
Editorial
Sánchez se encarga de que pactar sea inviable
Los presidentes hablaron de mera puesta en escena y de oportunidad perdida. Nada hacía concebir otro desenlace. Sánchez se marchó de Santander como llegó
Las vísperas de la Conferencia de Presidentes en Santander no pronosticaban un clima de entendimiento en los grandes asuntos sobre la mesa del Estado, esto es la financiación, la vivienda, la sanidad y la inmigración. El clima político no es ni de lejos el adecuado para avanzar en consensos y puntos de encuentro. El sanchismo se ha encargado de ello con la estrategia de la polarización, el fango y la mentira con que ha convertido al adversario en enemigo, vetando los grandes pactos de estado con el principal partido de la oposición y privilegiando a los enemigos de la España constitucional. No se pasa del negro al blanco por mucha solemnidad que el marco aporte. Ni siquiera con la presencia del Rey. De aquellos polvos vienen estos lodos en un medio tóxico que la izquierda alimenta contra todo lo que no se somete, sea la Justicia o la alternativa. Cualquier tipo de compromiso serio resulta inviable si una de las partes se encarga en que así sea. Pedro Sánchez llegó a Santander para cumplir el expediente y poco más que no sea lavado de imagen y propaganda. Tardó más de dos años y medio en aceptar otra Conferencia de Presidentes. Todo un mensaje sobre su compromiso con el instrumento y la voluntad de avanzar juntos en equidad. Si ya el formato no favorece que se concrete algo, tras una letanía de parlamentos de los comparecientes, y poco más, sin trabajo preparatorio previo de las delegaciones, ni intercambio de documentos y propuestas, tiempo para su análisis, una agenda formal de la reunión de por medio, quedaba de manifiesto la disposición de Moncloa. En cuanto a contenidos, la financiación se convirtió en el asunto principal. Sánchez utilizó el comodín de la condonación de la deuda de los territorios, además de hablar de un nuevo modelo autonómico que concilie la multilateralidad y la bilateralidad y garantice la solidaridad. Reparto de millones en la España hiperendeudada con que amortiguar la escandalera del inconstitucional concierto catalán. Díaz Ayuso fue la voz más discordante y sonora para proclamar que el endeudamiento no desaparece, que se sigue hipotecando a generaciones de españoles, que esa tabla rasa es perversa, que gratifica la negligencia en la gestión de lo público y castiga la competencia y el rigor. No podemos estar más de acuerdo con la presidenta. También con que solo se contemple la quita en el caso de la Comunidad Valenciana por la Dana y por su infrafinanciación. En el reparto de inmigrantes, la política de vivienda, más allá de que Sánchez vendiera las virtudes de su Ley, que la realidad desmiente, o la situación de la Sanidad, más de lo mismo, declaración de intenciones y cero aportaciones reales por parte de Moncloa. Los presidentes hablaron de mera puesta en escena y de oportunidad perdida. Nada hacía concebir otro desenlace. Sánchez se marchó de Santander como llegó. Su mutis habló por sí solo. No tardará en arremeter contra los barones populares, socavar su poder y acordar con sus socios. El muro sigue, pero también la corrupción crece y los jueces instruyen.
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