Alfonso Ussía
Antiespañol analfabeto
Para el derruído Pablo Iglesias en España hay cuatro naciones. La vasca, la catalana, la gallega... y España. Sublime acierto. Humildemente le diría que España no puede ser, simultáneamente, nación y parte de la nación, pero con esta gente poco hay que hacer. Con anterioridad a la unión de los reinos de Castilla, León y Aragón, España ya existía como tal. El Reino de Castilla, lo conformaban los reinos de Toledo, Murcia, Jaén, Córdoba, Sevilla, Islas Canarias y el señorío de Vizcaya. El Reino de León comprendía la totalidad de Galicia. El Reino de Navarra ocupaba una pequeña porción de la provincia de Guipúzcoa. El resto del territorio guipuzcoano dependía del Señorío de Vizcaya, y por ende, del Reino de Castilla al igual que Álava, mitad vizcaína, mitad burgalesa. El Reino de Aragón asumía los reinos de Valencia, de Mallorca y el condado de Barcelona, posteriormente Principado de Cataluña, de rango menor. Y el Reino de Granada lo formaban lo que en la actualidad son la provincia de Granada y una buena parte de Almería. El Principado de Asturias, lo que hoy es Cantabria y La Rioja, pertenecían al Reino de Castilla, así como la totalidad de Extremadura. Jamás exitió la nación vasca, ni la catalana, ni la gallega. La unión de todos los reinos convirtió a España en el primer Estado de Europa.
España no puede ser una nación de cuatro naciones entre las que figura la propia España junto a tres territorios nacionales que son producto del invento y la mentira. Jamás Cataluña fue nación y menos Estado. Jamas las provincias vascongadas conformaron una nación, y menos un Estado. Y jamás Galicia se consideró nación ni se reconoció como Estado. Le habría gustado a Pablo Iglesias, pero no. También me hubiera gustado a mí que Portugal se mantuviera unido a la Corona de España, pero Felipe II metió la pata, desechó la capitalidad de Lisboa y, felipes después, nos quedamos nosotros sin ella y ella sin nosotros. La Historia siempre ha sido interpretativa exceptuando las circunstancias inamovibles. Cuando la Historia se confunde con la fábula, y durante decenios se insiste en la fantasía, la fábula ocupa el lugar de la Historia. Es cuando el engaño de unos fabuladores triunfan sobre la masa de los engañados, a los que además, se les administra una dosis de odio hacia la verdad que ayuda a nacer el nacionalismo. El nacionalismo es raza, es certidumbre desde la mentira y es odio. No sirve el argumento de establecer comparaciones entre los nacionalismos racistas provinciales y ahora autonómicos y el «nacionalismo español». No existe el nacionalismo español. España no excluye, incluye. Y el nacionalismo es, por definición, excluyente.
Otra cosa es que Iglesias odie a España, y lo ha demostrado con creces. Los sentimientos son libres, y el odio a España de Iglesias forma parte de su libertad. Inventarse tres naciones no es delito, sino majadería e ignorancia. Espero no ser acusado de acosador, pero en mi lejana juventud me tuve que inventar tres principados para ligar con una sudamericana que estaba buenísima. Y el invento cuajó. Le envié unas flores con unas tarjetas impresas con mis tres principados. Príncipe de Mogrovia, Nutrovia y Vasilenko. Otra cosa es que ahora reivindique la existencia de esos falsos principados y opte a reinar en ellos, aunque no existan. Putin lo impediría, y a mí, personalmente, y lo reconozco, Putin me da mucho susto. Pero la nación vasca, la catalana y la gallega han sido naciones del mismo modo y con similares fundamentos históricos que mis principados de Mogrovia, Nutrovia y Vasilenko. Ella se dirigía a mí como «Altesa», y una mañana que llegué tarde a la cita del aperitivo, cuando me disculpé y le pregunté si había esperado mucho tiempo, me respondió: «No te preocupues, Altesa, que sólo he esperado dos “sigarrillos”».
Este Iglesias, además de antiespañol y analfabeto, es como muy tonto.
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