Política

El futuro del PP se decide en Andalucía

Los populares celebrarán el Congreso extraordinario con Juanma Moreno como anfitrión el fin de semana previo a Semana Santa. El PP en 1990 y el PSOE en 2012 ya escogieron la ciudad para renovar sus direcciones

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (i), a su llegada a la reunión de la Junta Directiva Nacional tras la crisis interna del partido
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (i), a su llegada a la reunión de la Junta Directiva Nacional tras la crisis interna del partidoEduardo ParraEuropa Press

El futuro del PP se escribirá dentro de un mes en Sevilla. A siete días de la Semana Santa, el Partido Popular en pleno desembarcará en la capital andaluza para celebrar el Congreso extraordinario convocado este martes por su Junta Directiva para los días 1 y 2 de abril. El PP ya eligió la ciudad en 1990 para celebrar el Congreso en el que el fundador del partido y expresidente gallego Manuel Fraga entregó el relevo a quien seis años después de convertiría en el primer presidente del Gobierno de España con las siglas del PP, José María Aznar. Más recientemente, el PSOE organizó su 38º Congreso en 2012, donde un veterano como Alfredo Pérez Rubalcaba se impuso a la emergente Carme Chacón -los dos protagonistas fallecieron con dos años de diferencia, Chacón en 2017 y Rubalcaba en 2019-. En cuanto a Andalucía, el entonces presidente y secretario general del PSOE-A, José Antonio Griñán, se decantó por la catalana. Esa decisión no detonó su futuro -la investigación y posterior condena en el “caso ERE” fue lo que lo sacó de la política-, pero influyó y al año siguiente abandonaría ambos cargos en favor de Susana Díaz. En 1990, el PP andaluz todavía era un partido joven, recién creado el año anterior, y tenía una discreta implantación en Andalucía que fue creciendo cuando Javier Arenas tomó las riendas en 1993. De hecho, Arenas ostenta todavía el mejor resultado logrado por su partido en unas autonómicas, con 50 diputados, casi el doble que los que tiene ahora, quedándose a solo cinco de la mayoría absoluta y no le permitieron gobernar al no encontrar alianzas.

La historia de Alberto Núñez Feijóo como líder del PP nacional todavía está por escribir. Su valor político está fuera de duda después de reeditar en las últimas elecciones la mayoría absoluta, casi una anomalía en el actual panorama político, donde los parlamentos están muy fragmentados. Allí solo tres partidos -PP, BNG y PSOE- obtuvieron alguno de los 75 sillones en juego. Lo primero es que se confirme oficialmente que se presentará. Mientras eso sucede, el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, ya ha expresado públicamente su total respaldo a su compañero gallego, y lo ha hecho en todas las ocasiones que se le han brindado. Este mismo martes repitió a las puertas de la sede de Génova que su deseo es que solo Feijóo aspire a presidir el PP, para evitar un enfrentamiento que con otras posibles candidaturas que alargue la crisis interna.

Las similitudes entre Rubalcaba y Feijóo, el presumible relevo de Pablo Casado al frente del PP, pueden encontrarse en que ambos eran históricos dirigentes y arrastraban una amplia experiencia de gobierno antes de ser elegidos como “números 1″ de sus partidos. En el caso de Rubalcaba, había sido ministro en dos etapas, con Felipe González y con José Luis Rodríguez Zapatero, con quien ejerció, además, de vicepresidente. A Feijóo le avalan sus 15 años al frente de la Xunta de Galicia; antes había desempeñado diferentes cargos en segunda línea en el Gobierno estatal y como consejero en su comunidad. Como Rubalcaba, también es funcionario, en su caso de la Administración gallega, mientras que el socialista era profesor universitario en la Complutense. También los dos tenían como objetivo liderar a sus partidos para recuperar el Gobierno de España, algo que no sucedió en el caso del primero.

Establecer una comparación entre Moreno y el defenestrado Griñán es complicado, más allá de que ambos eran líderes de sus partidos y presidentes de la Junta en el momento de celebrarse los congresos. Moreno apuesta a caballo ganador y el cambio le servirá para reforzar su posición orgánica, tras dejar atrás las fricciones con la anterior dirección -especialmente con el exsecretario general, Teodoro García Egea-. Durante meses, soportó las presiones desde Madrid que lo arrastraban hacia un adelanto electoral que no tuvo nada claro hasta prinicpios de año. De hecho, en el Gobierno andaluz se trabajaba ya en enero con la consigna de que la legislatura acabaría antes del verano y trataban de acelerar las leyes pendientes para intentar aprobarlas en plazo, más en el caso de Cs, donde sus consejeros daban por hecho el adiós en privado. Los resultados del 14 de febrero en Castilla y León y la “guerra interna” en su partido cambiaron sus planes.

La estabilidad del Gobierno andaluz cotiza hoy al alza ante el nuevo panorama de los populares. El poder territorial tomará posiciones y Moreno está en disposición de asumir los galones que hasta ahora le negaban en su propio partido, pese a presidir la comunidad con más peso de España y romper con cuatro décadas ininterrumpidas de gobiernos socialistas. La elección de Sevilla supone, además de un gesto a Moreno, unir la nueva etapa del PP al bastión del PSOE por excelencia. Andalucía es la siguiente comunidad en la que se celebrarán elecciones, como muy tarde a final de año, y el PP volcará todos sus esfuerzos en afianzar los resultados que las encuestas vaticinan porque, aunque gobierna, solo tiene 26 de los 109 diputados del Parlamento. Todos los sondeos lo sitúan como primera fuerza política en la comunidad, aunque, como ahora, no podría gobernar en solitario. Su socio en la Junta, Cs -que aporta 21 diputados- lleva en caída libre desde que desapareció de la Asamblea de Madrid el año pasado, por lo que la relación con Vox será determinante. Y en eso también parece que habrá un antes y un después en el PP.