Entrevista

"Aproximadamente, el 10% de la población sufrirá una crisis epilpéptica o pérdida de conciencia a lo largo de su vida"

Manuel Toledo, coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología

Manuel Toledo, neurólogo
"Aproximadamente, el 10% de la población sufrirá una crisis epilpéptica o pérdida de conciencia a lo largo de su vida"La Razón

El segundo lunes de febrero se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, una de las enfermedades neurológicas más frecuentes que se caracteriza por la presencia de crisis epilépticas y por la predisposición del cerebro a generar dichas crisis.

¿En qué consiste la epilepsia? ¿Cómo se manifiesta?

Es la consecuencia de descargas eléctricas del cerebro, que suceden de manera espontánea, y esto se manifiesta como crisis epilépticas. Estas crisis pueden ser convulsiones, pero más frecuentemente aparecen otro tipo de síntomas, como ausencias, visiones o sensaciones que suelen ser siempre recortadas al tiempo que dura esa descarga eléctrica no controlada.

¿Esta pues tiene un gran impacto en la vida de quién la padece? ¿Se asocia a una elevada discapacidad o mortalidad?

Sí. En cuanto a la discapacidad, esta es de las enfermedades neurológicas que causa mayor discapacidad a lo largo de la vida, porque, el hecho de poder padecer las crisis de manera espontánea, hace que estas personas tengan restricciones en el trabajo, en el trasporte... incluso en el tiempo libre. Si hablamos de la mortalidad, el padecer una crisis epiléptica puede tener como consecuencia directa el fallecimiento de esa persona, pero además en estudios recientes se ha visto que las personas con epilepsia pueden tener una esperanza de vida reducida unos 10 o 15 años. Y es que, per se, las crisis epilépticas pueden producir mayor mortalidad, pero además hay otra serie de síntomas que se asocian a la epilepsia, como la enfermedad psiquiátrica, que pueden favorecer la mortalidad precoz de estas personas.

¿Cuál es su incidencia? ¿Cabría distinguir entre un ataque epiléptico puntual y la enfermedad en sí?

Aproximadamente, el 10% de la población sufrirá una crisis epiléptica o pérdida de conciencia a lo largo de su vida por algo que lo provoque, como un golpe en la cabeza, una fiebre grande, una falta de riego cerebral durante un minuto... De este 10%, un 1% o menos va a tener epilepsia, que no es más que esa predisposición a seguir teniendo crisis epilépticas. Es decir, el 9% de la población tiene una crisis en su vida y no tiene más y un 1% se queda con el diagnóstico de epilepsia y éstos, por lo tanto, son los que necesitan un tratamiento para evitar esa recurrencia. La incidencia de la epilepsia estimada en nuestro entorno, en España, se considera que es de entre 400.000 y 500. 000 personas y al año aparecen en torno a unos 40 nuevos casos cada 100.000 habitantes. Sin embargo, es probable que estas cifras estén infraestimadas, ya que la epilepsia tiene un gran estigma, porque por el diagnóstico una persona ya no puede ser policía, no puede trabajar en el mundo de la aeronáutica, no tiene acceso a ciertas actividades de disfrute en las que no se le deja participar, muchas veces sin razón justificada... Y todo ello lo que hace es que la gente esconda la enfermedad para no verse limitada, sobre todo en las áreas de trabajo. Solo por tener un diagnóstico de epilepsia, uno no tiene las mismas oportunidades.

¿Cómo se diagnostica?

Utilizamos normalmente una resonancia magnética para ver las estructuras del cerebro y un electroencefalograma, que nos permite mirar las corrientes cerebrales para intentar detectar este cortocircuito que provoca las descargas epilépticas. Con esto somos capaces de decirle a la persona si tiene riesgo de que su crisis epiléptica vuelva a suceder.

¿Existe cura o es una enfermedad crónica?

Normalmente, es una enfermedad crónica. Hay epilepsias, sobre todo en niños, que, por sí solas, con la maduración del cerebro, se curan, pero en general es una enfermedad crónica que necesita tratamiento. Es parecido al colesterol: si tomamos las patillas del colesterol, no tenemos colesterol, pero necesitamos tomar las pastillas y con la epilepsia sucede lo mismo en más de la mitad de los casos. Sin embargo, entre el 30% o 40% de los casos son lo que se llaman epilepsias resistentes al tratamiento y entonces hay que buscar el tratamiento que reduzca las crisis al máximo.

¿Se conocen las causas?

En un 60% de los casos somos capaces de identificar mediante las pruebas diagnósticas cuál es la causa de la epilepsia, pero hay un 40% de los casos en los que esto no es posible. Con la llegada del diagnóstico genético, que ha surgido en los últimos diez años más o menos, hemos conseguido aumentar el número de epilepsias de las que conocemos las causas, pero a día de hoy aún hay un 40% de las que no conocemos las causas. Las causas más habituales son el traumatismo craneoencefálico, los tumores cerebrales y el ictus. Este último está asociado a la edad y como la población está cada vez más envejecida, hay más ictus y, por lo tanto, más epilepsia. Así, se puede hacer una prevención secundaria teniendo un estilo de vida saludable, que nos hará tener un cerebro menos irritable, y lo que es mandatario en la epilepsia, sobre todo, es seguir unos horarios de sueño regulares, porque la falta de sueño favorece la aparición de crisis epilépticas.

¿Qué mensaje lanzaría por el Día Internacional de la Epilepsia?

Yo lanzaría un mensaje de esperanza e ilusión. Los que trabajamos en el campo de la epilepsia a todos los niveles estamos buscando soluciones para los pacientes y se están abriendo muchos campos de tratamientos, incluso con tratamientos que más allá de tratar las crisis epilépticas, van a modificar la enfermedad para que los pacientes tengan una vida autónoma. Es decir, ahora hay tratamientos para evitar las crisis, pero en el futuro queremos tratamientos que modifiquen y eviten la aparición de estas crisis, que curen la enfermedad.