
Verde
Tecnología para un chocolate "cero deforestación" que no acabe con el Amazonas
República Dominicana y Ecuador lideran en América el apoyo a la norma europea para prohibir la venta de cacaos que provengan de selvas deforestadas, gracias al apoyo de ONGs como Codespa

En Europa nos gusta el chocolate. El valor de este mercado se estima en unos 45.000 millones de euros. Se trata de una vasta industria que grandes volúmenes de cacao a granel que aquí no cultivamos, sino que, en gran medida, importamos. Más del 70% del cacao que se consume en el continente procede de países de África Occidental, especialmente Costa de Marfil, Ghana y Nigeria. Allí se dan las condiciones tropicales ideales para que crezca esta fruta. Pero lo que parecía una «bendición» para estas zonas empobrecidas se ha convertido en problema: la industria del cacao está fagocitando sus bosques.
Cada año, estos países registran las peores cifras mundiales de deforestación. Mientras que en España hemos ganado un 33% de área forestal desde 1990, Costa de Marfil y Ghana –los dos mayores productores de cacao del mundo–, han perdido el 80% y el 94% de sus bosques, respectivamente, en los últimos 60 años. Cerca de un tercio de esa pérdida se debe a la expansión de la producción de cacao. Muchos productores queman los bosques para ampliar el cultivo de esta codiciada fruta y saciar la demanda de la Unión Europea.
Los daños traspasan las fronteras africanas. En países de América Latina como Ecuador, República Dominicana y –especialmente– Perú, Colombia o Brasil las plantaciones de las compañías chocolateras también amenazan el paisaje y, buena parte de ellas, crecen sobre las cenizas de bosques arrasados. Sin embargo, hay excepciones. Existen proyectos para ayudar a florecer a los pequeños productores latinoamericanos que «hacen bien las cosas», para que puedan ser competitivos en el mercado europeo e internacional a través de tecnología avanzada.
«Iniciativas como Cacao Trace, financiada por la Unión Europea y liderada por la ONG de cooperación al desarrollo Codespa y la Junta Agroempresarial Dominicana, nos demuestran que está todo perdido», asegura Diana Patricia Borrero, responsable de la delegación de Codespa en Caribe. Esta iniciativa apuesta por el uso de tecnología blockchain para garantizar la trazabilidad de los productos cacaoteros en Monte Plata, una provincia rural de República Dominicana, cubierta por selva y salpicada por cascadas. Allí, el cacao abunda.
Borrero explica que, gracias a la implantación de este sistema desarrollado por la empresa ecuatoriana Kruger Corporation (que se unió a Cacao Trace en noviembre), los productores de Monte Plata pueden asegurar la trazabilidad total del producto, desde que se planta hasta que llega a los consumidores. «La tecnología blockchainproporciona datos sobre el origen y las prácticas de cultivo en todas sus etapas. Esto facilita la certificación de un cacao libre de deforestación, un requisito cada vez más demandado por la UE y por otros mercados internacionales», señala.
El proyecto tiene como meta apoyar a 700 pequeños productores de cacao dominicano en su transición hacia prácticas agrícolas más responsables y competitivas. Gracias a esta tecnología podrán demostrar el cumplimiento de estándares internacionales y abrirse a mercados más lucrativos, como el europeo. Un enfoque que responde a las nuevas regulaciones que prohíben la venta de cacao procedente de tierras deforestadas, como la Ley que iba a entrar en vigor en la UE en diciembre de 2024, y que la Comisión retrasó hasta el mismo mes de 2025 por la «falta de preparación» de la industria (esencialmente, brasileña y alemana), según anunció Bruselas la semana pasada.
Sin embargo, el avance de estos mecanismos regulatorios resulta crucial para la supervivencia de muchas chocolateras que llevan años esforzándose en ser ecológicas. República Dominicana cuenta con unos 40.000 productores y 150.000 hectáreas dedicadas al cacao, de las cuales el 16,5% corresponden a cultivos orgánicos. «Esto convierte al país en un líder mundial en producción de cacao orgánico, cubriendo el 60% de este mercado global. La implementación de la tecnología blockchain refuerza esta ventaja competitiva», señala Borrero. Pero el esfuerzo de Codespa no se queda en la industria chocolatera de este país.
En Ecuador, la ONG también apoya a 1.500 mujeres a través de 50 bioemprendimientos. Allí, en colaboración con la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana, Codespa las ayuda a cultivar cacao y producir chocolate de alta calidad 100% orgánico, creando empleo local y protegiendo los recursos naturales.
«Para lograr que las personas puedan emprender respetando el medio ambiente, se necesita de tecnología limpia, abonos orgánicos, maquinaria fotovoltaica... y eso tiene un coste», insiste concluye Ferrán Gelis, delegado en Ecuador. Codespa, con apoyo de los gobiernos, permite el acceso a créditos para emprendimientos verdes que cubren este coste, contribuyendo a la creación de nuevos negocios y a la adopción de tecnología que no pone en peligro la Amazonía», concluye.
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