El desafío independentista
Puigdemont y las elecciones
El abogado de Carles Puigdemont quiere que declare en Bélgica y ya ha dicho que hoy no acudirá a la Audiencia Nacional para evitar su detención. Al final, ésa es la única razón de su huida a Bruselas. No ha habido otro motivo de su salida de España. No me sorprende la decisión del ex presidente de la Generalitat. Nunca lo tuve por hombre de talento, ni tampoco bien asesorado. Sí me sorprende más que varios de sus ex consejeros le acompañaran en este viaje absurdo. Hasta ahí llegaba también su falta de cabeza y malos asesores, a pesar de los cientos de nóminas que pagaban. Sin embargo me ha chocado que haya tomado esta actitud en vísperas de unas elecciones autonómicas donde su partido se juega el ser o no ser. Que se ausentara de la primera reunión en la que decidieron concurrir a las elecciones ya pareció extraño, pero es que ni sus propios compañeros sabían que había cogido las de Villadiego. Pero el daño que esta actitud de rebeldía a los jueces puede hacer a su partido ya demuestra lo que es: que pone su seguridad por encima de los intereses del partido que dice servir.
Naturalmente, la juez Lamela dictará hoy órdenes europeas de detención si efectivamente no se presenta, y podríamos incluso asistir a su llegada a España detenido
–cosa que naturalmente él busca– en plena campaña electoral. Tampoco está claro que vayamos a ver esas imágenes tan deseadas por los independentistas.
Por cierto: los que hablan de un pacto entre Rajoy y Mas para perdonar a toda esta tropa de políticos secesionistas no se dan cuenta de que la entrada en escena de los jueces limita –al menos en un primer momento– cualquier hipotética amnistía, pero es que además olvidan que, en periodo electoral, Rajoy no puede dedicarse a tirar piedras contra sus votantes, ni siquiera aunque sean pocos como en Cataluña.
Y hablando de votantes, no se crean las encuestas que se están publicando. Me dice un amigo que se dedica con bastante éxito a la cosa esta de los sondeos, que el voto oculto se ha disparado. Naturalmente no se puede saber en qué sentido se va a decantar, pero a falta de asesores tan bien pagados como los de la Generalitat, los catalanes empiezan a darse cuenta de quién es quién en esta farsa por entregas.
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