
Análisis
El independentismo, en busca de una nueva estrategia tras el fracaso del procés
La ANC, entidad activista separatista, definió su nueva hoja de ruta, una en la que reconoce que "no se dan las consecuencias para la independencia" y en la que apuesta por la desobediencia civil

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) fue una de las plataformas que más lideró el activismo durante el procés independentista de Cataluña. Nació en 2012 con el objetivo de la secesión, y tenían la idea de disolverse tras conseguirlo. 13 años después, el presidente de Cataluña pertenece a un partido, teóricamente, constitucionalista: el PSC. El independentismo, por su lado, está en declive, pues ni tiene mayoría, ni gobierna en ninguna de las principales instituciones. Además, el apoyo a la secesión es el más bajo en los últimos años, según el CEO, con solo un 40% de catalanes a favor. En concreto, la asociación, presidida ahora por Lluís Llach, ha perdido más influencia que nunca.
Ante esta situación desoladora, la ANC se encuentra en proceso de redefinirse, a ella misma y a sus estrategias, de cara a los próximos años. Tanto es así, que la semana pasada el 83% de los socios de la entidad votaron la aprobación de una nueva hoja de ruta. "Tenemos un presidente españolista y no hay mayoría independentista, pero nunca antes los socios de la ANC habían tenido tantos motivos para levantarse y decir que se acabó", comentaba Llach en una entrevista.
La independencia ya no es una prioridad inmediata
La primera novedad de este camino a seguir es que el objetivo de la independencia ya no es visto como un mandato a corto plazo. La nueva dirección es consciente de que, hoy por hoy, no se dan las condiciones para separarse de España y admite que hay que articular un discurso que atraiga a más gente y más sectores sociales, es decir, dotar de contenido a la asociación.
“El discurso y las propuestas de la hoja de ruta deben dirigirse a toda la población, no solo a los ya convencidos”. De este modo, la ANC pretende ligar las sensibilidades independentistas con los principales problemas de los catalanes como, por ejemplo, el acceso a la vivienda, el expolio fiscal o la defensa de la lengua. De este modo, pretenden situar la independencia como un medio para llegar a una Cataluña mejor. En este sentido, recuerda a la propuesta de Joan Tardà de que ERC cambie su objetivo de proclamar “la independencia de los países catalanes” a “la República catalana”, pues ve la secesión como un medio para llegar a una república en el sentido izquierdista del término. Sin embargo, la ANC no busca abandonar el discurso de la independencia, sino darle más sentido.
De este modo, la ANC tiene pensado meterse en los debates del día a día político y social de Cataluña, como los ya mencionados, o el mal estado de Rodalies. Carpetas centrales de la legislatura que la entidad pretende proyectar que se resolverían con la independencia, al margen de los pactos con los socialistas.
Por otro lado, la ANC sabe que su influencia sobre la Generalitat, liderada por Illa, es muy limitada. Defiende que hay que romper con el PSC pero, del mismo modo, tampoco tiene tanta capacidad sobre los partidos separatistas. Por eso, la entidad apuesta por apelar a la sociedad civil para que sea esta la que fuerce a los partidos e influya en ellos.
Siguiendo con la sociedad civil, se es consciente de que, hasta que esta no tenga un “sentido de nación”, será muy difícil avanzar. Por eso, igual que otras entidades como Òmnium Cultural, ANC quiere que los catalanes tengan conciencia nacional, empezando por la lengua. Su apuesta por la sociedad civil también implica tejer estrategias con otras organizaciones que salen de la misma, como sindicatos, empresas o escuelas. Siendo así, creen, cuando llegue el momento, entre todas las asociaciones o entidades serán capaces de “movilizar o paralizar el país”, como el 3 de octubre.
En cuanto a la manera de comunicar la idea de la secesión, la nueva hoja de ruta de la ANC pone énfasis en las consecuencias y los costos de la independencia unilateral, reconociendo las carencias de 2017. Destaca que no basta con una mayoría independentista, sino que esta debe estar formada por personas dispuestas a desobedecer la legalidad española y asumir riesgos personales para hacer efectiva la República.
Además, plantea que, tras una declaración unilateral, serán necesarias acciones como huelgas, cortes de comunicación, ocupaciones y desestabilización de la vida cotidiana para presionar al Estado y a la comunidad internacional, asumiendo que la independencia requiere sacrificios y una defensa activa.
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