Autobiografía imprescindible
Las memorias ocultas de Llorens Artigas ven la luz
Se edita la autobiografía que escribió el gran ceramista catalán y uno de los principales colaboradores de Joan Miró
Llorens Artigas es el gran ceramista catalán de todos los tiempos. Pero una de sus más importantes obras ha permanecido inédita durante muchos años, demasiados años. No, no se trata de ninguna cerámica, como las que realizó junto a su amigo Joan Miró. Son sus memorias que ven ahora la luz gracias al trabajo de Ricard Bru en una coedición entre el Museu Nacional d’Art de Catalunya (Mnac) y la Fundació J. Llorens Artigas bajo el título «Records d’un ceramista».
Se trata de un documento conocido por algunos especialistas, pero que no ha sido accesible para el gran público. A finales de los años sesenta, Artigas empezó a trabajar en un texto en el que quería explicar lo mucho vivido, especialmente en el mundo del arte, con la participación de nombres como Miró, Picasso o Buñuel. Poco a poco fue llenando páginas e, incluso, poniéndose en contacto con algunos de los nombres que tenían un papel destacado en el texto. Igualmente, en algunas declaraciones públicas, fue dando detalles del trabajo que estaba realizando, afirmando que «estoy escribiendo mis memorias, ando por la mitad. Ya debería haberlas terminado, pero hace poco he tenido dos bodas en Suiza, un entierro y otras dos bodas en Montserrat. ¡Ya me explicará cómo se puede trabajar así!».
Incluso llegó a asegura que, entre muchas opciones para publicar, tenía a Camilo José Cela como candidato a editor. Pero aquella labor quedó inconclusa, con centenares de páginas pasadas a máquina, pero a las que había que dar una coherencia y ordenación, algo que ha llevado a cabo Ricard Bru.
El contenido del volumen es un viaje por la vida de Llorens Artigas, con tres escenarios importantes para su aventura artística: Barcelona, París y Gallifa. Todo ello acompañado de nombres como Dufy, Gargallo, Picassso, Buñuel y, especialmente Joan Miró. Estamos ante un libro que sigue la gran tradición memoralística del arte catalán, la misma que ha dado autobiografías fundamentales como las de Dalí o Tàpies. Llorens Artigas, sin pretenderlo, sigue esta línea.
Resultan, por ejemplo, interesantes las páginas en las que habla de su formación en la Acadèmia Galí , uno de los centros pedagógicos más importantes en la vida artística catalana. Igualmente atrapan al lector muchos de los episodios narrados, como el momento en el que, paseando por las Ramblas, recibe una monumental bronca de Antoni Gaudí. Artigas le había dicho que un anarquista –eran los años de los atentados realizados por los seguidores del anarquismo– no dejaba de ser un hombre equivocado en los métodos que empleaba, de la misma manera que existieron santos que vivieron en pecado. Gaudí acabó disculpándose por haberlo gritado en plena calle, ante muchos curiosos que pensaban que todo acabaría en pelea.
París fue decisivo para Llorens Artigas. Gracias a una carta de recomendación del escultor Pau Gargallo para el poeta Pierre Reverdy pudo adentrarse en la vida cultural de la capital francesa. No se conformó el ceramista solo con conocer las galerías y los museos de la ciudad, sino que también pudo acceder a algunos de los talleres míticos, como el célebre Bateau Lavoir, donde Picasso pintó «Las señoritas de Aviñón». En otro, el del ceramista y escultor Paco Durrio conoció a Ignacio de Zuloaga y Miguel de Unamuno.
En el libro también nos topamos con los intentos fracasados, por no ponerse de acuerdo en las fechas, para trabajar con Picasso, aunque en ese mismo tiempo empezó a trabajar al lado de Raoul Dufy. Muy divertidas son las páginas en las que Llorens Artigas habla de su participación como actor de «L’âge d’or», la segunda película de Luis Buñuel, escrita junto con Salvador Dalí. Para poder realizar su papel, el de gobernador, Artigas se rapó al cero la cabeza, se puso unos tremendos bigotes postizos y declamó un discurso sobre la cerámica que sustituía a uno «gratuitamente obsceno y blasfematorio» escrito por Dalí. Buñuel se partió de risa con la ocurrencia del artista.
Uno de los capítulos del libro fue enviado a Joan Miró para que viera si había alguna cosa disconforme. Miró contestó con un «d’acord» en abril de 1972, aceptando el relato en el que se habla de los primeros encuentros en París, momento en el que el pintor era «el más atrevido» en las exposiciones surrealistas. Tras visitar una exposición con las cerámicas de Llorens Artigas, en 1942, Miró decidió ir a verlo para empezar a trabajar juntos. Sin embargo, fue a partir del otoño de 1953 cuando el trabajo entre estos dos creadores se hizo más intenso, surgiendo una serie de piezas que fueron presentadas con muchísimo éxito en París y Nueva York. De todo ello surgieron una extraordinaria serie de «obras de importancia sin hacer concesiones el uno al otro»
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