Ocio
Los 14 imprescindibles de la sierra de Madrid a menos de una hora de la capital
El valor de una visita guiada y comprometida con las costumbres y las buenas prácticas partiendo de Guadarrama
LA RAZÓN pasa un día en la sierra con Enrique Tendero, de la Central de Reservas Sierra Guadarrama, y el naturalista Carlos López de WildMoral, Comprometidos con el turismo de calidad, apostando por lo autóctono y el kilómetro cero.
«Queremos acabar con el turismo de recreo», afirma Tendero. Entre humedales, montaña y llanuras se observa Navacerrada, la Cruz del Valle de los Caídos, la Bola del Mundo –o alto de las Guarramillas– limitando con Segovia. También el antiguo telégrafo de Collado Mediano o los cerros en La Peñota.
Antiguas leyendas cuentan de Guadarrama que un dragón iba buscando agua y allí, en la fuente de los Caños, la encontró. En esta fuente de la vida el animal se petrificó, formando los siete picos, desde Majalsana hasta Somontano, dándole una silueta al escudo actual de Cercedilla.
«El problema es que la gente viene, se planta sin saber realmente lo que ve ni qué hacer y se va. Los madrileños desconocen el valor de nuestra sierra y su potencial. Desde la Central de Reservas apostamos por una economía circular, dando a conocer conjuntamente las actividades, la gastronomía y el patrimonio histórico y cultural con el que contamos», comenta Tendero, quien nos explica que no hace falta irse tan lejos para tomar un respiro. Y es que, a menos de una hora del centro de la capital, estamos ante numerosas escapadas (jornadas micológicas, planes de nieve o noches de perseidas), deportes y aventuras para todas las edades, rutas guiadas por los municipios, y la mejor cocina.
Enrique Tendero y Carlos López enseñan a LA RAZÓN el valor de una visita guiada y comprometida con las costumbres y las buenas prácticas en la Sierra de Madrid, partiendo de Guadarrama.
Cruasanes en la sierra
En la panadería Hernández, con las manos en la masa desde 1904, tomamos el café y planeamos el día entre un sinfín de opciones: naturaleza, fauna, deportes de invierno, senderismo e incluso actividades teatralizadas para niños. Vemos la plaza antigua, donde ahora hay un parking que descongestiona la zona.
«Guadarrama empezó a funcionar cuando Carlos III apostó por este municipio. Antes era un balneario y un lugar de descanso para los que llegaban de Madrid. Guadarrama era cabeza de partido, el centro de los pueblos, pues por aquí pasaba la A6 y daba mucha vida, tanto por ser lugar de paso como por su fuente, que abastecía a los vecinos», explica Enrique Tendero.
Desde la plaza vemos el taller de los caballos, antiguo potro de herrar entre cuatro piedras donde se cuidaba a los trotones. De paseo no viene mal una parada en la panadería Caballero, conocida por su pan de pueblo, las magdalenas caseras o los bollitos preñados de chorizo.
Se escucha el sonido del agua al acercarse a la fuente de los Caños, inscrita con el nombre de Miguel Arcángel, su patrón. Desde ahí destaca el edificio Aralar, de carácter alpino, que recuerda a los tejados del norte de Europa, hecho con pizarra y granito de la propia sierra.
En la nueva plaza, a la que aludieron las plumas de escritores y poetas como Miguel de Cervantes, Benito Pérez Galdós o el Arcipreste de Hita, suena el himno nacional todos los días a las 12 de la mañana, y la preside una gran olma. Es un árbol singular de la Comunidad de Madrid y lo curioso es su asentamiento en este lugar, pues pese a ser propio de lugares húmedos, aquí lleva viviendo nada menos que 129 años y tiene una altura de hasta 21 metros. Y como la vida misma la olma se seca, se apaga y vuelve a rebrotar. Y antes de cambiar de localidad, la parada en el restaurante castizo de La Chimenea para hacer una degustación de sus croquetas caseras –y contundentes–, no puede pasar desapercibida.
Ornitología en Moralzarzal
El siguiente paso requiere de buena vista y buen oído. Así nos lo hace saber Carlos López entre prismáticos y telescopios: «En este coto de caza se improvisa, cada día es diferente. Es reserva de la biosfera, se hizo en 2020 cuando el coronavirus porque esto pasó a ser el patio de las casas de toda la gente de la capital», explica López.
Este lugar es un privilegio para las aves, pues se pueden apreciar las tres joyas de la sierra de Guadarrama: águila real, águila imperial y buitre negro, muy cotizadas por el mundo de la ornitólogía. A la izquierda el cerro del Telégrafo, y a la derecha la sierra del Hoyo, convierten este espacio en grandes carreteras verdes para los animales, moviéndose por las corrientes térmicas de los valles donde abrir sus alas y desplazarse.
Es en Moralzarzal donde conocemos a Felipe, tercera generación del restaurante Roma que apuesta por el producto hecho en la cocina casera y tradicional. Felipe ha convertido Roma en un rincón de tradición y vanguardia, ofreciendo carnes de la sierra de Guadarrama, mariscos de Galicia y Huelva, pescados del Cantábrico y Andalucía y, su sello de identidad: el jamón y el lomo de Jabugo, siempre 5Jotas de Sánchez Romero Carbajal, cien por cien bellota.
Jornadas micológicas
Para hacer la digestión optamos por un paseo en la naturaleza. En la Barranca de Navacerrada hay numerosas rutas de distintos grados de dificultad que acompañarán las imponentes elevaciones de La Bola del Mundo y La Maliciosa, dos monumentos naturales de la sierra madrileña. Otra alternativa es adentrarse en el mundo de las setas.
Ahí aprendemos qué tipo de boletus, hallado en zonas silvestres, es comestible, su estética de caparazón grueso, cabeza compacta y cuerpo esponjoso. «Los boletus pringosos y mojados son los indigestos, y todas las setas de color llamativo son malas. La macrolepiota o parasol debe superar los nueve centímetros para no resultar tóxica. El níscalo tira líquido naranja, no blanco. Y las que no conozcas, déjalas porque no tienen función. Las de mayor valor culinario son el edulis o pinícola; y la caesarea es la conocida como huevo del rey, la más cara», enseña Carlos López, quien además recuerda que, en las cestas, las setas siempre deben estar colocadas en posición hacia abajo, con el sentido de sus esporas.
La Cercedilla de Gloria Fuertes
Cercedilla, junto a Miraflores, han sido considerados históricamente como los pueblos más transitados durante las vacaciones. En el año 2009 se rehabilitó el Museo del Esquí «Paquito Fernández Ochoa», un centro museográfico para la difusión del esquí, los deportes de alta montaña, la naturaleza y el medioambiente de la Sierra de Guadarrama.
En el museo se exponen objetos históricos y contemporáneos, fotografías, obras de arte y audiovisuales que enseñan a todos los públicos aspectos relacionados con el esquí, los deportes alpinos, la naturaleza, la historia y el futuro de la Sierra de Madrid. También están presentes todas aquellas piezas, trofeos y documentación que han acompañado la trayectoria de Francisco Fernández Ochoa.
Muy cerca de este museo, el día oscurece en el Museo de la Luz, la antigua central hidroeléctrica que suministró durante más de 50 años electricidad a las calles y casas de Cercedilla. Forma parte del patrimonio industrial que mantiene la estructura y maquinaria original de la época con la particularidad añadida de que todo el equipo electromagnético es enteramente nacional.
De hecho, la central fue una iniciativa municipal para producir energía pública y contrarrestar la subida de tarifas de la empresa que suministraba electricidad al municipio. Actualmente, la Fábrica de la Luz ha sido reconvertida en un centro de interpretación de la energía hidráulica con material didáctico, experimental y maquetados.
Así termina un día completo en la Sierra de Madrid, un viaje corto e intenso que no deja indiferente y que sus ciudadanos defienden a ultranza: «No podemos rendirnos y dejar que el centro comercial sea la mayor competencia de la Sierra. Tampoco resignarnos a irnos fuera y desmerecer lo nuestro. Aquí lo tenemos todo», manifiesta Enrique Tendero.
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