Estreno
Sangre y drogas en el puerto de Barcelona
Aunque el narcotráfico se ha convertido en un tema recurrente en las series de Netflix, «Mano de Hierro» es diferente, no busca empatía, sólo contar una gran historia
Tengo que confesar que haber sobrevivido a la violencia de la Medellín de finales de los 80 y principios de los 90, y ser testigo presencial del horror que el narcotráfico deja a su paso me hace especialmente sensible a la hora de enfrentarme a las ficciones que se sumergen de lleno en el universo del tráfico de estupefacientes. Siento que no necesito verlas, pues he tenido suficiente con haber vivido esa realidad y, créanme, no es divertido reanimar esos recuerdos. Mucho más cuando el talento de guionistas, directores y actores, te llevan a encontrarte sorpresivamente empatizando con auténticos monstruos. Además, por mucho que la producción quiera acercarse a la dimensión de la desgracia que quieren reproducir, siempre termina siendo un parque de niños comparado con lo que aquello fue, básicamente porque las balas nunca pasan la pantalla de la televisión para suponer una amenaza real a tu vida o la de alguien de tu familia.
Aunque es cierto que al ponerme frente a "Mano de Hierro", el puerto de Barcelona parece lo suficientemente lejos de mi querida Colombia como para bajar un poco la guardia e intentar dejarme sorprender, pero esa mochila pesa lo suyo y hace que el escudo emocional se active a las primeras de cambio. Por eso mismo tengo que aplaudir el resultado de la serie de Lluís Quílez pues consigue mantener al espectador a una distancia suficiente como para desconfiar de cualquier personaje, pero al mismo tiempo te ata a la historia desde el primer minuto, con una tensión que se mantiene a lo largo de los ocho episodios de la temporada, como una sucesión interminable de sorpresivos cliffhangers, y basculando la atención entre los distintos personajes de la trama de forma magistral.
El propio Quílez, creador, escritor y director de esta nueva producción que Netflix estrenó el viernes 15 de marzo, sabía perfectamente a lo que se enfrentaba. "Hace tiempo que quería hacer algo oscuro, criminal y muy potente. Y, para lograrlo, era vital tener el músculo que un gigante como Netflix me podía ofrecer, porque no es fácil, ni barato, transmitir la dureza de ese mundo de una forma que impacte y que no sólo sea creíble, sino que se sienta real. También, por eso, el estilo visual es distinto, con un juego de cámaras arriesgado, con muchos ángulos muy cerca de los actores, lo que los ha atado un poco, pero se han adaptado rapidísimo”, declaró a LA RAZÓN.
Además, las interpretaciones son una verdadera delicia. Empezando por Eduard Fernández en el papel de Joaquín Manchado, "no conocía a Eduard personalmente, pero es el único actor que tenía en la cabeza al escribir el personaje", confesó Quílez. La verdad es que Eduard esta soberbio. "Antes de grabar visitamos el puerto y vimos de lejos al hombre real en el que se basó el personaje, parecía un señor normal, bien trajeado, un empresario mediano, con una personalidad fuerte pero que no quería destacar. Al final, te das cuenta de que cualquier persona puede tan malo y tan bueno como ninguno, y eso es lo que quise explorar”, contó el propio actor. "Pero también es verdad que Lluís tiene tan acotado el personaje, tan claro en su cabeza lo que quiere de la serie, que nos queda poco margen para la improvisación, es una forma de trabajar diferente, pero ves el resultado y lo entiendes perfectamente", comentó Eduard.
Fernández describe a Joaquín Manchado como "un hombre frío, despiadado y ambicioso, pero familiar, ese es su talón de alquiles, aunque quiera pretender que no tiene grietas". "Y está rodeado de enemigos, no puede confiar ni en su propia familia", añadió Jaime Lorente, que interpreta a Néstor, su yerno en la serie, y uno más en esa red que controla un puerto por el que pasan 6.000 contenedores diarios que esconden 30.000 kg de cocaína al año, convirtiendo a Barcelona en un punto clave del narcotráfico europeo. Aunque Joaquín es dueño de la terminal principal y, a través de su hija Rocío (Natalia de Molina), controla el acceso al puerto, necesita rodearse de personas en las que no puede confiar de más. “Esa es la lucha diaria que mantiene Néstor”, revela Lorente, “pues debe demostrar que, aunque no lleva la sangre de los Manchado, es fiel a la familia aunque siempre sea el foco de las sospechas”.
Aunque la impresionante escena del ataque pirata al buque que transporta un importante cargamento se resuelve de forma favorable para los intereses de los Manchado, un accidente y la desaparición posterior de ese cargamento desencadenan una guerra sin tregua entre bandas por el control del puerto. Este es el verdadero ojo del huracán que sacude a una familia con antiguas heridas sin cicatrizar y que convierte a "Mano de Hierro" en una de las series llamadas a ser uno de los éxitos de la temporada. Valió la pena bajar la guardia.
Una producción internacional con acento español
►Además de las magistrales interpretaciones de Eduard Fernández y Jaime Lorente, "Mano de Hierro" se nutre con las excelentes actuaciones de Chino Darín, Natalia de Molina, Sergi López y Enric Auquer, con Daniel Grao, Raúl Briones, Salva Reina, Gianni Fruttero, Cossimo Fusco y Ana Torrent entre otros. Es producida por The Mediapro Studio y con Laura Fernández Espeso, Lluís Quílez, Javier Pons y Juan Miguel Hernández como productores ejecutivos, la serie cuenta con un equipo de guion coordinado por Lluís Quílez, junto a Daniel Corpas, Asier Guerricaechevarría y Arturo Ruiz Serrano.
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