Historia
¿Por qué tenemos dos apellidos en España?
Los españoles tenemos oficialmente dos apellidos desde el año 1857, cuando
Identificar a un individuo en concreto es sencillo cuando este vive en un pueblo y todo el mundo le conoce como “el orejas”, “el hijo de Antonia” o “el zapatero”. Pero la cosa se complica Identificar cuando vive en una sociedad de varios cientos de miles de personas. Entonces empieza a ser un poquito más complicado. Esto es lo que sucedió en la Península Ibérica en torno al siglo XII, cuando un aumento demográfico y un cambio en el modelo comercial permitieron que las ciudades resurgieran.
El origen de los apellidos apellidos
En aquel momento se hizo necesario encontrar una forma eficiente de identificar a las personas dentro de los propios reinos. Para ello comenzaron a usarse los apellidos patronímicos, es decir, referencia al nombre padre como Álvarez, hijo de Álvaro. Este grupo incluye también a los Martínez, a los Sánchez, a los Rodríguez, a los Hernández, etcétera.
También se empezaron a utilizar otros que hacían referencia al origen, como Cuenca, Zaragoza o Ávila. Otro tipo de apellidos españoles son aquellos que se construyeron a partir de unas características físicas concretas, como Calvo, Moreno o Delgado. Y por último se utilizó la referencia al oficio, como es el caso de Carnicero, Pastor o Herrero.
Para cuando aquellos exploradores españoles empezaron a echarse a la mar (allá por el siglo XVI) toda la población ya tenía apellidos; por lo que estos nombres se extendieron por el mundo... a la par que lo hacían los territorios de laMonarquía Hispánica. Así, nos encontramos con que a día de hoy podemos encontrar apellidos españoles por todo el mundo.
En torno al siglo XVII, toda la población tenía ya un apellido. Sin embargo, la aristocracia no se sentía demasiado cómoda con aquella situación. Al fin y al cabo, se trataba de un sistema que les igualaba con personas del vulgo que tenían el mismo apellido. Resultaba bastante inapropiado. Por eso, dieron con una solución ingeniosa: optaron por adornarse con un segundo apellido.
Entre las clases más nobles de la España peninsular y virreinal se hizo popular añadir el nombre familiar de la madre uniéndolo al primer apellido con un “y”. Sin embargo, era algo que se hacía de forma informal y sin que existiera realmente ninguna documentación que lo registrase o lo acreditase. O al menos así fue hasta el siglo XIX; cuando se empezaron a instaurar los Estados liberales a este y al otro lado del charco.
El nuevo sistema político llegó con un nuevo sistema fiscal que exigía un registro más exhaustivo de los contribuyentes. En la segunda mitad de siglo se convirtió en ley el registro civil de nombre y apellidos (1857). Tras lo cual, queda establecido por norma que los hispanos tenemos dos apellidos, lo cual, entre otras cosas, nos permite distinguirnos mejor que otros pueblos que solo usan uno. Además, también nos permite dar un mayor reconocimiento a la rama materna de nuestra familia.