Puerta grande por discriminación positiva

Plaza de toros de Zaragoza, octava y última de feria. Se lidiaron seis toros, despuntados para rejones, de Fermín Bohórquez, bien presentados y, salvo el quinto, de buen juego en conjunto.

La plaza casi se llenó

Fermín Bohórquez: dos pinchazos y rejonazo contrario (palmas); cinco pinchazos, dos rejonazos contrarios y tres descabellos (vuelta al ruedo tras aviso).

Hermoso de Mendoza: medio rejonazo contrario, dos pinchazos y rejonazo contrario (gran ovación); medio rejonazo contrario, rejonazo desprendido y descabello (ovación).

Lea Vicens, rejonazo trasero desprendido y cinco descabellos (ovación); rejonazo caído (dos orejas). Salió a hombros.

Pudo ser, pero no fue, la tarde soñada por Fermín Bohórquez para retirarse de los ruedos después de tres décadas en la élite del rejoneo. Y es que sus fallos con el rejón de muerte y una palpable ansiedad emocional no dejaron al veterano jinete desorejar a su lote. Algo nervioso con su primero, se templó más con el bravo cuarto, con el que dejó ver por última vez su clásico estilo de monta y esa sincera forma de dar a los toros todas las ventajas para clavar con verdad y elegancia.

Tampoco mató bien a sus toros Hermoso de Mendoza, que estuvo en maestro tanto con el buen segundo como con el parado quinto, poniendo todo de su parte para hacer las mejores faenas de la tarde.

Pero el triunfo fue para la amazona francesa Lea Vicens, casi siempre imprecisa y con escaso ajuste con las banderillas y apurada durante la lidia. Su mejor baza fue el desparpajo para seducir a un público que, por su condición de mujer, le jaleó todo a favor de obra y que, tras el único rejonazo certero de la tarde, hizo que se le concedieran orejas excesivas desde el desnortado palco presidencial zaragozano.