Suicidio
Hasta el 50% de las personas con trastornos psicóticos intentan suicidarse en las etapas iniciales
Una investigación de la UAM describe el riego de este perfil y señala la importancia del acceso a recursos psicológicos
El suicidio es un grave problema de salud pública, por lo que su prevención que requiere un abordaje multifactorial, recursos específicos- tanto económicos como humanos- y convertirse en una prioridad para los sistemas de salud. En España, más de 4.000 personas se quitaron la vida en 2022.
Los suicidios entre la población adolescente (12-18 años) aumentaron hasta un 32,35% entre 2019 y 2021- pasando de 34 a 45 fallecidos-, aunque este incremento no es producto exclusivo de la pandemia, sino que se deriva del ciclo creciente de mortalidad por suicidio en España que comenzó en 2018. El suicidio es, hoy por hoy, la primera causa de muerte en jóvenes y adolescentes entre 12 y 29 años.
Las personas con trastornos psiquiátricos graves presentan hasta 10 veces más de riesgo de suicidio que la población general. En particular, en los trastornos psicóticos el riesgo de suicidio es del 5%, siendo especialmente pronunciado en las etapas iniciales de estos trastornos- los primeros 5 años desde el debut de la enfermedad- donde la prevalencia de intentos de suicidio se sitúa entre el 25 y el 50%.
Se sabe que en los primeros episodios psicóticos se producen importantes alteraciones congnitivas (desde deficits de memoria o incapacidad para tomar decisiones hasta alucinaciones y delirios), que influyen en el riesgo de conducta suicida, y también que este es mayor en hombres jóvenes (de entre 12 y 29 años) que en mujeres. Sin embargo, se desconoce cual es exactamente el papel de las alteraciones cognitivas como detonante.
Ahora, un equipo de especialistas en salud mental dirigidos desde la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha encontrado un perfil cognitivo particular relacionado con los antecedentes de conducta suicida. El resultado de su investigación, publicado en la revista científica 'Schizophrenia Research', propone un enfoque novedoso en el desarrollo y abordaje de la conducta suicida en los primeros episodios psicóticos.
Los investigadores realizaron un estudio con 190 participantes en las fases iniciales de un trastorno psicótico. Los participantes fueron evaluados a través de dos estudios multicéntricos en los que participó el hospital. La evaluación incluyó una entrevista para recoger datos sociodemográficos y del estado clínico de los participantes. También se aplicó un protocolo de evaluación compuesto por pruebas de evaluación neurocognitiva, de cognición social y de metacognición. Los resultados se analizaron estadísticamente, teniendo en cuenta la presencia o ausencia de antecedentes de conducta suicida, informa Ep.
Diferencias en la interpretación de la información social
Los investigadores no encontraron diferencias significativas en el funcionamiento neurocognitivo, tanto en términos de inteligencia general como en dominios neurocognitivos específicos como la atención, la memoria de trabajo o el funcionamiento ejecutivo. Sin embargo, sí identificaron diferencias en términos de cognición social (integración de procesos mentales que permiten la interacción entre sujetos) y de metacognición (la capacidad de reflexionar sobre el propio pensamiento).
"Los individuos con antecedentes de conducta suicida tendían a mostrar una baja tendencia a atribuir eventos negativos a circunstancias externas, una mayor capacidad para inferir estados mentales propios y ajenos, y un sesgo- tendencia- hacia las conclusiones precipitadas", ha explicado Aina Sastre, autora del trabajo.
En el estudio también evaluaron por primera vez de forma diferenciada la conciencia de la enfermedad por parte de los propios individuos (insight clínico) y la capacidad de reevaluar pensamientos y creencias para llegar a conclusiones reflexivas (insight cognitivo). El análisis reveló que los participantes con antecedentes de conducta suicida mostraban niveles más altos de auto-reflexión, una de las dimensiones del insight cognitivo, sin mostrar diferencias en cuanto al insight clínico.
"Esto, junto con la presencia de una tendencia hacia las conclusiones precipitadas, favorecería la aparición de la conducta suicida, al considerarla una opción con consecuencias desadaptativas para afrontar ambos aspectos", ha subrayado Sastre.
Estos hallazgos respaldan las recomendaciones clínicas sobre la importancia de facilitar el acceso a tratamientos psicológicos y de promover el mayor conocimiento de su propia enferedad en pacientes con un trastorno psicótico que también presentan conducta suicida.
"Las intervenciones psicológicas en estos trastornos, como el entrenamiento metacognitivo- cuyo objetivo es aprender a reflexionar y pensar sobre nuestros pensamientos- han demostrado su eficacia en la mejora del insight cognitivo, la tendencia a la conclusiones precipitadas y la tolerancia a la frustración. Por tanto, sería útil que las investigaciones futuras evalúen la eficacia de las intervenciones específicamente dirigidas a la conducta suicida respecto a la mejora de la cognición social y la metacognición en las personas con primeros episodios psicóticos", ha concluido la autora del trabajo.
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