El día en que una cárcel de La Mancha que se convirtió en 'patio de conciertos'
Hace ya varias décadas, se dio un peculiar episodio inédito en la historia de los centros penitenciarios de España
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En España, según los últimos datos de diciembre de 2023 del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial), hay en torno a 56.000 personas ingresadas en prisión. La distribución de los presos en muy despareja, pues en todas las Comunidades Autónomas, más del 90% de los reclusos son varones.
Esta población reclusa está distribuida entre los 92 centros penitenciarios que hay actualmente en funcionamiento en nuestro país. Todas dependen de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, salvo en Cataluña y País Vasco, que están sujetas a la competencia autonómica de cada una.
Algunas de ellas son de reciente construcción, como la nueva cárcel de Zubieta (San Sebastián), que está previsto que entre en servicio a principios de este 2025, y contará con numerosas innovaciones. Otras, por el contrario, tienen incluso varios siglos de historia, como de la que hablaremos hoy.
Cierto es que cuando un centro penitenciario se hace conocido, no suele deberse a buenas noticias, o no constituye normalmente un motivo de alegría. Algunos de estos lugares han quedado ‘mancillados’ por haber servido para la represión en ambos bandos durante la Guerra Civil Española, y aún perduran en el recuerdo.
Ha habido, por suerte o por desgracia, mayor número de celebridades en las cárceles que de prisiones famosas. Algunas personas, incluso, deben su fama a su reincidencia en varios delitos o a su habilidad para darse a la fuga. Como el caso de Ignacio Alonso, que en 1983 consiguió escapar de la prisión de Carabanchel intercambiándose por su hermano gemelo.
Curiosamente, la cárcel más antigua de España que se mantiene aún en activo se encuentra en Castilla-La Mancha, concretamente en Ocaña (Toledo). Tiene más de tres siglos de historia, pues fue inaugurada en 1701, y ha tenido un papel relevante en varias etapas históricas de nuestro país.
Durante la Guerra Civil fue utilizada como hospital militar por el bando republicano, pero ya durante el franquismo volvió a su uso habitual, y llegó a albergar hasta 15.000 presos, siendo la más grande de España en aquel momento. El centro penitenciario de Ocaña era conocido como ‘la prisión de la muerte’, porque a su alrededor se fusilaron a muchas personas.
Uno de sus reclusos más conocidos fue el poeta Miguel Hernández, que estuvo allí encarcelado entre 1940 y 1941, cuando escribió los famosos versos de ‘Nanas de cebolla’. Pero no fue el único preso famoso de Ocaña, hubo otra celebridad más reciente que pasó una ‘temporada a la sombra’ en esta institución, y se hizo notar.
Hablamos ni más ni menos que de Juan José Moreno Cuenca, más conocido por su alias ‘el Vaquilla’. Fue un chico huérfano de padre que vivió en el Campo de la Bota, un antiguo barrio chabolista de Barcelona. Comenzó sus actividades delictivas ya a la temprana edad de 9 años y, a los 12, atropelló con el coche a una mujer después de haberle robado el bolso, y esta perdió la vida.
Pasó el resto de su vida en reformatorios y en varios centros de prisión, donde contrajo el VIH y cursó estudios universitarios en Periodismo y Derecho. En 1984 fue el líder de un motín en la Cárcel Modelo que conmocionó al país. Fue una figura muy destacada en la cultura ‘quinqui’ de la época.
Tan es así, que en 1985, al poco tiempo de ingresar en prisión, el director José Antonio de la Loma estrenó una película que arrasó en taquilla bajo el título “Yo, el Vaquilla”, donde contaban parte de su historia personal. Y es que la banda sonora del filme la puso uno de los grupos más de moda del momento: ‘Los Chichos’.
Fue ‘el Vaquilla’ quien pidió expresamente que fuesen ‘Los Chichos’ y no otros los que pusieran música a la película. Acabaron entablando amistad y, a finales de 1985, el grupo celebró un concierto en la cárcel de Ocaña para presentar su nuevo disco. Actuaron delante de los reclusos, entre los que se encontraba, por supuesto, Juan José.