Tribuna

"Nos esperan durísimas restricciones"

El presidente de Feragua, Pedro Parias, advierte que, pese a las últimas lluvias, la sequía persiste y que seguirán las limitaciones de agua para los regantes

Si no sigue lloviendo las restricciones de agua a los regantes alcanzarán el 70%
Si no sigue lloviendo las restricciones de agua a los regantes alcanzarán el 70%EP

Salvo que siga lloviendo y mucho, al regadío le esperan durísimas restricciones. Es necesario decirlo más de una vez. Porque la percepción que está quedando en la gente es que la sequía ha acabado. Los telediarios nos muestran las imágenes de embalses en Sevilla desembalsando agua y parece que se acabó el problema. Nada más lejos de la realidad. En la Cuenca del Guadalquivir si no sigue lloviendo vamos a tener restricciones, y muy importantes. Si no vuelve a caer una gota, en la Regulación General, de la que dependen la mayoría de los regantes, las restricciones serán del 70% y lo más probable, si llueve con normalidad en los próximo tres meses, es que sean entre el 40 y el 50%. O sea, que de normalidad, nada.

Si algo muestran las imágenes de algunas presas vertiendo agua es, en primer lugar, que menos mal que teníamos esas presas ahí para retener agua. Gracias a ellas, por ejemplo, el abastecimiento está garantizado en Sevilla para muchos años y gracias a ellas se han evitado inundaciones seguras. Y lo segundo que demuestran es el desastre en la planificación hidrológica. O más que en la planificación, en la ejecución de la planificación hidrológica.

Se sabe de sobra las presas que son necesarias y muchas de ellas están recogidas en la planificación, pero la realidad es que no se han hecho. Y la consecuencia es que, mientras algunos embalses tiran agua, el regadío se va a ver abocado a nuevas restricciones, salvo que cambie mucho la situación hidrológica.

Las lluvias han mejorado mucho el nivel de los embalses en Huelva, en la Cuenca del Tinto-Odiel-Piedras y en los sistemas más occidentales del Guadalquivir. Pero en la mayoría de los sistemas del resto de las cuencas andaluzas, lo que teníamos y seguimos teniendo es sequía. Y si en la próxima campaña tenemos otra vez restricciones, en el Guadalquivir será el séptimo año consecutivo, que se dice pronto. Ahora se habla mucho de que hay situaciones que no se pueden normalizar. Pues bien, esta situación es una de esas injusticias enormes que no podemos normalizar. No podemos acostumbrarnos a regar con menos de la mitad del agua que necesitamos. Porque eso lo que significa es que se deje superficie sin cultivar, se planifiquen los cultivos menos demandantes de agua y con menos potencial y se pierdan mercados que ha costado mucho crear, lo que conlleva una gran pérdida de rentabilidad económica y social, pues conlleva un grave impacto en el empleo.

El riego en precario es sinónimo de pérdida de competitividad. Y no, los regantes no estamos dispuestos a normalizarlo. Tampoco estamos dispuestos a normalizar que las infraestructuras hidráulicas se queden varadas en la planificación y no se ejecuten. De qué nos sirven los documentos oficiales si no se cumplen. De acuerdo con la planificación hidrológica, en los últimos 15 años se deberían haber empezado en Andalucía 18 presas. Pero el contraste entre el papel y la realidad es demoledor. De esas 18, dos, las presas de Velillos y Cerro Blanco, fueron rechazadas. Y de las 16 restantes, solo hay una iniciada, la presa de Alcolea, ejecutada al 20%.

Del resto de presas contempladas en los planes hidrológicos el nivel de ejecución es cero. Pero, lo que es más grave. En definitiva, la mayoría de estas obras no tiene siquiera proyecto terminado. Y por eso, desde el año 2009, año de entrada en servicio del embalse de la Breña II, no se ha iniciado una sola nueva obra de regulación en toda la región de Andalucía. Sí se terminó una presa que se había iniciado mucho antes, la de Siles en el 2012, pero tampoco da servicio a sus usuarios por falta de conducciones.

Y esa es la vergonzosa realidad de las obras hidráulicas en Andalucía. Se ha normalizado que no se ejecute lo que se aprueba, mientras las administraciones no hacen más que hablar del cambio climático sin tomar las medidas que permitirían combatirlo. Porque esa es otra. La propia planificación hidrológica reconoce que en 2037 vamos a estar peor. Que los ciclos secos serán más largos y eso ocasionará que haya menos garantía y disponibilidad de agua. Dicho de otra forma, salvo en el litoral mediterráneo, donde las aguas regeneradas y desaladas pueden ayudar a compensar el desequilibrio hídrico, en el resto de cuencas españolas la previsión es que la oferta y la demanda se va a seguir desnivelando más y más.

¿Y qué solución se nos ofrece? La verdad, poca. Porque, a la hora de la verdad, la ecología pesa más que las personas y las obras hidráulicas se paralizan eternamente. Así que, de momento, a seguir mirando al cielo y esperar que vengan lluvias.