Feria de Bilbao
Nombres para la esperanza
Román y el nuevo Armillita gustan en el arranque de la feria de julio
Valencia. Primera de feria. Se lidiaron novillos de Daniel Ruiz, bien presentados y de buen juego en conjunto. El 2º fue el más deslucido. Un cuarto de entrada.
Román, de azul rey y oro, cuatro pinchazos, estocada entera, aviso (palmas); estocada entera (oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo)
Martín Escudero, de lila y oro, pinchazo, estocada entera (silencio); cinco pinchazos, media estocada, aviso (silencio).
Fermín Espinosa «Armillita», de turquesa y oro, cuatro pinchazos, nueve descabellos, aviso, (silencio); estocada, tres descabellos, aviso (silencio).
El mal uso que se hizo de los estoques impidió que se concediesen trofeos en la primera mitad del festejo inaugural de la feria. Román, por ejemplo, perdió la del novillo que abrió plaza por tardar en matar. Dejó ya claras sus intenciones cuando asumió muchos riesgos para replicar el quite que Escudero hizo a su primero. Luego, con la muleta, consintió mucho al novillo para sacarle una faena muy templada y ligada, especialmente sobre la mano diestra, quedándose muy quieto y sin inmutarse cuando se llevó dos volteretas al ponerse su oponente más a la contra. No marró con el cuarto, que manseó en varas pero que en el último tercio tuvo fijeza y recorrido, cumpliendo el novillero valenciano otra labor de impecable diseño y ejecución, templadísima y de nuevo con ligazón, luciendo sobre todo al torear al natural. Mató de una gran estocada y ahora fue el palco el que falló al no conceder una segunda oreja.
Se lució el nuevo Armillita al veroniquear al tercero. Meció la capa con gusto y maneras. De nuevo, Román por el aire al hacer su quite. Tras brindar a su padre y a su tío, el mexicano se dobló por abajo, muy en el estilo familiar, toreando muy despacio y con no poco aplomo. Mostró también desparpajo y un muy buen concepto pese a su corto bagaje, pues debutaba con caballos en esta función. Mató mal. Tuvo hechuras de toro su segundo antagonista, al que recibió con una larga de rodillas pero con el que no se acopló. Con todo, derrochó voluntad y ganas.
Desarmó de salida el segundo a Martín Escudero, que perdió también los trastos al iniciar su labor muleteril ante un novillo con mucho que torear y al que no pudo someter. Le enganchó mucho la muleta y desistió pronto. Más entonado estuvo el pariente de José Tomás con el quinto, astado largo y serio que, pese a su poca fuerza, tomó bien el engaño y permitió un quehacer muy compuesto y aseado; aunque también hubo enganchones, algún desarme y se eternizó con el estoque.
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