Estreno

"Yo, adicto": «Vivir duele, pero merece la pena»

Disney+ estrena hoy «Yo, adicto», la cruda, descarnada y «violenta» serie de seis episodios sobre el éxito literario de Javier Giner y su proceso personal de rehabilitación

La interpretación de Oriol Pla es directa y sincera, y ha creado un personaje con el que viajar al interior de uno mismo
La interpretación de Oriol Pla es directa y sincera, y ha creado un personaje con el que viajar al interior de uno mismoDisney+

Javier Giner regresó del Infierno para poder contarlo. El escritor de «Yo, adicto» (Paidós), superó todas las barreras que le impusieron las adicciones, la sociedad y él mismo, y escribió un libro que retrata «un relato personal de dependencia y reconciliación». Ahora, Disney+ estrena hoy la miniserie de seis episodios que, bajo el mismo título de la obra, creada por Javier Giner junto a Aitor Gabilondo («Patria»), nos cuenta la historia en la que un profesional del audiovisual dirime con 30 años que necesita ayuda para sus adicciones al alcohol, las drogas y el sexo. Y que una mañana se despierta al borde de la sobredosis y amenazado por dos chaperos para que pague.

Pero «Yo, adicto» es mucho más. Cada capítulo, y desde el primero, con toda su «violencia», no nos dejará apartar la vista de la pantalla. La realidad de lo que Javier Giner se ha atrevido a contar es una de miles de millones de historias diarias que nos descubren a los seres humanos desnortados, sin ser conscientes del todo de qué estamos hechos. Una voz en off nos guiará (pero solo una parte del camino) para que entendamos por qué estamos ahí, junto a Javier (Oriol Pla), sentados en una piscina vacía. Y siempre «lejos de estar bien». Viajaremos con él a una vida perfecta para el ser humano que pretende ser. Tiene éxito, no piensa en el dinero y «disfruta» de una vida en la que una copa de vino acaba con él en orgías y consumiendo grandes cantidades de cocaína. Y lo primero que nos enseñará la serie no es una victoria, pero tampoco una derrota. El personaje no arrastra una infancia traumática relacionada con la pobreza o la falta de afecto, no sufrió abusos sexuales ni tampoco su condición de homosexual le supuso un crecimiento traumático. Pero le veremos al borde del abismo desnudando su «Yo, adicto» para intentar enseñarnos si consigue encontrar lo que se oculta debajo; muy abajo. La mayor parte estaremos al lado de Giner en un centro de rehabilitación, rodeado de compañeros con distintas patologías, y a los que, como a Javier, la oscuridad les trae las pesadillas. Completan el reparto Marina Salas, Victoria Luengo y Omar Ayuso, junto a otros.

Lecciones y manuales

El espectador caerá muy pronto en las redes de las tipologías y vivencias personales de los internos, que «pagan una pasta» para estar allí recluidos. Los capítulos más suaves, si los hay, son un descanso de «Alguien voló sobre el nido del cuco», en los que reaccionaremos con nuestro protagonista al renacer de los sentimientos más potentes y explosivos. Todos distintos pero unidos por la frase del poema de Leopoldo María Paner: «He incumplido la tarea de ser yo». Utilicen esta serie para su crecimiento personal, casi hasta el punto de apuntar las frases que le sirvan. Cada detalle de la serie, como del libro, está casi arrancado del corazón vivo de Javier Giner, por eso las escenas son viscerales, caóticas, puras, crueles y descarnadas. Todo lo que sucede está potenciado por mil, como un «subidón». Al tiempo, y a través de los terapeutas que trabajan en el centro de desintoxicación, se irán colando por los altavoces los verdaderos mensajes que deberíamos incorporar a nuestras reflexiones. También se tocan varios temas desde la distancia, como la soledad, la sociedad y la relación con nuestras familias. Nuestro propio egoísmo, y la salud mental, los prejuicios sociales, la dignidad, el perdón, y varias lecciones de vida van salpicando también «Yo, adicto» sin descanso.

La serie es un bombardeo constante de sensaciones, ya que el espectador no podrá vivir sin sus personajes una vez termine de ver la serie, y ya les advierto que el creador lo sabe, pero no les dejará. Javier Giner, como su serie, era necesario. Es una voz más que, usando las drogas, nos habla directamente, responde a nuestras llamadas de auxilio y nos sujeta la cabeza al vomitar en los baños de un garito. Y lo hace con dureza, pero con cariño. «Yo adicto» no es ni más ni menos que lo más alejado a un libro de autoayuda en versión audiovisual. Es un manual de vida para aquellos que hayan perdido el camino o no sepan hacerse las preguntas correctas o dar la gran respuesta: «No lo sé». «Vivir duele, pero merece la pena». Nos lo pregunta Javier (Oriol) a la cara; no es una afirmación, porque cada uno debe responderla por su cuenta. Giner, y su panda de enfermos, nos ayudarán a «volver a aprender a vivir» a recordarnos que la vida es lo que queramos hacer con ella. Sin duda una de las series imprescindibles de 2024.

Oriol Pla, dentro y fuera de Javier Giner

►El actor Oriol Pla es Javier Giner, pero también no lo es. La serie no pretende que pensemos que es un actor, y ya les digo yo que podría ser quien quisiera. La verdad con la que Pla ha abordado un personaje alejándose del biopic o la imitación es un ejercicio actoral de altos vuelos. El actor ha recogido todo lo que Giner ha querido transmitir, y perdonen el símil, se lo ha metido en vena. Hay un Giner caótico, uno dulce, uno cerrado, uno sexualmente promiscuo, uno caído, uno fumador, uno humilde, otro sencillo y el que tiene perro y el que no lo tiene. Y todos son Oriol Pla. Y apetece abrazarle todo el tiempo, tras haberle abofeteado fuerte.