Parece que fue ayer, pero han pasado ya cinco años. Hay cosas que no se olvidan nunca, y la pandemia de la covid fue una de ellas, con un balance de más 777 millones de contagios y siete millones de muertos en todo el mundo, según la OMS. En España, la sanidad colapsada y un sistema público de salud sin coordinación. Siguen quedando, por lo demás, importantes dudas por despejar con relación al origen cierto de la enfermedad, a la vulnerabilidad ante las nuevas cepas, a la eficacia de algunas de las vacunas. La OMS ha pedido a China mayor transparencia sobre los orígenes. Misiones de la organización mundialista viajaron en dos ocasiones al país asiático para intentar descubrir qué pasó, pero no concluyeron nada definitivo, pues sus expertos sostienen que todas las teorías siguen abiertas, incluida la de una posible fuga desde un laboratorio, aunque la más probable para ellos es el contagio en el mercado de Wuhan desde una especie animal.

En EE UU, sin embargo, un Comité de la Cámara de Representantes redactó hace poco un demoledor informe que concluye que el coronavirus no apareció como fruto de la naturaleza, ni procedió de murciélagos, pangolines o productos expuestos en un mercado chino, como sostenía la OMS, sino que fue creado en el laboratorio de Wuhan, pero por entidades de EE UU, con antecedentes en investigaciones de ganancia de función con niveles inadecuados de bioseguridad.

El informe también afirmaba que la respuesta de la OMS fue un rotundo fracaso y que las medidas de distanciamiento social y la obligación de llevar mascarillas carecían de base científica. Entre las críticas, el Comité decía que se emplearon métodos «antidemocráticos» como presionar a través de las redes sociales para que se censuraran las críticas, amparándose en una «falsa lucha contra la desinformación».