
Periodista excepcional
Irene Polo, una gran reportera adelantada a su tiempo
Renacimiento inicia la publicación de la obra periodística completa de la catalana

En este diario, concretamente en su sección de cultura, nunca hemos ocultado nuestro entusiasmo ante una figura como la de Irene Polo, una de las grandes reporteras catalanas de todos los tiempos, de las que gracias al lápiz y la libreta escribía obras maestras del periodismo. Así que si una editorial como Renacimiento publica la primera entrega de las crónicas de Polo nos encontramos ante una buena noticia, una obra de lectura aconsejable y necesaria.
Bajo el título «Una intrusa en la prensa», el investigador Francesc Delgado recoge los artículos que Irene Polo en su primera etapa periodística, entre 1927 y 1931, aunque hay también un texto de 1932 como cierre. Son los textos que publicó en castellano en varias publicaciones, como «El Día Gráfico» pasando por semanarios cinematográficos como «El Cine. Revista Popular Ilustrada», aunque la parte más importante procede del periódico «Las Noticias». Todo ello nos permite tener una visión muy completa de la periodista que fue una de las pioneras en la información cinematográfica, aunque sus intereses también se extendieron en la modernización de Barcelona, además de informar sobre la proclamación de la Segunda República y ser una muy aguda entrevistadora. Todo eso se puede constatar en las páginas de este libro.
Nuestra protagonista nació en Barcelona en 1908 y su primer artículo localizado es de 1927, concretamente en «El Día Gráfico», donde escribió para promocionar varias películas distribuidas por la célebre empresa francesa Gaumont, para la que colaboraba Irene Polo. Pese a ser un encargo, en esta pieza en la que traza un perfil de la actriz Sandra Milowanoff, nos demuestra su vena literaria al hablar de «una rubia transparente y fúlgida como un globo de polvo entre el sol .(...) Cae niebla de oro de sus cabellos sobre la huella de la sonrisa fundida».
Sus crónicas barcelonesas siguen siendo una delicia por ofrecernos una imagen que difícilmente nos muestran las fotografías de la época. Eso es porque Polo se fija en el detalle pequeño, en aquello que pasa inadvertido ante el objetivo. En este sentido su entrevista con Agustín, el quiosquero de la Rambla de Santa Mónica, es un buen ejemplo de su manera de entender el periodismo, lejos del ruido y centrada en los aspectos más humanos. Arqueamos las cejas asombrados cuando leemos que Agustín le confesaba que la gente de Barcelona, en 1930, leía bastante. «Yo solo vendo cerca de dos mil periódicos diarios. Luego semanarios, revistas, novelas. Y la gente compra de todo». Igualmente es fascinante el paseo que la periodista nos propone por el cementerio de Montjuïc, «la ciudad de la muerte», como ella la define», «con los fantasmas inmóviles y verdes de los cipreses, el crucerío blanco de los panteones y, sobre todo (lo más característico, lo más crudo, “lo más cementerio” de todo) con sus murallas de nichos, negreantes de coronas y de inscripciones». En este sentido, el diálogo con José Bandé Fernández, en aquel momento decano de los sepultureros de aquella necrópolis, es una obra de arte del periodismo.
Polo tocó todos los palos periodísticos, desde la entrevista a la crítica cinematográfica pasando también por la crónica negra, como lo demuestra con su aproximación a Enriqueta Martí, la llamada «vampira de la calle Poniente». Tampoco falta la mirada política, especialmente valiosa al explicarnos los primeros pasos de la Generalitat tras la proclamación republicana de 1931, acompañando a los ponentes del nuevo Estatut.
Quien fuera con solamente 27 años coordinadora de los diarios barceloneses «L’Instant» o «Última Hora» fue republicana cuando nadie se atrevía a decirlo, fue lesbiana en un mundo en la que todo aquello que no fuera heterosexual estaba perseguido. Por eso no dudó en denunciar injusticias y corrupciones en sus textos, en hacer preguntas que podrían ser vistas como una provocación cuando lo que planteaban era la búsqueda de la igualdad, como cuando escribió el titular: «¿Llevarán pantalones las mujeres?»
El volumen finaliza con las entrevistas de la reportera, desde grandes nombres de aquel momento, como Pau Casals, Josep Maria de Sagarra o Antonia Mercé «la Argentina» a aquellos, aparentemente menores, pero que tenían algo importante que decir.
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