Pueblo
Este es el pueblo más pequeño de Canarias: tiene una superficie de menos de 9 kilómetros cuadrados
El municipio se ha consolidado como uno de los principales motores turísticos del Archipiélago canario
Quizás debido a su renombre tanto entre los turistas como entre los habitantes locales, pocos conocen que el municipio más pequeño de las Islas Canarias se encuentra en Tenerife. Este enclave no solo alberga la piscina más grande de todo el Archipiélago, sino que también destaca por su exquisita oferta gastronómica. De hecho, uno de cada tres turistas nacionales que visitan la isla opta por alojarse en este pintoresco destino.
El Puerto de la Cruz, con apenas 8,73 kilómetros cuadrados de extensión, ostenta el título de ser el municipio más pequeño de Canarias, con casi 31.000 habitantes. No obstante, su tamaño no refleja la magnitud de su impacto económico, ya que se ha consolidado como uno de los principales motores turísticos del norte de Tenerife. Durante años, fue también el municipio más pequeño de toda España, aunque hoy en día ha sido superado por algunas localidades de la península.
La ciudad norteña ostenta un lugar privilegiado en la historia del sector turístico, pues fue en este municipio donde dio comienzo el turismo en Canarias y en España. El 1 de septiembre de 1886, abrió sus puertas el primer hotel de la ciudad, conocido como Orotava Grand Hotel o Sanatorium, cuya inauguración oficial tuvo lugar once días después. Este hecho marcó el inicio de una nueva era para la isla, impulsando el desarrollo turístico que perdura hasta el día de hoy. Y es que las instalaciones hoteleras desempeñaron un papel fundamental en la transformación de la industria turística de la ciudad, impulsando su desarrollo y expansión.
Una interesante curiosidad sobre Puerto de Santa Cruz es que no siempre fue conocido con este nombre. En sus primeros tiempos, la localidad respondía al nombre de Puerto de la Orotava, pues era el principal puerto de embarque del Valle de la Orotava. No fue sino hasta el siglo XVI que adoptó su denominación actual, un cambio que surgió tras la erigición de una cruz en el muelle recientemente construido.
Qué ver en el Puerto de la Cruz
El Puerto de la Cruz es una ciudad llena de contrastes y sorpresas, donde la tradición y la modernidad se entrelazan con una suavidad única. Al pasear por sus calles, uno se encuentra con un encanto particular: desde los tranquilos rincones del casco antiguo, con sus casas coloniales adornadas con balcones de madera, hasta la vibrante Avenida de Colón, que refleja la esencia del puerto y su relación con el mar.
Uno de los principales atractivos es el majestuoso Lago Martiánez, un complejo de piscinas de agua salada diseñado por el artista César Manrique, que se convierte en un lugar perfecto para relajarse mientras se contempla el horizonte. A su alrededor, los jardines y el contraste de las piedras volcánicas ofrecen una vista impresionante que refleja la esencia del paisaje canario.
El puerto, con su puerto pesquero, también invita a disfrutar de una tarde tranquila, observando los barcos y el constante ir y venir del mar. Y, por supuesto, no se puede dejar de mencionar la Plaza del Charco, el corazón del Puerto, donde se mezcla la vida local con la presencia constante de visitantes que se detienen a disfrutar de un café en sus terrazas. Desde aquí, se pueden descubrir pequeños detalles de la ciudad, como las fachadas adornadas por colores vivos o las iglesias que hablan de su rica historia religiosa.
Y, al final del día, un paseo por los jardines botánicos invita a sumergirse en una exuberante vegetación que refleja la diversidad natural de la isla. Cada rincón tiene algo que contar, y el Puerto de la Cruz se revela como una ciudad que, con su serenidad y su vitalidad, invita a descubrir sus tesoros a cada paso