Sección patrocinada por
Verde
A debate las estrategias sobre el cambio climático
Las encuestas hablan de que nos preocupa el medio ambiente, pero ¿realmente tomamos decisiones en consecuencia? ¿están fallando el discurso público o tanta alarma nos ha llevado al inmovilismo y la «ecoansiedad»?
Una recientísima encuesta realizada en 26 países de todo el mundo para ver las actitudes y percepciones de la ciudadanía afirma que el 76% de los españoles se siente expuesto a las consecuencias del calentamiento global. La conciencia climática en España resulta ser una de las más altas de Europa, pero ¿este supuesto nivel de concienciación se refleja en nuestro día a día? Reciclamos en el mejor de los casos todavía con dudas sobre dónde tirar ciertos objetos y seguimos eligiendo el aceite que nos va a salir más barato por mucho que encontremos ofertas eco… «Yo digo que esto de la sostenibilidad es como la revolución sandwich, porque arriba están los movimientos sociales y abajo las estructuras de poder y en medio la señora María que tiene que luchar por sobrevivir», comenta Enric Pol, catedrático de Psicología Social y Ambiental de la Universidad de Barcelona. Estas semana se ha celebrado en Barcelona el congreso bianual de la Asociación Internacional para el Estudio de las Relaciones entre las Personas y el Medioambiente en el que se ha debatido de qué manera facilitar el comportamiento responsable de los seres humanos en relación con los ecosistemas donde viven; ¿qué facilita o dificulta la conducta responsable?
Sobre la motivación hablaba precisamente la psicóloga alemana Elke Weber hace unos días en España, cuando vino a recoger el Premio Fronteras del Conocimiento en Humanidades y Ciencias Sociales otorgado por la Fundación BBVA. En 2010 comenzó su andadura en el IPCC (el panel de expertos sobre cambio climático de la ONU) porque nuestras decisiones no son racionales, se basan más que nada en nuestros sentimientos o, como mucho, en las reglas. «Muchas veces la percepción es que si cambio lo que hago, si vuelo menos, o instalo una bomba de calor, a menos que todos los demás lo hagan, no va a ser efectivo. ¿Y si lo hacemos en Europa, pero otras personas en China no lo están haciendo a nivel nacional? Creo que tenemos que comunicar que la acción individual en realidad es efectiva», apunta.
Weber también apunta a la necesidad de construir un discurso efectivo de un problema complejo y que no se caiga en el alarmismo permanente, como a veces ocurre. «Decir que este es el último año en que realmente podemos tomar medidas y que luego no pase nada para que al siguiente año suceda lo mismo no es bueno. Tal vez deba haber menos discusión sobre qué es el cambio climático y por qué lo tenemos y más sobre qué podemos hacer al respecto», dice Weber.
Redes sociales
Uno de los ejes de debate de estos días en Barcelona tiene que ver con cómo los procesos de construcción de la realidad tienen consecuencias en el mantenimiento del medioambiente. Para Enric Pol las redes sociales (RRSS) no están ayudando a generar buena conciencia. A pesar de que es habitual afirmar que los jóvenes están más preocupados por el medio ambiente y el cambio climático, «desde 2014, las redes se han convertido en el medio de socialización principal sobre todo para los más jóvenes. Varios estudios llevados a cabo desde entonces afirman que entre los niños de 8 a 12 años ha caído el interés por el cuidado del medio ambiente. No están suficientemente estudiados los valores que se transmiten ni el origen de los mismos», afirma Pol. Este hecho, dice, se ha ampliado con el Covid y tiene que ver con la sensación de indefensión ante un problema tan complejo, «han aprendido a que no pueden hacer nada. En general, parece haber una disminución en la disposición de los ciudadanos a adoptar comportamientos proambientales, mientras que la crisis climática aumenta la ecoansiedad. Esta tendencia probablemente esté relacionada con un creciente desencanto con los mensajes y eslóganes proambientales de las administraciones y empresas. Por tanto, la gestión de la comunicación y sus contenidos es fundamental para la construcción de nuevas narrativas», señala el catedrático.
Fue en el siglo XIX cuando se empezó a estudiar nuestra relación con el entorno, primero desde la construcción de las ciudades. Como herederas de las construcciones medievales, en ese momento las frecuentes epidemias llevaron a una preocupación por las condiciones de vida e higiene en edificios y urbes. «Todo comienza con el movimiento higienista», comenta Pol, que continúa haciendo un repaso por la evolución de nuestra preocupación por el entorno para llegar ya en los 70 a la aparición de los movimientos ecologistas y las primeras voces científicas que alertaban sobre lo que los combustibles fósiles provocan en la atmósfera. En 1987 la primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, usó por primera vez el término desarrollo sostenible para referirse a la necesidad de replantearse las políticas de desarrollo económico (curiosamente en esos años se desarrollan las primeras normativas en Europa sobre impactos ambientales). El concepto sufrió un proceso de sustantivación y se popularizó ya como sostenibilidad, sobre todo en el ámbito privado. Durante estos años hay quien considera que el término se ha vaciado de sentido o que, incluso ha adquirido tanta ambigüedad que ha generado solo» greenwashing». Por el contrario, están los convencidos de que al menos ha servido de inspiración para que en el ámbito empresarial no solo se tengan en cuenta aspectos económicos sino también ambientales y sociales. «La idea de sostenibilidad es una visión capitalista verde. Algo como sigamos creciendo, pero con cuidado. Es un producto económico que considera que el crecimiento es infinito y que todo lo que existe en el mundo puede ser objeto de uso, como en el siglo XVIII», dice David Berná, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid.
Un mar de soluciones
Es precisamente el agotamiento de los recursos naturales la base que inspiró el informe Meadow, «los límites del crecimiento», que alertaba ya en 1972 de que el modelo de desarrollo imperante llevaba inevitablemente a un colapso que debería producirse antes de un siglo. El informe es la base para el decrecimiento, un movimiento del que se habla y discute mucho desde la pandemia, que propone organizar la economía de modo que se usen menos recursos y apostar por un estilo de vida independiente del crecimiento. También han surgido otras propuestas como la economía rosquilla y otros términos como colapsismo, retardismo, etc., que mantienen enfrentados a los políticos y a los científicos. ¿Toda esta contraposición ayuda en algo a la concienciación y a la acción? «Hay luchas que siempre pivotan entre el mundo académico, el político y el social. En la última década ya son innegables los efectos del cambio climático y aparecen representantes que denuncian un colapso inminente y quienes defienden que estamos mal, pero todavía a tiempo de cambiar. Lo cierto es que necesitamos un cambio social y cultural importante todavía», matiza el profesor Berná. Además de toda esta pelea, los últimos años han estado plagados de normativas que no siempre han sentado bien. ¿Nos estamos pasando con tanta regulación? «Hay que legislar, pero donde se debe. Las leyes son importantes, pero a veces se han hecho en desequilibrio. No puedes limitar el uso de fitosanitarias a los agricultores y no hacer políticas que eviten por ejemplo, los márgenes de beneficio de las distribuidodras», matiza Berná. «Siempre ha habido cambios brutales que se han acabado normalizando. Lo que parece un gran progreso en el imperio romano desaparece en la Edad Media. ¿Qué nos espera? Puede ser poco grave en términos de humanidad, pero en términos personales es gravísimo. Tenemos es que reducir los costes porque lo que está en peligro es nuestra forma de vida, no la vida en sí», concluye Pol.
¿Conciencia y normas casan bien?
Lanzamos dos preguntas a diferentes organizaciones para saber qué opinan. 1.¿Cree que la concienciación sobre medio ambiente ha mejorado? Y 2. ¿Las regulaciones de estos años afectan positiva o negativamente?
- WWF: 1. Sin duda en las dos últimas décadas la concienciación sobre temas ambientales se ha incrementado notablemente y existen numerosas evidencias. Por ejemplo, así lo reflejan todas las encuestas que pone de manifiesto que una de las principales preocupación de los ciudadanos en España y en Europa es el cambio climático. Esto se ha debido al continuo trabajo de sensibilización que viene realizando la sociedad civil, la comunidad científica y los medios de comunicación, unido a la toma de conciencia que han provocado la sucesión de eventos climáticos y catastróficos. Esta concienciación ha sido mayor incluso entre los jóvenes.
2. La realidad es que en los últimos se ha puesto en marcha una amplia batería de medidas ambientales y que se están produciendo muchos cambios en un plazo muy corto de tiempo. Esto genera siempre ciertas confusión y cierta desconfianza entre la ciudadanía, especialmente entre sectores que se sienten más perjudicados, sobre todo si están viviendo crisis estructurales. Pero también es verdad que una vez que se comienzan aplicar, estas medidas son aceptadas con normalidad. El reto es seguir impulsando estos cambios sin dejar a nadie atrás.
-Asaja: 1. El grado de concienciación relacionado con el medio
ambiente ha cambiado mucho, y para mejor, en los últimos 20 años, Pero nuestros dirigentes políticos no siempre han sido capaces de canalizar adecuadamente esa concienciación. No se puede emplear la demagogia o el electoralismo con estas cuestiones, porque en vez de ser eficaz a lo mejor causas un perjuicio mayor.
2. En el caso del sector agrario, rotundamente han afectado negativamente. La excesiva reglamentación, los condicionantes medioambientales absurdos, las restricciones de todo tipo a la actividad productiva.... están provocando un claro rechazo, a la vez que perjuicio, entre los agricultores y ganaderos que, no olvidemos, siguen siendo, los primeros defensores del medio ambiente.
- UNEF: 1. Ha mejorado menos de lo que debería. Si le preguntas a la gente si le preocupa el cambio climático, la repsuesta será positiva, pero luego no la implementa tanto en su día a día. El cambio climático en general no está integrado en el proceso de decisión. Lo vemos con el autoconusmo por ejemplo. Lo que sigue moviendo es una motivación puramente económica. Según va el mercado de la energía, así crece o no el autoconusmo. Estamos lejos de una cultura medioambiental real.
2. Las deciciones que se han tomado van en el buen camino. No obstante se ha avanzado mucho en descarbonización del sector eléctrico, pero en el resto de sectores quizá no tanto. No basta con intentar convencer a la gente; cuando esto no se produce hay que ir por la vía regulatoria aunque esto no se entiende siempre bien. También en estos casos hay que tener en cuenta a los sectores afectados por las decisiones.
- Signus: 1. Sí que ha mejorado porque la legislación ha impulsado a que ocurra este cambio.
2. Sin duda afectan a la concienciación y positivamente. Hay cambios en los hábitos que no habría ocurrido sin regulación y para cambiar las cosas es necesario que se marquen unas directrices.
-Aqualia: 1. Claramente sí. Toda la labor de información y concienciación desarrollada desde diferentes sectores de la sociedad civil y las administraciones públicas han producido un efecto positivo de aumento en la concienciación de la sociedad, que ahora entiende que el cuidado del medioambiente y del ciclo integral del agua resultan claves para que en el futuro podamos mantener una calidad de vida similar a la actual.
2. Creemos que la regulación está empujando positivamente en un aumento de la concienciación. En las grandes compañías cada vez son más frecuentes las comisiones de ASG, dada la necesidad de dar respuesta a la tendencia, a la regulación europea cada vez más exigente, y a los requerimientos de inversores y entidades financiadoras.
✕
Accede a tu cuenta para comentar