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¿Trump, emperador? (y III)

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Está sucediendo lo que se llevaba diciendo hace bastantes meses: el gobierno USA de Trump de 2025 a 2028, tiene una base territorial de 9,83 millones de km2, con 335 millones de habitantes. Espacio al que el nuevo presidente quiere incorporar el Estado número 51 de Canadá (9,27 millones de km2, 40 millones de habitantes); incluyendo además la vinculación forzosa de México (1,96 millones de km2, 132 millones de habitantes), para al final comprar a los daneses Groenlandia (2.166.086 de km2, con sólo 56.900 habitantes), un tema al que ya nos hemos referido.

De prosperar la unión de esos cuatro países, ello supondría el surgimiento de un nuevo conjunto económico que podría dominar el mundo: al tener un total de 43,42 millones de km2 y 560,36 millones de población. Así, la supernación Trump quedaría muy por delante de la Fede-ración de Rusia (con sus sólo 17,07 millones de km2) y sería la tercera por población, después de India y China.

En resumen, en términos de PIB, Trumpilandia, tendría 29,56 billones de dólares, resultado de agregar 25,63 de EE.UU.; 1,98 de Canadá; 1,65 de México; y 0,3 de Groenlandia. Ese PIB global sería 1,8 veces el actual de China (16,42 billones) en términos de tipos de cambio exterior (no de precios según capacidad adquisitiva), con un diferencial, pues, de ir las cosas por ahí, en que la República Popular ya nunca encabezaría el ranking.

Sin embargo, la idea de Donald Trump de ser el primer Emperador de las Américas es históricamente imposible. El único que pudo ostentar ese excelso título podría haber sido Carlos I de España y V de Alemania: desde 1517 (Hispaniarum et Indiarum) hasta 1556, la fecha de las abdicaciones de Carlos en Bruselas en favor de su hijo; sólo rey, pues Felipe II no fue emperador de las Américas: pero en su testa hubo cinco virreinatos del Nuevo Mundo: Santo Domingo, Nueva España, Perú, Nueva Granada, y Río de la Plata.