Coronavirus
Dar a la luz en tiempos de pandemia: con mascarilla y guantes en el paritorio
Los padres, solos con el bebé en la habitación sin recibir visitas salvo las médicas, protegidos cuando entran los facultativos, y prohibido salir al pasillo
Álvaro e Isabel y su hija recién nacida son los protagonistas de esta feliz historia a pesar de las circunstancias en las que se encuentra España, con la mayor parte de la población confinada en su casa y sufriendo una crisis sanitaria sin precedentes. Y es que Matilde, como así se llama la pequeña, venía a este mundo el pasado domingo a las diez y dos minutos de la noche en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, tras un parto natural, satisfactorio -puesto que madre e hija se encuentran estupendamente-, y sin epidural, por la rapidez en la que se produjo la buena nueva, según cuenta a LA RAZÓN el vallisoletano Álvaro Pérez, el padre de la criatura.
Este abogado vallisoletano del despacho Veritas et Iure narra a este periódico que todo salió a pedir de boca, y eso que tuvieron que entrar de urgencia a este centro hospitalario de la capital del Pisuerga, pasar el imprescindible triaje que les realizaron en un barracón con despacho que hay a la entrada para separar a los posibles infectados por coronavirus, y responder a un cuestionario mientras su mujer, Isabel, comenzaba a tener contracciones cada vez más frecuentes. Y es que la planta 4ª del Hospital vallisoletano es una zona considerada limpia de este letal y contagioso virus, al igual que Pediatría y la unidad de diálisis, y hay que evitar que accedan personas a estos lugares sin que hayan pasado antes por este filtro.
Nada más subir a la zona de monitores, los médicos introdujeron a la todavía embarazada al paritorio en compañía de Álvaro, que pudo seguir el parto en todo momento, pero siempre resguardados ambos con mascarillas y guantes para protegerse ellos y también preservar a los sanitarios. Dos horas más tarde Matilde, la primera de las dos niñas que nacieron este domingo en el Clínico de Valladolid, ya se encontraba en brazos de su madre. Si bien, ese momento aún se hizo de rogar un poco más, ya que hasta que los médicos no dieron el permiso, Isabel no pudo quitarse sólo uno de los guantes para poder tocar a su hija, sentir su calor y viceversa, y darla la bienvenida a este mundo, a día de hoy de confinamiento y cuarentena social.
Pero si todo transcurre en tiempo y forma, que lo hará, y la prueba del talón que aún deben realizar a la pequeña sale bien, que saldrá, este miércoles seguramente les den el alta, y Matilde podrá conocer a sus dos hermanos: Rodrigo, el mayor de 5 años, e Isabel, la ahora mediana de la casa, que cuenta con tan solo dos años y medio. También a sus abuelos maternos y paternos, que arden en deseos de conocer a su nieta. De hecho, cuenta Álvaro que hasta el momento solo la han podido ver en fotos que les han enviado a través de Whatsapp o mediante las videollamadas que suelen hacer al día desde la habitación en la que se encuentran residiendo estos días solos los tres.
“No recibimos visitas, salvo las que hacen los facultativos para realizar alguna prueba a Matilde o comprobar como se encuentra la madre; no podemos salir ni siquiera al pasillo a estirar las piernas, y cuando entra algún médico siempre debemos tener puesta la mascarilla porque si no no entran a la habitación”, cuenta el padre a este periódico, mientras apunta también que sale una vez al día al Carrefour Express que hay junto al hospital y que es el único que está abierto en la zona en el que hace acopio de comida, sobre todo sandwiches para poder alimentarse, ya que el restaurante del Clínico Universitario también ha cerrado sus puertas.
Agradecimiento a los sanitarios
Los dos hijos pequeños de Isabel y Álvaro se encuentran estos días con los abuelos maternos, que se han instalado en casa de su hija y su yerno para cuidar de ellos “pero también del perro”, bromea Álvaro. Tanto Rodrigo como Isabel tienen muchas ganas de conocer a su hermana, aunque son conscientes de lo que está ocurriendo y de que hay un “bicho” ahí fuera que se llama coronavirus que es peligroso y que por ello hay que permanecer en casa. Pero mientras llega ese esperado momento, cuenta el padre que los dos menores salen cada día al balcón de su casa con sus abuelos para aplaudir a rabiar y mostrar también así su agradecimiento al buen hacer de los médicos y servidores públicos que se encuentran más expuestos estos días al virus y que se juegan la vida cada día por nosotros.
Unos profesionales, sobre todo los sanitarios, que en el caso del Hospital Clínico de Valladolid están trabajando a destajo cuidando de la salud de todos, tanto de los que llevan tiempo como de los que llegan, pero “intranquilos”, nota Álvaro, por lo delicado de la situación, por las normas que han de cumplir de seguridad y distancia entre ellos, por el miedo a contagiarse y no poder seguir al pie del cañón, pero también por el día después de esta pandemia.
“Lo que más les preocupa es que andan escasos de material de protección, especialmente mascarillas", señala, tras asegurar que a veces oye hablar a los sanitarios desde la habitación cuando entra algún paciente nuevo y que cuando le dan una mascarilla piden que por favor la cuiden al máximo durante todo el tiempo que deban pasar en el hospital porque no les sobra. Y en lo que a su mujer e hija respecta, afirma Álvaro que está enormemente agradecido por el trato y la atención que están recibiendo por parte de los facultaltivos.