Ciencia
La astrónoma que puso voz al Universo
Gracias a la sonificación, Wanda Díaz Merced ha permitido que podamos escuchar los datos astronómicos y que personas invidentes puedan investigar.
Por definición, la ciencia se rige por el método científico. Al igual que en un juicio, todas las hipótesis que generemos serán incorrectas hasta que se demuestren lo contrario, y la labor de los científicos es precisamente aportar experimentos que puedan confirmar o descartar sus conclusiones. Este método tiene como objetivo aportar objetividad a la ciencia, y no depender de la subjetividad de los investigadores sino de pruebas reales que cualquiera pueda comprobar si le dedica tiempo y esfuerzo.
Pero, ¿qué pasa si todos los científicos estamos sesgados? Al final, los resultados de nuestros experimentos siempre estarán interpretados por nuestra manera de pensar y nuestros sentidos. Quizá alguien que perciba el mundo de otra manera pueda aportar soluciones o interpretaciones nuevas a problemas conocidos, creando experimentos que nunca se le ocurrirían a la mayoría de los científicos.
Lamentablemente, esta manera de plantear la investigación no es habitual y la comunidad científica no suele incluir a personas con diversidad funcional. Personas invidentes, sordas, o con dificultades de aprendizaje deben enfrentarse a una enorme cantidad de obstáculos en su camino si quieren investigar y la mayor parte del tiempo estos obstáculos vendrán de la falta de herramientas para poder trabajar. Solo debemos pensar en la decepción de una persona invidente cuando al introducir un estudio científico en su ordenador para ser interpretado en voz alta, descubre que no es capaz de expresar las ecuaciones matemáticas correctamente.
Para fomentar la accesibilidad de la investigación científica, poco a poco se desarrollan mejores herramientas, como instalaciones adaptadas o mejores programas de lectura. Muchas veces, estas adaptaciones no son tan complicadas de lograr y dependen de pequeños detalles de diseño, como incluir una luz parpadeante junto al pitido de una máquina para indicar que ha terminado.
Siempre suelen considerarse estas herramientas como un método para abrir oportunidades a un sector minoritario, pero ¿y si con ellas pudiéramos hacer mejores experimentos? Una de las mejores contribuciones en esta dirección viene de la mano de una científica, Wanda Diaz Merced, creadora de la sonificación, una herramienta que nos permite estudiar mejor el universo si cerramos los ojos y empezamos a usar nuestro oído.
Aprender a escuchar
La astronomía se basa en entender el universo a través de los datos que podamos obtener de él. Nuestro planeta Tierra está constantemente bombardeado por una gran variedad de partículas cósmicas y ondas, que intentamos detectar a través de detectores cada vez más precisos. Gracias a ellos, podemos entender mejor la naturaleza de la gravedad o cómo funciona la luz.
Pero la parte complicada no es solo recoger toda esta información, sino saber interpretarla. Los astrónomos pasan la mayor parte del tiempo usando diferentes algoritmos y funciones matemáticas para desgranar cada pequeña pieza de información a través de diferentes gráficas. Por ejemplo, la radiación de fondo de ondas microondas acaba transformándose en una gráfica que la separa en valores de amplitud y frecuencia, pudiendo comprobar a qué velocidad se desplaza la onda o su procedencia.
Fueron estas herramientas matemáticas las que tuvieron un efecto secundario inesperado: que la astronomía sea una ciencia visual. Da igual que se reciba la intensidad de una estrella lejana o el ruido de fondo de un agujero negro, siempre acabará transformándose en una o varias gráficas procesadas. No es un efecto secundario intrínsecamente malo, ya que estas gráficas son valiosas, pero se corre el peligro de ignorar accidentalmente algún patrón oculto. Si queremos comprobar si algo se nos pasa por alto, una posibilidad es poder estudiar el dato original y aprovechar el mejor detector de anomalías a nuestra disposición: el oído.
Aunque considere que no tiene oído musical, lleva toda su vida entrenando su oído en la complicada tarea de detectar y aislar diferentes frecuencias de sonido, y lo hace mejor que cualquier programa informático actual. Este intenso entrenamiento tiene su importancia a la hora de detectar los pequeños detalles del lenguaje hablado y permite que sea capaz de escuchar una conversación de cuatro personas diferentes en un ambiente ruidoso y prácticamente sin dificultad.
Los datos astronómicos pueden representar diferentes tipos de información, pero es posible transformarlos en ondas sonoras y ver si podemos detectar algún patrón ignorado en nuestros gráficos. Este concepto no es tan extraño, ya que el comienzo de la astronomía moderna se basaba más en el uso del oído que en la vista. En 1933, el astrónomo Karl Jansky detectó las ondas de radio cuando escuchó un pequeño ruido de fondo que recibía en su antena, algo que podría haber sido ignorado en la parte final de una gráfica.
Aprovechando la tecnología moderna y la gran cantidad de información astronómica a la que tenía acceso por trabajar en la NASA, la científica Wanda Díaz Merced dedicó varios años a buscar la mejor manera de traducir esta información en señales de sonido útiles. La transformación no se limita a adaptar las ondas al rango del oído humano, sino que otros datos no relacionados con ondas, como la luminosidad de las estrellas, se traducen en sonidos con diferentes ritmos o volúmenes. Díaz demostró que la sonificación es capaz de mejorar nuestra capacidad de detectar anomalías complejas, como pueden ser los agujeros negros, simplemente poniéndose unos cascos y escuchando los sonidos traducidos.
Su técnica, llamada sonificación, fue publicada en su tesis en 2013 y desde entonces está siendo usada en algunos institutos astronómicos para escuchar sus resultados y buscar nuevas ideas interesantes. Pero si alguien está aprovechando mejor la sonificación es su propia inventora. Y es que Díaz no puede ver casi nada.
Ella fue diagnosticada con retinopatía diabética mientras estudiaba física, una complicación que deteriora progresivamente la retina. Mientras realizaba su investigación notaba como su visión iba disminuyendo más y más, y en la actualidad ya no ve con el ojo izquierdo y el ojo derecho solo ve un 3% en la periferia. Para Díaz, la sonificación no es solo una herramienta para que los científicos no dependan solo de su vista a la hora de investigar, también es su única ventana al estudio del espacio.
La sonificación ha permitido mejorar las oportunidades laborales de la gente invidente en la astronomía. Ahora pueden tener acceso a todos los datos astronómicos e incluso aprovechar su sobreentrenado oído en detectar patrones y pistas que los videntes no notamos, acostumbrados a depender demasiado de nuestra visión.
Actualmente, sólo hay cuatro astrónomos invidentes en el mundo. Pero si mejoramos las herramientas de investigación no solo lograremos que cualquiera pueda investigar, sino que podremos tener acceso a nuevas maneras de estudiar el mundo. Solo hace falta cerrar los ojos y abrir un poco la mente.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La sonificación permite transformar en sonido los diferentes datos astronómicos para detectar anomalías, pero luego estas deben ser investigadas. En la actualidad, científicos invidentes como Díaz pueden representar la información con gráficas con relieve que capaces de estudiar a través del tacto, pero aun queda mucho trabajo por delante.
- Ya llevamos décadas estudiando algunos tipos de ondas a través del sonido, como las ondas de radio. La gran ventaja de la sonificación es que permite estudiar a través del sonido otros tipos de datos temporales, como la luminosidad de estrellas lejanas.
REFERENCIAS:
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