Monfragüe

Un grupo de científicos pide que se prohíba el fármaco que mata a los buitres

Buitre leonado fotografiado en Monfragüe (Cáceres)
Buitre leonado fotografiado en Monfragüe (Cáceres)larazon

Investigadores españoles alertan en una carta sobre el riesgo que supone para las especies de buitres españolas la aprobación del diclofenaco por parte del Gobierno, un medicamento veterinario que acabó con las aves carroñeras de India

El gobierno español debe revocar la aprobación de un medicamento veterinario que amenaza la población más grande de Europa de buitres salvajes. Es lo que reclama en una carta un grupo de especialistas en conservación en referencia al diclofenaco, un medicamento que se utiliza en el ámbito veterinario para evitar el dolor en el ganado pero que puede provocar la extinción de las especies de buitres que sobrevuelan España, donde se encuentra el 95% de la población europea.

No se trata de una especulación. Como explican los investigadores en su misiva en la revista especializada Conservation Biology, el diclofenaco ya tiene el triste honor de haber acabado casi por completo con la población de buitres en la India. Los buitres consumen el diclofenaco al carroñear reses muertas que fueron tratadas con este fármaco y, al ser muy sensibles a sus efectos, les provoca un fallo renal agudo que acaba por exterminarlos.

En los últimos años, se han dado dos decisiones que han llevado a esta situación de riesgo extremo a las especies de buitres españolas, algunas en serio peligro de desaparición en la Península (y por tanto a escala global). Una vez desapareció el riesgo de las vacas locas, en 2011 se volvió a permitir que se carroñeara en los muladares en los que se abandonan reses muertas, una fuente de alimentación fundamental para estas aves. Y en agosto de 2013 llegó la decisión más grave: el Gobierno español autorizó el uso de medicamentos que cuentan con diclofenaco para tratar al ganado.

El riesgo es altísimo porque no es necesario que el uso sea masivo para que las consecuencias sean fatales. El estudio sobre lo que ocurrió en India demostró que con menos de un 1% de cadáveres tratados con el fármaco era suficiente para exterminar a toda la población de buitres. "Al ser muy sensibles al diclofenaco, ya que no necesitan demasiada ingesta para provocar el fallo renal, y poder acudir varias decenas de ejemplares a un mismo cadáver, un goteo de mortalidad que se mantenga en el tiempo rápidamente puede revertir la tendencia poblacional", explica a Materia uno de los firmantes de la carta, Antoni Margalida.

A tiempo de evitar la catástrofe

Más todavía "si afecta a la población reproductora cuya supervivencia, desde un punto de vista demográfico, es esencial para el mantenimiento de la población", advierte este investigador de la Universidad de Lleida y la Universidad de Berna. De momento, no se conoce ningún caso de muerte por esta causa entre los buitres leonados, buitres negros, alimoches y quebrantahuesos españoles. "Todavía no, pero como la distribución ha sido reciente, aún es pronto. De ahí el interés en alertar para retirarlo cuanto antes y no llegar demasiado tarde y encontrarnos con un grave problema de conservación", alerta Margalida.

Como explican en su carta, hay alternativa en el mercado: "Hay antiinflamatorios como el ibuprofeno o productos como el Meloxicam", asegura el investigador, "que fue el sustitutivo del diclofenaco en la India". Pero llegó tarde. Allí, los estragos provocados por el diclofenaco también han provocado una reacción ecológica en cadena, dando como resultado un número récord de casos de rabia.

"Es indudable que las poblaciones de buitres europeos podrían verse seriamente afectadas por la ingesta del diclofenaco, y su uso se ha convertido en un asunto de gran preocupación para ecologistas, políticos y conservacionistas", escriben los cinco científicos, especialistas en agricultura, ecología y biología de tres universidades,de España y Suiza y de organismos como la Estación Biológica de Doñana y el Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC.

"Los buitres consumen anualmente alrededor de unas 10.000 toneladas de carroñas en España, evitando el gasto de decenas de millones de euros en combustible para la recogida, transporte e incineración de los cadáveres y la liberación de 193.000 toneladas de CO2 a la atmósfera", explicaba recientemente la organización conservacionista SEO / Birdlife en un texto que denunciaba la aprobación del diclofenaco.

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