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Solidaridad

Lo que de verdad importa: desde Boadilla hasta Uganda

La joven María Galán, propulsora de «Babies Uganda», conecta España con Kikaya a través de Instagram

La madrileña María Galán en Uganda Jesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS

Si bien es cierto que las redes sociales han supuesto numerosas y negativas consecuencias en el ser humano y sus relaciones; esta ocasión, hablaremos de una de las muchas positivas. ¿Conocen Kikaya? 5.668,12 kilómetros distan de España y, gracias a María Galán y su repercusión en Instagram, más de 1.000 niños reciben apoyo y están escolarizados allí, un barrio al norte del Lago Victoria (Uganda), zona con una gran población desfavorecida.

Esta madrileña de tan solo 25 años encabeza los proyectos de la organización no gubernamental española «Babies Uganda» desde la ciudad de Entebbe. A través de su cuenta de Instagram, María comparte a diario la cruda realidad que enfrentan las personas a las que ayuda, conectando de manera auténtica y cercana con sus más de un millón de seguidores, lo que la ha vuelto viral. Aunque describe su labor en las redes sociales, es en el terreno donde asume la responsabilidad de llevar a cabo estas iniciativas. No solo brinda ayuda práctica, sino que también comunica la experiencia con sensibilidad, respeto y calidez, reconociendo la dignidad de cada individuo, independientemente de su situación.

Hace algunos años, María Galán escribió «La Vida de Sami», un libro solidario que presentó el pasado diciembre en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Castellana. Se trata de un libro infantil de 100 páginas disponible en su sitio web por 18€. Su objetivo es acercar a los lectores a una realidad desconocida para muchos, narrada de manera sencilla desde la perspectiva de una niña. Sami, una de las hermanas de una familia numerosa, relata en diversos capítulos cómo es su vida, concluyendo cada uno con una enseñanza que seguramente dejará una impresión duradera en cada niño que lo lea.

«Viví en Madrid hasta los 22 años. Y en 2012 nació Babies Uganda, cuando mi madre viajó a dicho lugar en un voluntariado que organizó el Ayuntamiento de Boadilla. Conoció un orfanato que amenazaba el cierre y consiguió evitarlo tras un arduo trabajo y esfuerzo. Ese fue el punto de partida», cuenta María a LA RAZÓN. No fue hasta 2017 cuando abrió su propio orfanato, donde vive hoy. Posteriormente, el colegio que acoge a 150 niños y una clínica que atiende a más de 1.000 pacientes al mes. «Cuando mi madre llegaba de Uganda y nos enseñaba todas las fotos con sus respectivas historias lo vivíamos muy de cerca. A partir de los 18 años empecé a ir durante las vacaciones de verano, mientras estudiaba en la universidad; y ya las prácticas me las convalidaron allí. Con la casualidad de que llegó el COVID, que cambió los planes alargando mi estancia y siendo el punto de inflexión en el que decidí que ese era mi lugar».

Instagram oficial de María GalánLa Razón

«La decisión más drástica»

«Cuando estás allí y presencias las necesidades y formas en las que vive la gente, que no son nada justas, no quería seguir mi vida de comodidad. Fue la decisión más drástica». La cultura es diferente de principio a fin, los móviles son de teclas, se estilan los trabajos de jardinería, las madres se quedan en casa y son los niños quienes van a por agua. «Hay unos roles muy marcados, es como España hace 50 años», apunta. «Y cuando tienes que luchar para que tus hijos puedan comer día tras día, porque es una realidad, viven al día, la perspectiva de las cosas cambia».

Sobre Babies Uganda

Babies Uganda es una ONG española (marzo 2012) cuyo objetivo es solucionar la dramática realidad que viven miles de niños ugandeses: familias rotas, falta de oportunidades, abandono escolar, escasez de recursos o dificultades para tener acceso a la sanidad. Tal y como cuenta María, trabajan con ingresos fijos, lo que llaman «padrinos», a partir de la cantidad que ellos decidan, desde cinco euros en adelante. Y también cuentan con empresas amigas que aportan donaciones importantes, por ejemplo, para la construcción de colegios o su financiación.

Del mismo modo, se presentan a todos los concursos públicos que puedan contribuir a la causa. Por suerte, la respuesta de la gente ha sido un gran abrazo de acogida, «porque nosotras tratamos de ser muy cercanas. Ahora Instagram nos ha abierto una ventana enorme porque nos permite mostrar nuestro día a día, y que sean los propios usuarios quienes vean que sin su ayuda no crecemos», explica María Galán. «Está siendo increíble, hace un año teníamos 4.000 seguidores, y ahora mira». Y ojo, es la propia María quien lleva su cuenta y confiesa que lee y responde siempre. De hecho, la celebración del millón de seguidores a la cuenta de Babies Uganda significó la construcción de un colegio que atienda necesidades especiales este año 2024. Pese a que cuenten con solicitudes de personas que quieren hacer voluntariados, trabajan siempre con personal local, pues «se trata de que sean ellos quienes adquieran todas las capacidades para su desarrollo y crecimiento».

En la actualidad cuenta con varios proyectos con los que cubre las necesidades educativas y de alimentación de más de 1.000 niños; así como de alojamiento para muchos de ellos: Kikaya House, un hogar para 32 niños; CEVIC, un colegio para 52 niños con discapacidad visual; Kikaya Junior School, un colegio de primaria para 650 niños; Kikaya Senior School, un colegio de secundaria que empezará a funcionar en enero de 2024 para 300 niños; Centro Médico Kikaya-Chloé, que da cobertura gratuita durante las 24 horas del día atendiendo a más de 1.000 personas al mes; y la Clínica dental Juan Schmidt, que atiende a toda la zona de Kikaya.

Una apuesta en común

María Galán, a través de su organización ha tratado de colaborar estrechamente con las empresas del Ibex-35. Recientemente, envió comunicaciones formales a estas compañías, invitándolas a respaldar los proyectos que desarrolla en el país africano para brindar apoyo a niños y familias necesitadas. La iniciativa buscaba movilizar la solidaridad bajo el lema «Reyes muy particulares: las empresas del Ibex-35 y las grandes corporaciones nacionales». El propósito pasó por obtener donaciones para fortalecer y expandir los proyectos en terreno, con el objetivo de continuar asistiendo a miles de niños ugandeses huérfanos o abandonados. De aquí nacen los planes que María tiene de abrir un colegio de secundaria y una residencia para niños con discapacidad el próximo mes, gracias a los fondos recaudados tanto de padrinos como de empresas. Ella expresa su felicidad al recibir el cariño de los niños, considerándolo como un gratificante regalo que hace olvidar cualquier sacrificio. Sobre todo, si tenemos en cuenta su jornada laboral, que empieza muy intensamente a las nueve de la mañana y termina a las nueve de la noche –con un horario estructurado que incluye clases, comidas, baños y preparación para dormir de un grupo de niños a su cuidado–. En su trayectoria, entre momentos de felicidad y desafíos, María Galán ha enfrentado dos episodios de malaria y casi diez episodios de fiebres tifoideas. «Es parte de la rutina», no es un impedimento para ella, según cuenta.