Borja Sémper: "El discurso cultural de la izquierda ha quedado decrépito y demodé"
Portavoz y vicesecretario de Cultura del PP afirma que el movimiento woke es «liberticida y antidemocrático». Tiene claro que «la izquierda está perdiendo» ese relato, que el Gobierno lo ha ideologizado de una manera «sectaria» y defiende que «la cultura no tiene etiquetas. Es de todos»

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Durante muchos años fue considerado «el verso suelto» del PP y cree en una política «sin corsé». Portavoz y vicesecretario de cultura del PP ha recibido la encomienda de Feijóo de arrebatar la bandera de la cultura a la izquierda porque, asegura, esta no tiene ideología. «Es un reflejo de la complejidad del ser humano, del choque interior que todos tenemos» por lo que cree que «las expresiones culturales tienen que incomodarnos, porque nos tienen que sacar de nuestro espacio de confort, de nuestra visión del mundo y llevarnos a lugares incómodos que nos hagan pensar y reflexionar». Cree en una cultura «en libertad» que «no esté controlada por los poderes públicos».
¿La cultura tiene ideología?
Siempre he defendido que la cultura no es ni de izquierdas ni de derechas, porque los consumidores de cultura, como los artistas, son de izquierdas, de derechas y otros no son de nada. La cultura es libertad y es ideológicamente libre. Pudo haber un tipo de manifestaciones culturales que se hayan identificado con la izquierda porque han elevado más la voz y por eso puede parecer que es de izquierdas, pero a lo largo de nuestra historia contemporánea ha quedado evidenciado que tanto artistas como consumidores, y la industria cultural, es tanto de izquierdas como de derechas.
¿Cuál es el plan del PP o de Sémper, para demostrar que la cultura también es de derechas?
(Risas) Se habla mucho del relato cultural. De guerra cultural. A mí, eso me produce mucha pereza. Nosotros, lejos de dar guerras, lo que tenemos que evidenciar es nuestro compromiso con la cultura. Cuando gobernemos vamos a demostrar que hemos aprendido cosas del pasado en materia de Cultura, y que no vale solo con hacerlo bien, sino que tenemos que decirlo. La cultura tiene que estar en nuestro vocabulario y discurso permanentemente. Somos un partido de corte liberal y conservador, y la vemos como un ejercicio de libertad. La cultura ensancha nuestras posibilidades de ser más libres, nos da herramientas para ser más críticos y conocer mejor el mundo en el que vivimos.
«Hay que revertir el apagón cultural de España que ha supuesto este Gobierno»Borja Sémper
¿Entonces?
No tenemos que arrebatar esa bandera a la izquierda, sino que nosotros también debemos abanderarla. No se trata de que la cultura pase de ser catalogada de izquierdas a ser catalogada de derechas. Se trata de quitarle las etiquetas ideológicas para que pueda ser libre, algo que a mi juicio está siendo perjudicado por las políticas de izquierdas.
¿Hay que volver a impulsar a España en el exterior?
Tenemos un potencial extraordinario y muchas palancas para hacer eso. Una es el idioma. El español lo hablan seiscientos millones de personas. Nuestra lengua es nuestro petróleo. Podemos impactar a través del español. He estado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de México, donde se palpa el extraordinario potencial que tenemos como país a través de la cultura en general y de la lengua en particular. No solo para ser relevantes en Latinoamérica, sino para dejar nuestra impronta en Estados Unidos, Asia y Europa. Pero no estamos siendo capaces de exprimir ese potencial. Los Institutos Cervantes deben ser aprovechados como plataformas para difundir la cultura de España, promocionar el castellano y a nuestros artistas.
«El Gobierno ha utilizado Cultura como el cajón de sastre para colocar a los ministros»»Borja Sémper
¿Ahora no es así?
Hay que revertir este apagón cultural de España en el mundo, no sé si fruto de los complejos o de ortodoxias ideológicas que han impedido al Gobierno llevar la marca España a través de la cultura con la cabeza bien alta. Me sorprende. Estamos dejando de aprovechar este potencial, que no es solo es cultural, también es industria y que genera puestos de trabajo y economía.
¿Hay un discurso sectario en la cultura?
Hay un discurso sectario por parte de este Gobierno, primero porque se empeña en patrimonializar la cultura en un ámbito ideológico. Y segundo, porque el ministro de Cultura habla mal de España, de nuestra historia, de nuestro legado y de nuestra cultura. Es asombroso ver cómo nuestro país tiene ministros que hablan mal de él. No había sucedido nunca. Ahora se ha demostrado que se tiene muy poco interés por ello. El Ministerio de Cultura se ha utilizado por este Gobierno como un cajón de sastre para ir colocando ministros que sobraban en determinados sitios... No contento con eso, el PSOE ha renunciado a esta cartera y se la ha cedido a Sumar. Eso deja claro la importancia que el presidente da a la cultura, que es entre exigua y nada.
«La herida del cine español con el PP se ha superado ya y hoy las relaciones son muy buenas»Borja Sémper
¿Cree que está siendo utilizada como arma ideológica?
Hay mucho de eso, pero se hace con torpeza. Afortunadamente. El discurso cultural de la izquierda ha quedado decrépito, demodé, pasado de moda. Es un discurso que suena al mayo del 68, más a principios de los años 80 que al siglo XXI. La izquierda ya no entiende la complejidad de las expresiones culturales de hoy y que estas ya no se producen solo en museos o canales oficiales. Hay muchas más, y escapan al control de las instituciones públicas, al manoseo político y la ideologización de la izquierda.
¿En qué lo ve?
Hay voluntad de manosearla, pero no son capaces de hacerlo hasta donde les gustaría. Un ejemplo palmario, los toros, independientemente de la cercanía que podamos tener hacia ellos. Yo no soy taurino, no por nada, sino porque nunca me he terminado de enganchar, y que conste que he ido muchas veces a la plaza. Pero la tauromaquia es una expresión cultural de nuestro país. Está reconocida por ley. Los intentos de la izquierda de atacarlos han provocado que cada vez más jóvenes acudan a las plazas.
«No creo en los que pretenden copiar la cultura woke desde la derecha. Cuidado con esos reaccionarios»Borja Sémper
¿Cree que se han dado cuenta?
No, para nada. No es capaz de detectar eso. Hoy es casi revolucionario ser liberal o conservador. Es casi revolucionario defender la libertad creativa y la autonomía de las artes para que puedan desarrollarse. Y esta revolución la están protagonizando orientaciones ideológicas que tienen más que ver con el liberalismo que con la izquierda, que se ha quedado carca.
¿La cultura woke y la corrección política está reñida con la libertad creativa?
La cultura woke, a mi juicio, es profundamente antidemocrática y liberticida. Pero creo que ahora está en la UCI. La cultura woke está en retroceso porque se están imponiendo nuevos espacios de libertad. Pero déjeme aportar un punto en este asunto. Tampoco creo en los que pretenden copiar lo woke, pero desde la derecha. Ojo con esos movimientos reaccionarios. Tenemos que combatir esas ideas liberticidas que pretenden decir a los ciudadanos qué cultura consumir y, en función de la cultura que consumimos, decir cómo somos o cómo debemos de ser. Esto es lo que nos dice la cultura woke, que pretende identificar a la persona con su arte. Y si el artista no responde a determinados cánones de los apóstoles del wokismo, es cancelado. Esta posición tan demencial ha tenido mucho protagonismo en la última década, pero está en proceso de agonía, para bien, desde mi perspectiva... Pero cuidado, la reacción no es hacer lo mismo desde el otro extremo. La cultura necesita espacios de libertad, no de control, y tengo la sensación de que tanto la extrema izquierda como la extrema derecha quieren controlar la cultura. Sería un error.
¿Qué le parece la polémica de Notre Dame?
Es demencial que el Gobierno de España no esté representado en la inauguración de una de las expresiones culturales más relevantes, no ya francesa, sino de Occidente. La Catedral de Notre Dame trasciende su consideración de templo religioso. Nos ha producido bochorno comprobar cómo grandes países estaban representados y que el ministro de Cultura no estuviera. Dice muy poco de este Gobierno. Es una vergüenza que no hayamos estado representados. Ejemplifica cierto sectarismo. Tú puedes tener una concepción determinada del mundo, pero en tu ejercicio como ministro tienes que trascender tus filias y fobias para estar a la altura de tu cargo y de tu responsabilidad. Tenemos un ministro que ejerce como portavoz de Sumar más que como ministro. Menos mal que la cultura española pinta mucho más de lo que pinta su ministro. Cuando haya uno del PP ejercerá como representante de la cultura española. De toda ella.
«El ministro de Cultura habla mal de España de nuestra legado y cultura. Es inédito»Borja Sémper
¿Está ya superada la brecha que se abrió entre el mundo del cine y el Partido Popular con aquel «No a la guerra»?
El mundo del cine es heterogéneo. Lo que sucede es que, durante demasiado tiempo, quienes han alzado la voz han sido los que pensaban de una determinada manera. Pero me consta que el cine es plural. Tenemos productores, técnicos, distribuidores, actores... No todos hablan igual. Creo en la libertad de los creadores para que puedan emitir su opinión, y, también, que, el que vaya a contracorriente, sea respetado. A veces puede quedar la sensación de que hay gente que no se atreve a hablar por represalias ideológicas. Pero, pienso, de verdad, que la relación actual del cine español con el PP es muy buena.
¿Qué le gustaría hacer a usted por el cine?
Tenemos ideas para que tenga más apoyo financiero, también del privado. Hay que profundizar en la colaboración público-privada y dar la oportunidad de que inversores puedan apostar por la cultura, no para descargar las arcas públicas, sino porque es necesario un modelo más anglosajón de la financiación de la cultura en nuestro país. La política cultural de un gobierno tiene que ser como el papel que desempeña un lobista, jugar siempre a favor de ella. Tiene que crear las condiciones para dar oportunidades y ser consciente de que la cultura es un mundo precario.
¿Precario?
Más de la mitad de las empresas culturales españolas son micropymes. En torno al 90% de las empresas españolas de este sector son pequeñas y medianas empresas y autónomos en situación laboral y económicamente precaria. Los poderes públicos han aprobado el Estatuto del artista, que no ha sido desarrollado por el actual Gobierno, que dice ser tan de izquierdas y tan progresista, y que aparentemente quiere ayudar al trabajador. Bueno, este Estatuto sigue sin ser desarrollado, sobre todo en sus partes más críticas y que más ayudarían al trabajador.
«Hoy lo revolucionario es ser liberal, defender la libertad creativa y la autonomía de las artes»Borja Sémper
¿Ahondaría en ello?
Un artista puede tener una remuneración un año, pero puede estar dos años sin ella. Hay medidas que impactarían en su economía y le permitirían seguir desarrollando su actividad. Tenemos sectores económicos dispuestos a contribuir en la cultura. No estoy hablando solo de grandes multinacionales o empresas, sino de mecenas que quieren apoyar a la cultura española. Un ejemplo, una buena ley de mecenazgo que canalice esa vocación de colaborar con la cultura y que tenga un impacto real vía desgravación fiscal. Si se visita el Metropolitan de Nueva York, verá que hay salas con nombres de mecenas. Podemos buscar fórmulas, no necesariamente esa, que animen a mecenas y que ellos tengan un reconocimiento. Se puede abrir un debate alrededor de esa idea, por ejemplo. Queremos hacer real cómo sostener esta industria que necesita más apoyo financiero y que no tiene que estar solo, o prioritariamente, sustentado por poderes públicos.
¿Se ha ideologizado el Museo Reina Sofía?
Para mí, en esta área, un modelo de gestión es el Pompidou. ¿Por qué? Cuenta con los artistas actuales. El arte contemporáneo en España no está siendo suficientemente reconocido, a mi juicio, por el Estado. El gran contenedor de difusión del arte contemporáneo en nuestro país es el Reina Sofía. Pero si analizamos sus exposiciones temporales de los últimos diez años, echo en falta grandes artistas españoles contemporáneos que hoy tenemos. Y es difícil que tengan credibilidad en el mundo si antes no han sido reconocidos en su país. El Reina Sofía debería apostar por ellos, no por chovinismo, sino porque es un apoyo para su internacionalización. En segundo lugar, creo que hay una corriente que se ha impuesto en el Reina Sofía que me parece legítima, interesante, lo respeto, pero creo que desprecia otras expresiones actuales que se salen de esa línea. Todo debería convivir en el Reina Sofía. Debería de ser ese gran contenedor de exhibición de las múltiples expresiones de arte que existen en nuestro país, pero creo que se ha apostado solo por una.
«Hay una guerra cultural, pero en lo que yo creo es en una buena política cultural. Ahí, la izquierda ha perdido»Borja Sémper
También se habló de descentralizar el Museo del Prado.
El Prado es una de las instituciones más eficaces y notables que tenemos. Es una gestión en la que deberíamos fijarnos. Y tiene nuestro aplauso. Pero a lo que se refiere con su pregunta... Muchas instituciones en España exhiben lienzos del Prado. Ahí está esa realidad. Pero el ministro de Cultura dice que vamos a descentralizar los grandes museos españoles... No sé... Es irresponsable. Eso ya está pasando. No es descentralización. Es que los fondos del Museo del Prado ya están expuestos en muchos ayuntamientos, diputaciones... Es convertir en un conflicto cosas que de manera natural ya existen. Esto es lo que sucede cuando no tienes ideas ni políticas concretas y debes recurrir al relato ideologizado y convertir en problema lo que no es.
¿En qué se está equivocando Ernest Urtasun?
A este ministro le ha tocado el Ministerio de Cultura. Le ha caído. Como en una tómbola. Eso hace que su gestión no sea brillante. Y, además, le han puesto un controlador en La Moncloa. Luego, él es más portavoz de Sumar que ministro, y eso le quita tiempo y dedicación. En segundo lugar, su inicio, hablando de la descolonización de los museos españoles, fue muy malo. Y, en tercer lugar, su decisión, a mi juicio políticamente sectaria, de eliminar el premio de tauromaquia, le va a pesar mucho en adelante, porque que un ministro de Cultura de España vaya en contra una de las tradiciones culturales de su país no parece lo más razonable.
Hay una corriente que dice que la derecha está perdiendo la batalla cultural. ¿A qué cree que se refieren?
Los espacios de libertad se están ensanchando. Hay un péndulo que está moviéndose. Antes hablábamos del discurso woke. Ahora ese péndulo está volviendo al lado de la libertad. Hoy lo revolucionario es ser moderado, creer que tienes adversarios y no enemigos políticos, y decir que la cultura debe de ser transgresora y que no debe aceptar lo políticamente correcto. La izquierda apuesta por lo políticamente correcto, pero el discurso que sostengo es el que apuesta incluso por expresiones culturales que podrían llegar a incomodarnos a nosotros mismos. Queremos que tengan su espacio todas las expresiones culturales. Hay una guerra cultural, pero en lo que yo creo es en una buena política cultural. Ahí, la izquierda ha perdido. Ha perdido la capacidad de entender por dónde va el mundo y se ha convertido en algo viejo. En el discurso cultural, la vanguardia viene de posiciones que defienden la libertad, como la del Partido Popular, donde hemos apostado desde el inicio por una cultura en libertad.