Investigación

El ejercicio físico reduciría el riesgo de demencia por su efecto en la insulina

La práctica de deporte estimula las células del cerebro que responden ante esta hormona, mejorando así la función cognitiva, según señala una nueva investigación

Personas mayores haciendo ejercicio
Personas mayores haciendo ejercicio DREAMSTIMEDREAMSTIME

Desde hace tiempo sabemos que el ejercicio físico genera numerosos beneficios para nuestra salud. Y la lista se alarga a medida que los científicos realizan más pruebas. La última de estas evidencias apunta directamente al cerebro.

Algunas investigaciones han demostrado, por ejemplo, que el ejercicio produce un estímulo directo en el cerebro que aumenta nuestra capacidad cognitiva y, aunque la lleva a su punto máximo a los 10-20 minutos de practicarlo, el efecto puede durar hasta 24 horas. De este modo, cuando practicamos una rutina física de modo frecuente (a diario o varios días a la semana) estamos contribuyendo a reducir el riesgo de sufrir demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) y deterioro cognitivo en general.

Otros estudios han vinculado la práctica habitual de deporte y la restricción calórica como claves para el mantenimiento a largo plazo de la función cerebral, dada su capacidad para potenciar la inmunidad, que ayuda a revitalizar el cerebro.

Tambien se ha descubierto que el entrenamiento de resistencia, puede prevenir la enfermedad de Alzheimer o, al menos, retrasar la aparición de sus signos y servir como "terapia sencilla y asequible" para los pacientes.

El papel de la insulina

Ahora, un grupo de científicos de la Universidad Rutgers-New Brunswick (Estados Unidos) ha descubierto un nuevo hallazgo sobre los beneficios que aporta el ejercicio físico al mantenimiento de la correcta función cerebral que podría servir para desarrollar terapias dirigidas para contrarrestar o prevenir la demencia. Se trata de su capacidad para activar las células del cerebro especializadas en la respuesta a la insulina, que, en caso de ser baja -como en los pacientes con diabetes- puede llegar a tener efectos negativos en la cognición.

Por ello, las personas con prediabetes corren mayor riesgo de tener niveles insuficientes de insulina en sus cuerpos, especialmente en el cerebro, lo que aumenta las posibilidades de desarrollar demencias como el alzhéimer.

"Si la insulina es insuficiente en el cerebro, eso significa que no sólo las células cerebrales se volverán potencialmente disfuncionales, sino que también pueden dejar de interactuar entre sí adecuadamente. Es como jugar al teléfono con un amigo. En algún momento, el mensaje se pierde cuando el cerebro se vuelve resistente a la insulina", ha afirmado el autor principal del estudio, Steven Malin, profesor asociado en el Departamento de Kinesiología y Salud en la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers, según recoge Ep.

Y es que la insulina también desempeña un papel "crucial" en la formación de la memoria, la evocación, la velocidad de procesamiento y el funcionamiento de las sinapsis, estructuras que permiten que las células cerebrales se comuniquen entre sí.

"Creemos que este trabajo es importante, porque sugiere que el ejercicio puede funcionar para mejorar la cognición y la memoria al mejorar las capacidades de la insulina para actuar sobre el cerebro", ha añadido.

Doce sesiones de ejercicio moderado de una hora en dos semanas

El estudio, publicado en la revista Aging Cell, se ha centrado en el análisis de las vesículas extracelulares neuronales, partículas de un tamaño minúsculo que son producidas por todas nuestras células y que transportan varias proteínas implicadas en la sensibilidad a la insulina, entre ellas la Akt.

Los científicos estudiaron estas vesículas de 21 voluntarios con una edad media de 60 años y prediabetes, quienes han realizado doce sesiones de ejercicio de 60 minutos cada una, supervisadas y repartidas en dos semanas, y con una intensidad moderada o alta. Los participantes ingirieron una bebida con glucosa antes y después del entrenamiento, y los investigadores recogieron muestras de sangre antes y durante la ingesta de la bebida, al inicio y al final del entrenamiento. Estas muestras indicaron que el número de vesículas neuronales que transportan proteínas implicadas en la sensibilidad a la insulina aumentó después de cada entrenamiento, siendo la Akt la más notable.

"Mostramos por primera vez que el ejercicio afecta a la señalización de insulina de las vesículas extracelulares neuronales en relación con las mejoras clínicas del azúcar en sangre. Y utilizamos estas vesículas extracelulares neuronales como un indicador de la sensibilidad a la insulina del cerebro. Por lo tanto, el ejercicio es potencialmente capaz de mejorar la capacidad del cerebro para responder a la insulina para la función neuronal", ha explicado Malin.

A la luz de este hallazgo, los investigadores tienen previsto estudiar si con solo una sesión de ejercicio puede mejorar la capacidad de la insulina intranasal para apoyar la salud cognitiva en adultos mayores con obesidad, midiendo el flujo sanguíneo cerebral y las vesículas extracelulares neuronales, según señalan en el artículo. También planean realizar un estudio de entrenamiento físico a largo plazo que evalúe las mejoras de la sensibilidad a la insulina cerebral en relación con la cognición en adultos mayores.