
Al portador
¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?
Todo al margen del Parlamento, es decir, cambiar las reglas para seguir en el poder
Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, los autores de «Cómo mueren las democracias», afirman en un artículo reciente que «para mantenerse en el poder los Gobiernos deben hacer algo más; deben cambiar también las reglas del juego». Pedro Sánchez no es un pionero en este terreno, pero empieza a doctorarse en la materia. «Atrapado entre sus socios de coalición y la OTAN», apunta The Economist, opta por orillar al Parlamento para decidir por su cuenta cómo, cuándo y cuánto aumenta el gasto militar que le exige la Unión Europea. La ronda –algo insólita– de reuniones con grupos parlamentarios en la Moncloa es tan solo la constatación de que su incapacidad para aprobar cualquier proyecto de envergadura –desde los Presupuestos a las nuevas necesidades para Defensa– le conduce a sortear los procedimientos democráticos para lograr sus propósitos. Si no es algo iliberal, está muy cerca.
El inquilino de la Moncloa, además, busca fórmulas imaginativas para cuadrar unas cuentas tan incómodas como problemáticas. Lo que sea antes que pedir o aceptar el apoyo del PP que, para este asunto, estaría obligado a dárselo. El Financial Times destacaba ayer que «Sánchez pide que el ciberespacio y el clima se incluyan en el gasto de defensa», no sin recordar que España «ocupa el último lugar en el ránking de presupuesto militar de la OTAN». La ampliación del concepto defensa sería el conejo que se sacaría de la chistera el líder del PSOE para resolver un sudoku endemoniado. No está claro que cuele, entre otras cosas porque los países –bálticos y Polonia sobre todo– que ya hicieron esfuerzos en ese capítulo, es probable que no lo permitan. En la Moncloa hacen sus cálculos pero no los explican. No obstante, hay indicios. Los últimos datos de la Intervención General de la Administración Estado, correspondientes a 2023, indican que el gasto total en defensa fue de 13.987 millones de euros, un 0,93% del PIB, frente al 2% que exige ahora a Unión Europea y que pronto será el 3%, Al mismo tiempo, las cantidades dedicadas a «orden público y seguridad» ascendieron a 27.443 millones. Todo indica que Sánchez pretende que la parte de ese capítulo considerada «seguridad» contabilice como «defensa». Con eso y algo más, asunto resuelto espera el presidente. Trilerismo puro que recuerda aquello de «¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?», título brillante de una película prescindible de Manuel Gómez Pereira de 1993. Y todo al margen del Parlamento, es decir, cambiar las reglas para seguir en el poder, como explican Levitsky y Ziblatt.
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