Sin estigma

Este 2024 se han cumplido 40 años desde que se identificó el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) como agente causal del sida, determinándose las vías de transmisión a través de la sangre, las relaciones sexuales sin protección y materno-fetal. Hasta 1985 no se obtuvo el primer test para diagnosticar el virus.

En estos 40 años muchas cosas han cambiado para bien. Los nuevos tratamientos, efectivos y sencillos, han convertido la infección por VIH en una enfermedad crónica, reduciéndose la mortalidad. Las personas que reciben tratamiento logran ser indetectables, es decir, se suprime la circulación del virus en sangre-, y con ello no transmiten la infección, lo que significa un gran logro en la protección y prevención.

Pero más allá de celebrar las cuestiones sanitarias o médicas, cabe recordar que el VIH-sida nació bajo el estigma en 1981, con el diagnóstico de los primeros casos en San Francisco (EE UU). Y aun hoy en día, un porcentaje de la población considera que el VIH está relacionado con determinados colectivos, lo que es absolutamente falso. Médicamente se ha conseguido manejar la enfermedad con éxito, sin embargo, ahora seguimos teniendo por delante la tarea de superar el estigma, del que se derivan el miedo, los prejuicios y la discriminación.

Es hora de empeñarse en superar el rechazo, la culpa y la invisibilidad social alrededor de la enfermedad y proteger con mayor fuerza la dignidad de las personas con VIH, eliminando cualquier práctica discriminatoria.

En ese sentido, es muy útil la iniciativa del Ministerio de Sanidad para derogar la norma que impide la donación de órganos entre personas con VIH y eliminar las restricciones, equiparando su situación a la de otras infecciones que no limitan la donación. A la hora de combatir, como la define ONUsida, esta epidemia, es importante eliminar el obstáculo del estigma que todavía persiste y que se manifiesta de muchas y diversas formas.