua líquida saliendo a presión del hemisferio sur de Europa, confirmándose las teorías. Aunque en todo lo que te he contado hay algo sospechoso y puede que te hayas dado cuenta.

Fotografía de alta resolución de la superficie de Europa. Las placas de la imagen alcanzan los 13 kilómetros. (NASA)
Fotografía de alta resolución de la superficie de Europa. Las placas de la imagen alcanzan los 13 kilómetros. (NASA)larazonNASA

Ricitos de oro

Los astrobiólogos se plantean dónde buscar vida fuera de la Tierra y una de las claves parece ser que exista agua líquida, porque sabemos que funciona de maravilla como disolvente para facilitar las reacciones químicas que nos permiten vivir. Esto no quiere decir que se considere un criterio necesario para que surja la vida, pero tenemos que ser prácticos y es el único disolvente que sabemos al 100% que puede cumplir esas funciones biológicas. Podríamos compararlo con decidir a dónde ir a comer en función de lo lleno que veamos el restaurante. Por supuesto que un restaurante vacío puede servir comida deliciosa, pero si necesitamos ir a lo seguro porque nos falta tiempo no dudaremos en entrar al más concurrido.

Y ese es el punto clave, porque para saber dónde podemos encontrar agua los científicos trazan una especie de anillo alrededor de las estrellas. En función del tamaño y la temperatura de la estrella se calcula a partir de qué distancia el ambiente se enfría lo suficiente como para permitir que exista agua líquida. Del mismo modo, se calcula a qué distancia la temperatura cae tanto que se congela. Coloquialmente, esta franja se llama la “zona Ricitos de Oro” porque no está ni demasiado fría ni demasiado caliente, sino en un punto intermedio perfecto para formas de vida como nosotros.

Lo cierto es que ha habido muchas estimaciones diferentes en función de qué factores adicionales se hayan tenido en cuenta al calcularlo, pero por lo general solo hay tres planetas de nuestro sistema solar que caigan en esa “paradisíaca” franja: Venus, la Tierra y Marte. Aquí es donde empiezan los problemas, porque hemos dicho que Europa es una luna de Júpiter, que está muy fuera de este rango con sus máximas de -163 °C y mínimas de -223 °C. De hecho, esta luna no es la única con un corazón de agua líquida, y eso que su “hermana”, Encelado, está incluso más lejos del Sol, orbitando a Saturno. ¿Cómo puede ser?

Pues porque realmente, que en la zona Ricitos de Oro pueda haber agua líquida, no significa que sea el único sitio donde encontrarla, porque no toda el agua es calentada por el brillo del Sol y estas dos lunas heladas han encontrado fuentes de energía alternativas.

El calor de las mareas

Júpiter es enorme, su fuerza gravitatoria es tremendamente grande y eso significa que Europa es deformada por ellas, como si la alargaran en dirección al planeta. Esta tracción se llama “fuerza de marea”, porque es lo que produce que suba el nivel del mar en una zona y baje en otras, ya que el agua se deforma con más facilidad que la tierra sobre la que reposa. Esto se suma a que Europa es partícipe de un curioso fenómeno, la resonancia de Laplace. Esto significa que Europa y los otros principales satélites jovianos están sincronizados. Por cada vuelta que completa Ganímedes en torno a Júpiter, Europa da dos e Ío da cuatro. Al estar acompasadas, deforman a Europa entre todas, haciendo las fuerzas de marea todavía más intensas y fundiendo su interior como un enorme coulant cósmico.

No es lo mismo, pero entenderlo intuitivamente podemos usar una goma elástica. Cortémosla y cojamos sus extremos, uno con cada mano. Ahora estirémosla al máximo esperemos un segundo y volvamos a juntar nuestras manos para liberar la tensión. Pero no pierdas el tiempo, tan pronto como hagas esto último aprieta la goma entre tus labios. Notarás cómo la deformación la ha calentado. No es exactamente lo mismo lo que ocurre con Europa, pero ayuda a visualizarlo. Ahora solo queda una pregunta que hacer. Si hay agua líquida: ¿hay vida en Europa o Encélado?

Imagen de la sonda Cassini donde muestra las eyecciones desde el polo sur de Enceladus (NASA).
Imagen de la sonda Cassini donde muestra las eyecciones desde el polo sur de Enceladus (NASA).larazonNASA

No lo sabemos

Es un título contundente, desde luego, pero no quiero que haya lugar a confusión. Es común encontrarse interpretaciones demasiado entusiastas de lo que leerás a continuación, pero mantengamos la calma, porque no hay pruebas concluyentes y por cada pista hay una explicación posible que no incluye a la vida.

Con tanta agua es normal que hayamos dirigido la mirada a estas lunas. Es tentador imaginar qué clase de seres pueden vivir bajo 25 kilómetros de hielo, pero posiblemente la realidad no tendría nada que ver con nuestras fantasías. De existir vida allí, lo más probable es que se tratara de seres minúsculos, casi microscópicos. Aunque mejor dejemos de imaginar formas de vida y pensemos ¿qué pruebas existen?

Estando tan lejos, lo mejor que podemos hacer es analizar la atmósfera y los chorros de agua con técnicas de espectroscopía. Al rebotar la luz en determinados elementos químicos, esta queda marcada por una suerte de huella dactilar. Analizando la luz que viene de Europa y Encélado podemos hacernos una idea de qué compuestos hay allí.

Al parecer, en la atmósfera de Europa hay grandes concentraciones de oxígeno e hidrógeno, en los chorros de Encélado hemos encontrado amoniaco, pero poco más. Basándose en esto han surgido interpretaciones aventuradas sobre el origen de algunas de estas sustancias, sugiriendo que puedan deberse a procesos biológicos presentes en la Tierra. La realidad es mucho más parca: no sabemos qué implica.

La evidencia es absolutamente insuficiente como para hacer algo más que especular y apartarnos de la ciencia para darnos la licencia de soñar. Soñar con criaturas gaseosas que caminan boca abajo, flotando por debajo de la gruesa capa de hielo. O tal vez, imaginando descomunales invertebrados ciegos, condenados a comunicarse con canciones como las de las ballenas. Puede que algún día lleguemos al misterioso océano para encontrarnos fumarolas en su fondo, rodeadas de vida, calentando el frío océano.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Ninguno de los supuestos indicios de vida es ni siquiera mínimamente concluyentes. Hablar de vida bajo la corteza helada de estas lunas es pura especulación.
  • Aunque estamos bastante seguros de que Europa esconde un océano gigante, puede que los penachos de agua que emergen de Encelado tengan un origen más modesto. Se sospecha que pueden ser emitidos por una única bolsa de agua en el polo sur. El motivo es que es el único lugar donde ha emergido agua y no se han encontrado indicios de tectónica de placas en su superficie, como era el caso de Europa.
  • La hipótesis más firme en el caso de los penachos que sólo se observan en el polo sur de Encélado es que su (posible) océano subterráneo es regional, localizado en el hemisferio sur, con un grosor muy pequeño comparado con la capa de hielo.

REFERENCIAS: