Parresía

Solo Ana Botín

Mientras Sánchez se paseaba por Davos, aquí volvía a hacerse patente la extrema debilidad de su Gobierno, incapaz de sacar adelante sus decretos

Desde que fue proclamado presidente de Estados Unidos, Donald Trump nos ha demostrado que va en serio. Pretende ejecutar sus promesas y seguir actuando a lo grande, en modo histriónico, convirtiendo un momento de firmas de órdenes ejecutivas en un show planetario, televisado, en medio de un estadio, ante miles de personas. Toda una declaración de intenciones su primera semana en la Casa Blanca. Derogado de un plumazo el legado de Biden, el mundo es ahora su circo mundial y él, de nuevo, actor protagonista de una nueva era incierta, no solo en lo geopolítico.

En territorio estadounidense –aparte de blindar sus fronteras con México–, Trump ha indultado a los asaltantes del Capitolio y ha autorizado redadas de inmigrantes con antecedentes penales. En Davos, ha intervenido para subrayar su disgusto con Europa. Insiste en que impondrá aranceles a quien no quiera fabricar en su país y exige a los países de la OTAN un gasto militar del 5% ¿Cómo diablos se consigue eso en España o en Italia? Solo Ana Botín –por su labor al frente del Banco Santander– le despertaba ayer una sonrisa de aprobación, enhorabuena incluida, al mandatario americano en su primera aparición internacional. No se podrá decir que le falta ímpetu, a su edad. Habrá que ver también cómo evoluciona su comunión con la oligarquía tecnológica que le arropa, Elon Musk incluido.

En este mundo nuestro, cada vez más plagado de inteligencia artificial y noticias falsas, no es una buena noticia que Donald Trump consienta que X, Facebook e Instagram –y ahora también Google– decidan no seguir las normas europeas de verificación de contenidos en YouTube, ni en las búsquedas de los internautas. En esta nueva era, precisamente por eso, el periodismo clásico, el de la información debidamente contrastada, el que te brindan periódicos, radios y televisiones, será más necesario que nunca.

En este sentido, Pedro Sánchez propuso algo interesante en Davos: que los dueños de las redes sociales sean responsables de los contenidos que crean y publican. Le tengo que dar la razón al presidente del Gobierno por ese discurso sobre los «tecnomillonarios». Su lema «hagamos las redes grandes otra vez», parafraseando al de Trump, le posiciona como ese líder europeo antagónico al que aspira ser. Otra cosa es que el presidente de Estados Unidos llegue a tomarle en serio en algún momento.

Mientras Sánchez se paseaba por Davos, aquí volvía a hacerse patente la extrema debilidad de su Gobierno, incapaz de sacar adelante sus decretos y expuesto a la humillación verbal de la portavoz de Junts en el Congreso. Aquí seguimos, con las ayudas y las pensiones en el aire, con la calle cabreada. Sabiendo que Puigdemont y los suyos pretenden –porque lo verbalizan– que un jubilado catalán cobre más que el resto. Temiendo que esa línea roja también se traspase.