Canela fina

Marcelino Camacho, en el recuerdo de todos

«Marcelino Camacho, que no Santiago Carrillo, lideró a los comunistas españoles durante la dictadura y jugó un papel clave en la Transición»

Asistí al homenaje que le rindieron en el otoño de 2017 y escuché sus palabras finales: «Ni nos domaron ni nos doblegaron ni nos van a domesticar». Recuerdo que la izquierda auténtica, al frente los secretarios de CCOO y UGT, Fidalgo y Méndez, también una representación empresarial presidida por José María Cuevas, acompañaron al mítico líder del sindicalismo español. Allí estaban también mi admirada Nuria Espert y mi siempre recordada Aitana Sánchez-Gijón.

La Transición española, que contempló el trasvase en paz desde la dictadura de Franco a la democracia pluralista plena, tuvo, junto al Rey Juan Carlos I, tres protagonistas excepcionales: Torcuato Fernández-Miranda, el cardenal Tarancón y Marcelino Camacho, a los que acompañaron varios políticos brillantes como Felipe González, Adolfo Suárez, José María Gil-Robles, José María Areilza…. Camacho representaba al comunismo, que no Santiago Carrillo al frente de un PC anquilosado y menor. La oposición al dictador Franco se centró en el sindicalista Camacho, que, todavía adolescente, intervino en la guerra incivil, sufrió persecución permanente, trabajó luego como obrero metalúrgico, padeció en prisión durante diez años, protagonizó una terrible huelga de hambre y lideró a los comunistas españoles. La envidia, gangrena del alma nacional, lo cercó a veces, pero la esquivó considerándola polilla del talento. El Rey Juan Carlos tenía conciencia clara de lo que significaba Marcelino Camacho, sin el cual tal vez no hubiera sido posible la Transición y por eso le entregó personalmente la Medalla al Mérito Constitucional.

Era el líder sindicalista hombre de rara inteligencia, vasta cultura, firmeza de ideas, razonador y flexible. Admiraba a sus hijos, Marcel y la maravillosa Yènia. y veneraba a su mujer, Josefina Samper, que nos preparaba rosquillas a Natalia Figueroa y a mí cuando visitábamos a Marcelino en Carabanchel. Se escapó el líder sindicalista de El País y se vino a escribir conmigo en el ABC verdadero durante largos años. Publicaba artículos densos y certeros en favor de los derechos de los trabajadores y en contra del capitalismo salvaje.

Escribo estas palabras, en fin, porque se acaba de poner en marcha en Soria un museo permanente Marcelino Camacho, que hace justicia a uno de los hombres clave del último siglo de Historia de España.

Luis María Anson, de la Real Academia Española