Al portador

De fracaso en fracaso sindical pero con puesto de trabajo fijo

La protesta del domingo quedo sin sentido, al margen de la reclamación de que el salario mínimo esté exento de IRPF, pero eso es algo que depende del Gobierno y nada indica que Sordo y Álvarez se le vayan a enfrentar

George Bernard Shaw (1856-1950), dramaturgo, premio Nobel de Literatura, participó, a finales del siglo XIX, en el surgimiento del Partido Laborista Británico, como vehículo organizado, en cierta manera, de las ideas fabianas. A pesar de sus planes, no tenía en gran estima a lo sindicatos, sobre todo cuando empezaron a crecer y tener relevancia: «Ningún rey del mundo –decía– está tan seguro en su puesto como un funcionario sindical». Michel Colucci (1944-1986), alias Coluche, humorista, activista en pro de los derechos sociales y candidato a la presidencia francesa en 1981, caricaturizaba la actividad sindical: «el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre. El sindicalismo es lo contrario». El movimiento sindical fue –y debería ser– un actor esencial en la actividad económica en las democracias, porque los llamados sindicatos de los países autoritarios no reúnen los elementos necesarios para ser considerados como tales. En España, algunos todavía recuerdan los «sindicatos verticales» del franquismo que, desde luego, no eran espacios de libertad.

El domingo pasado, los dos principales sindicatos españoles, CCOO y UGT, con sus líderes al frente Unai Sordo y Josep María Álvarez, encabezaron unas confusas –y muy minoritarias– concentraciones que, en su momento, pretendían protestar contra la oposición, contra el PP, por votar en contra del decreto «ómnibus», que tampoco apoyó Junts. Ayer lunes era difícil encontrar reseñas en los medios de comunicación de esas protestas, que en Madrid no reunieron ni mil personas y en Barcelona apenas llegaron a trescientas. Todo era equívoco porque después de que Pedro Sánchez, por exigencia de Puigdemont, troceara el decreto y concentrara las medidas más sociales –revalorización de pensiones incluidas–, el PP de Feijóo, en otro de sus complejos equilibrios, anunció su voto favorable. Por eso, la protesta del domingo quedo sin sentido, al margen de la reclamación de que el salario mínimo esté exento de IRPF, pero eso es algo que depende del Gobierno y nada indica que Sordo y Álvarez se le vayan a enfrentar. Además, Yolanda Díaz está rodeada en su ministerio de gentes de CCOO, y UGT siempre cierra filas con Sánchez. Quizá también por eso los sindicatos tengan cada vez menos eco –sobre todo entre los jóvenes– y, al final, a sus convocatorias, de fracaso en fracaso, apenas acuden los liberados sindicales y sus propios trabajadores, porque todos ellos «están tan seguros en sus puestos», como ya advirtió el fabiano Bernard Shaw.