Iniciativa para la infancia

Ningún niño solo en hospitales, el objetivo de "Mamás en Acción"

La finalidad de esta ONG es pequeña pero a la vez inmensa: que ningún menor sin familia o que permanezca alejado de ella y que esté ingresado en un centro sanitario pase solo por esa experiencia

En esta ONG puede participar cualquier persona de 18 a 99 años
En esta ONG puede participar cualquier persona de 18 a 99 añosCedida

Hace once años Majo Gimeno tomó conciencia de una realidad hasta entonces ajena a ella, un niño que se encontraba enfermo, ingresado en un hospital y sin la compañía de su familia. Meses después de ese encuentro, aún rondaba por su cabeza cómo poder ayudar a pequeños que se encontrasen en esa misma situación. Así que, junto con cuatro amigas que la dijeron «cuenta conmigo» y 40 euros, crearon la asociación «Mamás en Acción», que les abrió las puertas para poder acceder al hospital. «Hoy somos más de 3.000 voluntarios activos con una lista de espera que no para de crecer», señala a LA RAZÓN Majo Gimeno, su presidenta y fundadora.

Con el objetivo de ofrecer apoyo y cariño a niños ingresados en situaciones vulnerables, acompañan a menores de 0 a 18 años que, además de estar enfermos por cualquier tipo de patología, están solos en los hospitales porque no tienen familia o no pueden vivir con ella. Entre ellos hay niños víctimas de maltrato, o aquellos que padecen enfermedades crónicas o terminales en las que los padres no pueden dejar el trabajo para acompañarles en el hospital. En este último caso, los voluntarios concilian con ellos «para ayudarles, pero sin sustituirles». Finalmente, también prestan asistencia a niños tutelados, que viven en residencias infantiles, aunque «nunca suplantamos perfiles profesionales».

«Durante el tiempo que estamos con ellos hacemos lo mismo que cualquier mamá o papá de la habitación de al lado: mecer, dar el biberón, jugar, o simplemente estar a su lado y escuchar», señala Majo. Pero no siempre es fácil, reconoce que «a veces te encuentras situaciones duras e incómodas, y te retan. Te pasas con ellos una tarde en la que no te quieren ni mirar, pero pasan los días, y se abren, te han contado lo que les gusta, hemos bailado… al final te roban el corazón», confiesa.

Sobre el perfil de los voluntarios que conforman «Mamás en acción», es muy heterogéneo. «Aquí cabemos todos, cualquier persona que sea capaz de dar cariño es bienvenida». Y la edad a la que apuntarse a esta iniciativa es muy amplia, de los 18 hasta los 99 años. Tampoco hace falta ser mamá de verdad para ponerse «en acción», ya que pueden participar hombres, mujeres, padres, abuelos, universitarios… eso sí, con algo en común, «la capacidad de dar amor y cariño de forma altruista».

La presidenta y fundadora de Mamás en Acción, Majo Gimeno, (en el centro) junto a alguna de las voluntarias
La presidenta y fundadora de Mamás en Acción, Majo Gimeno, (en el centro) junto a alguna de las voluntariasCedida

Una de esas voluntarias es Sara Abad, que tiene 50 años y trabaja en un medio de comunicación. Sara es madre de dos hijos adolescentes, y hace tres años, a raíz de tener más tiempo libre, sintió la necesidad de emplearlo ayudando a los demás. Un día, vio en la televisión una entrevista a Majo en la que hablaba de «Mamás en acción», y se quedó impactada: «Eso es lo que yo quiero hacer», pensó.

Así que inmediatamente se metió en la web de la ONG, «hice todo lo que había que hacer, apuntarme y rellenarlo todo, entregar los papeles que te piden y cuando me llamaron para la formación casi me muero de la emoción», confiesa. En cuanto se puso manos a la obra se dio cuenta de que es «un proyecto maravilloso, pequeño en el sentido de que solo persigue que no haya niños solos en los hospitales, y precisamente eso tan conciso hace que sea tan grandísimo, porque sitúa al niño en el centro, solo nos importa que no estén solos».

Cuando empezó, Sara intentaba hacer un acompañamiento a la semana (que pueden ser en turnos de dos a tres horas de mañana o de tarde, o bien toda la noche), y ahora además de voluntaria es coordinadora de Madrid.

¿Cómo funciona?

Los hospitales que participan en esta iniciativa –en este momento 35 centros de varias ciudades españolas– lanzan una petición cuando necesitan compañía para un menor. En una aplicación que tiene «Mamás en Acción» se busca a los posibles voluntarios disponibles «para acompañar a este niño en este hospital en un determinado horario». Y entonces ellos se apuntan para el día y las horas que tienen disponibles, de tal forma que entre todos se rellenen los huecos y no queden turnos libres.

Sara confiesa que los cuadrantes no siempre son fáciles de cuadrar, porque los fines de semana hay muchos más voluntarios disponibles, o para las tardes, pero es más difícil en el caso de las mañanas, debido a los trabajos, o las noches.

«Cuando te adjudican un turno te garantizo que da igual los que hayas hecho antes, te genera una emoción que no te la puedes imaginar, si es un niño que ya has ido a acompañar por saber cómo le vas a encontrar, y si es uno que no conoces hay nervios por cómo le vas a encontrar», confiesa Sara. «Ponerte la camiseta de Mamás en Acción es ponerte una capa con superpoderes», asegura, «es algo muy difícil de explicar, uno siente que hace lo que tiene hacer, y te sientes realmente feliz», destaca.

Entre los niños que asisten algunos padecen enfermedades menos importantes, aunque otros están muy graves. Sara asegura que «la mayor parte de los turnos son fáciles, divertidos, y los niños están agradecidísimos, porque saben que la alternativa es estar solo». Pero incluso en los turnos que puedan ser un poco más complicados, «porque lleven demasiado tiempo en el hospital, y están cansados, aburridos, tienen dolores, o a veces están dormidos, aún en esos turnos la emoción que te embarga es muy difícil de explicar», sostiene. Hay veces que el voluntario está a las puertas del quirófano cuando tras una intervención los médicos preguntan por «familiar de...», y en ese caso hay alguien que responde. «Tú no eres su madre, evidentemente, pero ese niño no está solo», señala emocionada Sara.

Cuando acaba el turno de un voluntario, éste deja la habitación y entra el siguiente, sin dejar turnos libres en la medida de lo posible. En el día a día, las «rutinas» dependen de cada niño: cuando son bebés, «si las enfermeras lo permiten simplemente cogerlos en brazos es maravilloso, porque son niños a los que normalmente les falta mucho cariño, mucha sensación de amor».

Cuando son un poco más mayores y en edad de jugar, los voluntarios les leen cuentos, juegan con ellos al parchís, «o al juego de cartas del Uno, que es un best seller», se ríe Sara. «Si los niños están razonablemente bien, están deseando jugar a lo que sea, o hablarte de su vida, de sus cosas, de su cole, de sus amigos... Y luego están los adolescentes, que son muy mágicos, porque con lo difícil que es esa edad, normalmente están deseando que vayas, que te intereses por sus cosas, te enseñan cómo pintan, o su tik tok». Y otras veces no hacen nada, simplemente estar físicamente al lado de ese niño y cogerle de la mano.

Una de las experiencias que marcó a Sara fue cuando acompañó por primera vez a un pequeño que sufría parálisis cerebral. Ella confiesa que nunca ha mirado las edades ni las patologías de los pequeños a la hora de aceptar un turno, pero esa vez estaba muy nerviosa. El pequeño solo tenía movilidad en la mano izquierda, nada más. Pero al entrar en la habitación, sin conocerla, la miró y la sonrió. «Evidentemente no me estaba sonriendo a mí, no me conocía, pero reconoció la camiseta. Una camiseta negra con un corazón rojo que él asociaba con cariños, mimos, sonrisas...», afirma Sara. Ese mismo día, le llevó a dar un paseo en silla de ruedas por el hospital, y descubrió que al pequeño le encantaban los espejos, y que no paraba de reírse cuando se veía en uno. «La de horas de risas que sacamos a ese niño gracias a ese descubrimiento, que le encantaba mirarse en el espejo, no se me olvidarán jamás», confiesa Sara.

La evidencia científica avala esta iniciativa

El Hospital La Fe de Valencia, uno de los centros en los que trabaja esta ONG, acudió en noviembre de 2018 a un congreso nacional en el que presentó evidencia científica sobre la labor de Mamás en Acción. El centro constató que los niños que tienen este acompañamiento «se recuperan mejor». También observó que los que son víctimas de maltrato no desarrollan los patrones agresivos adheridos a la agresión recibida, debido a que el cariño que reciben en el proceso de recuperación «hace que el patrón agresivo no aparezca». Asimismo, la organización facilita el trabajo del personal médico y sanitario, «reduciendo el tiempo y los recursos empleados para tratar a los niños que estaban solos», según el centro hospitalario. Para garantizar que el impacto permanece, en 2023 Mamás en Acción creó un comité expertos, además de publicar el «Decálogo de Humanización Pediátrica».