Pamplona
¡Padilla, quédate, Padilla, que-da-te!
Pamplona despide a su pirata con el corazón la tarde en la que reaparece, se despide y sale a hombros en Sanfermín con una emocionante corrida de Jandilla; Roca no defrauda y se va a hombros
Nunca fue Padilla más pirata que hoy. Jamás. Tapaba un pañuelo negro anudado en la nuca la herida de guerra. El drama. El terror que esconde verte bajo los pitones del toro y a su merced. Luego viene lo heroico y las palabras bonitas. Pero detrás esconde mucho sufrimiento y una capacidad de superación titánica. Y el pavor. A que aquella cogida sea la última. O a que ese pitón produzca un destrozo sin vuelta atrás. Y él, precisamente él, sabe lo que es. Fue emocionante volver a verle salir por la puerta de cuadrillas. La emoción de verle vivo. Y la honradez de querer hacer todo por los mismos caminos que ha hecho siempre. Crujió la plaza, que es suya, durante el paseíllo, y se entregó después en las largas cambiadas de rodillas y al parear. Incluso el tercero al violín, reproduciendo los mismos hechos, recreando los mismos pasajes que le llevaron a la cogida, pero con el toro de Pamplona. En otras disciplinas superar eso requeriría de meses de terapia. Comenzó de rodillas ante el bravo ejemplar de Jandilla, que quiso muleta y la quiso con casta y repetición. Por ambos pitones se puso Padilla, que remató de una estocada de rápido efecto, que le abrió la Puerta Grande con el doble premio y la recompensa de haber llegado hasta aquí para despedirse de esta plaza tan suya. Otra más sumó del cuarto, encastado y repetidor y le dejó estar a gusto. Le hizo una faena larga para matarle en el centro del ruedo.
A Padilla brindó su toro Roca Rey. El tercero. El mismo que le cogió por la barriga en el segundo estatuario y si no lo reventó fue por el capotillo de San Fermín o porque tuvo la suerte mirándole a los ojos de manera muy penetrante. Fea cogida. Bárbara su vuelta. Hila tan fino... Tiene tan bien amarrado el valor y el toreo que no le hace mella ni una hostia, con perdón, monumental que hubiera desmontando a cualquiera de su cuerpo primero y de sus convicciones después. Ni una cosa ni la otra. Fue toro encastado y con mucho picante, había que estar ahí. Y estuvo. Lo cuajó sobre todo por el pitón diestro, pero cuando llegó la hora de ponerse al natural, por ahí por donde le habían levantado los pies del suelo, se puso como si nada. Y antes le había funcionado la cabeza. Tan importante como el corazón. Mansito en el caballo repitió el toro en la muleta aunque con menos entrega el sexto, soltaba la cara. La faena de Roca, que tuvo algunos altibajos, contó con algo que la mantuvo de principio a fin: la ambición por encima de las adversidades sean las que sean. Y tras la estocada se fue a hombros con Padilla, no podía ser de otra manera.
Espectacular fue lo de Joselito Rus con el segundo, que fue a él cuando quiso parear como una fiera a cazar. Y en ese tú o yo salió triunfador por los pelos. Cayetano dejó después una faena rasa ante un toro que tuvo cosas buenas, aunque le faltó punto de entrega. Se justificó el diestro sin acabar de encontrar estructura en la faena. Noble fue el quinto, sobre todo por el derecho, y Cayetano acabó por cortarle una oreja tras una estocada de efecto fulminante cuando hacía tiempo que se había desatado la lluvia. Y todo el mundo aguantaba allí.
Habían venido a despedir a su pirata, al pirata Padilla. Y lo hicieron de corazón. Uno y otro. ¡Padilla quédate!, le cantaban cuando el adiós era un hecho consumado. A hombros se lo llevaron. Devoción. Blanca y roja. Y con Roca.
Ficha del festejo:
Pamplona. Novena de San Fermín. Toros de Jandilla. El 1º, encastado y bravo; el 2º, con movilidad y repetidor; el 3º, encastado y con picante; el 4º, encastado, repetidor y de buen juego; el 5º, noble del pitón derecho y más corto por el zurdo; y el 6º, movilidad sin entrega. Lleno de «No hay billetes».
Padilla, de blanco y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja).
Cayetano, de purísima y oro, pinchazo, estocada (saludos); estocada (oreja).
Roca Rey, de gris y plata, pinchazo, estocada (oreja); estocada (dos orejas).
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