Cataluña

Y Mozart murió romántico e inspirado

El Gran Teatro del Liceo acoge una visión «monumental» de la última ópera del genio de Salzburg con puesta en escena de David McVicar y un elenco con Myrtò Papatanasiu, Stéphanie d’Oustrac y Paolo Fanale

El Liceu acoge "La Clemenza di Tito" de Mozart con la mirada de David McVicar
GRAFCAT1201 BARCELONA 11/02/2020.- La soprano Myrtò Papatanisiu (d), acompañada por la mezzosoprano Stéphanie d,Oustrac (i), durante el ensayo esta tarde de la última ópera de Mozart, "La clemenza di Tito", la cual llega al escenario del Gran Teatre del Liceu de Barcelona en una producción del director de escena David McVicar y bajo la dirección musical de Philippe Auguin. EFE/Marta Pérez.Marta PerezAgencia EFE

Las vidas que se pierden demasiado pronto cortan un brillante relato antes de tiempo e invitan a imaginar qué hubiese podido pasar si esa vida hubiese continuado su gran fuerza de expresión. Pensemos en alguien como Mozart, el genio de Salzburg, que murió con apenas 35 años en 1791, justo en el momento en que el romanticismo empezaba a abrirse paso. «Las tribulaciones del joven Werther», de Goethe, personaje que abrió la senda romántica ya se había publicado en 1774 y los aires de una nueva forma de mirar el mundo se estaban extendiendo por toda Europa. ¿En serio Mozart iba a ser ajeno a aquel movimiento libertario?

El último año de vida del compositor austríaco fue una fiebre de vida y creatividad, como si presintiese que le quedaba poco tiempo por vivir. En 1791, por ejemplo, acabó «La flauta mágica», su último concierto para piano y orquesta, el concierto para clarinete en la mayor, su última serie de quintetos de cuerda, el motete Ave Averum Corpus, el célebre Requiem y, por supuesto «La clemenza di Tito». «Hay momentos en la última ópera de Mozart en que oyes el «Fidelio» de Beethoven. No podrías distinguirlo. Wagner murió con más de 70 años y estoy convencido que Mozart hubiese tenido una evolución similar. Esta ópera es un primer antecedente del romanticismo y estoy convencido que Mozart hubiese sido también uno de los grandes románticos si hubiese podido seguir viviendo», comenta el maestro Philippe Auguin, director del nuevo montaje de «La clemenza di Tito» que ahora llega al Liceu

El coliseo lírico acoge a partir del 19 de febrero la conocida como la última «ópera seria» de Mozart en una puesta en escena ideada por el genial director teatral David McVicar. «Hemos intentado realizar una versión que se escape de todas las ideas preconcebidas de la ópera, como la del título ópera seria, algo inexacto que designifica la complejidad de la partitura», comenta Auguin, quien asegura que la pieza pone el foco tanto en la música como en los momentos recitativos, que en esta ocasión son muy frecuentes y sacan todo lo mejor de los cantantes, tanto en la voz como en la actuación. «Acabamos exhaustos, además porque McVicar nos exige mucho físicamente, pero los recitativos sirven como impulso a las partes cantadas e enriquecen nuestra interpretación en todos los aspectos», comenta Stéphanie d’Ustrac, que debuta en el Liceo en el papel de Sesto, el amante de Vitelia. Junto a ella están la gran Myrtò Papatanasiu y Paolo Fanale.

Compuesta por Mozart para celebrar la coronación de Leopoldo II, esta última ‘ópera seria’ del compositor austríaco contiene algunos de sus momentos más refinados y sus arias más inspiradas, según defendió Auguin, y no le falta razón. La obra está ambientada en la Roma del siglo I y explica la conjura de Vitelia, hija de Vespasiano, y de su amante Sesto para asesinar y derrocar a Tito, el nuevo emperador, quien al conocer la traición, opta por mostrar clemencia y perdonar antes que pasar a la historia como un monarca sanguinario. «Es una ópera que mira al futuro, a pesar de esa denominación que tiene de ópera seria. Ha habido demasiadas ideas preconcebidas sobre esta ópera, y por eso no ha calado entre el gran público», reconoció Auguin.

Una nueva vida

Mozart escribió esta obra con mucha presión de tiempo y hay arias con muchos matices, desde la ingenuidad de Servilia al dramatismo en Vitellia, una variaciones que pueden recordar al «Fidelio» de Beethoven. «La obra contine recitativos muy densos, que necesitan de una dirección decidida, pero que consiguen elevar la obra y alcanzar grandes cotas de placer. Hay mucha complejidad, es un gran drama político, pero la maestría es que también hay mucha humanidad, ternura y amor, algo que nunca antes se había asociado a alguien en el poder», comentaMarie Lambert, ayudante de McVicar y responsable de esta reposición.

La ópera, en dos actos, es una producción del Liceu creada para el Festival d’Art Lyrique de Aix-en-Provence, y su reposición llega a Barcelona después de haber sido representada en Aix-en-Provence, Toulouse (en dos ocasiones), Marsella y Chicago. Sobre escena, una monumental arquitectura mediterránea con pocos elementos. «Mozart abre las puertas a una nueva música, es maravilloso»; remarca Papatanasiu.