Historia

Barcelona como bastión católico: el plan de Felipe II para frenar a “los herejes protestantes”

Con las ideas protestantes luteranas expandiéndose por Europa, Felipe II llevó a cabo una política para blindar una ciudad estratégica como era la capital catalana

Retrato de Felipe II
Retrato de Felipe IIMuseo del Prado

En el siglo XVI, Europa estaba sumida en una profunda crisis religiosa. La Reforma Protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517, desafió la autoridad del Papa y dividió la cristiandad occidental. En respuesta, la Iglesia católica y las monarquías católicas, encabezadas por los Habsburgo, promovieron la llamad Contrarreforma (que en realidad fue la verdadera reforma) para frenar la expansión del protestantismo. En este contexto, Felipe II, rey de España, adoptó medidas drásticas para evitar que las ideas heréticas penetraran en su reino, y Barcelona se convirtió en un muro de contención clave para mantener la ortodoxia católica en la península.

La Reforma Protestante surgió como un movimiento que denunciaba los abusos de la Iglesia católica y proponía una nueva visión de la fe cristiana basada en la interpretación individual de las Escrituras al margen de las posturas de la Iglesia. Dentro de este movimiento surgieron diversas ramas:

  • Luteranismo: fundado por Martín Lutero, rechazaba la autoridad papal y defendía que la única condición para salvarte era tener fe.
  • Calvinismo: liderado por Juan Calvino, promovía la doctrina de la predestinación, es decir, que antes de nacer Dios ya había elegido si te salvabas o te condenabas, y una disciplina moral estricta.
  • Anglicanismo: creado por Enrique VIII en Inglaterra, combinaba elementos católicos y protestantes bajo la autoridad del monarca.

La Iglesia católica respondió con la Contrarreforma, un movimiento impulsado por el Concilio de Trento (1545-1563) que reafirmó la doctrina tradicional, promoviendo la fe y las obras como vía de salvación y fortaleciendo la autoridad papal. Además, se implementaron mecanismos como la Inquisición y la censura para combatir la propagación de ideas protestantes. Lo que no se suele decir, además, es que en la Contrarreforma es donde realmente se aplicaron muchas de las reformas que exigía Lutero, y donde se revisaron los excesos que podían haberse llevado a cabo, a parte de modernizar los seminarios y al clero.

La barrera de Barcelona contra la herejía

España, sin embargo, siempre estuvo del lado católico. Felipe II, monarca profundamente católico, tomó medidas para evitar que el protestantismo se infiltrara en España. En 1568, se prohibió a los habitantes de Barcelona asistir a universidades extranjeras, donde podían verse expuestos a doctrinas protestantes. Asimismo, se impidió a los eclesiásticos franceses ejercer la docencia en la ciudad, evitando la entrada de hugonotes y otras corrientes heréticas.

La preocupación de la monarquía española no era infundada. Barcelona, como ciudad portuaria y comercial, tenía un contacto constante con mercaderes y viajeros de toda Europa, lo que la convertía en un punto vulnerable para la difusión de ideas reformistas. Castilla, temerosa del carácter beligerante de Barcelona, decidió blindar las fronteras y fortalecer la censura para impedir la propagación de doctrinas protestantes.

Felipe II entendió el poder de los libros en la difusión del pensamiento. Por ello, se instauró una estricta censura en Barcelona, vigilando la publicación de textos y supervisando los manuscritos que ingresaban a la ciudad. La Inquisición desempeñó un papel clave en este proceso, asegurándose de que las obras protestante o con ideas contrarias a la fe católica se propagara entre la población.

Diferencias doctrinales entre católicos y protestantes

Uno de los aspectos fundamentales de la división entre católicos y protestantes radica en sus creencias teológicas:

  • Libre albedrío vs. Predestinación: la Iglesia católica sostiene que el ser humano tiene libre albedrío y que su salvación depende de su fe y sus obras y del arrepentimiento que muestren por sus pecados. En contraste, los calvinistas creen en la predestinación, es decir, que Dios ya ha decidido quién se salvará y quién se condenará.
  • Fe y obras vs. Sola Fide: la doctrina católica enfatiza que la salvación se obtiene tanto por la fe como por las obras de caridad. Los protestantes, en cambio, sostienen que la salvación se alcanza solo por la fe (Sola Fide).
  • Unidad vs. Fragmentación: la Iglesia católica mantiene un magisterio unificado con el Papa como su máxima autoridad. El protestantismo, al permitir interpretaciones subjetivas de la Biblia, ha generado una gran cantidad de denominaciones y subdivisiones.

El impacto en las colonias

Las diferencias entre católicos y protestantes también se reflejaron en sus respectivas colonizaciones. Mientras que las provincias católicas de ultramar de España fundaron hospitales, universidades y promovieron la evangelización, las colonias protestantes mostraron un menor interés por la integración y el bienestar de los pueblos nativos. Este contraste se observa en la labor de caridad y misericordia que los misioneros católicos llevaron a cabo en América y Filipinas, en comparación con la brutalidad que caracterizó a muchas colonias anglosajonas en América del Norte, África y Asia. En las españolas, por supuesto, también se cometieron excesos, pero no más que los que se cometían en aquella época.

Barcelona, bastión del catolicismo

En este sentido, gracias a las medidas tomadas por Felipe II y la labor de la Inquisición, Barcelona se mantuvo fiel al catolicismo y se convirtió en un bastión contra la propagación del protestantismo en España. La ciudad, que pudo haber sido una puerta de entrada para las ideas luteranas y calvinistas, terminó por convertirse en un muro de contención que preservó la unidad religiosa del país.

El blindaje de Barcelona no solo evitó la infiltración de la Reforma en España, sino que también consolidó el papel de la monarquía hispánica como defensora del catolicismo en Europa, asegurando que el país se mantuviera firme en la fe y en su misionalidad evangelizadora durante los siglos posteriores.